La Sagrada Familia (B): Jesús, María y José

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

La Sagrada Familia, Jesús, María y José, en la presentación de Jesús al templo o también la purificación de María es como el primer acto público para establecer la conexión de Jesús con las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento.

la Sagrada Familia

 Sagrada Familia de Julius Frank.

 La Sagrada Familia

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)


 

El niño Jesús ya podría presentarnos su familia. Por ejemplo:

 “he nacido en Belén, mi madre me envolvió en pañales de lana de oveja y mi padre me contemplaba jalándose la barba larga, he sido abrigado por el burro y el buey, me visitaron unos pastores de corderos y unos reyes de países lejanos. Tengo un primo, Juan el Bautista, cuando hemos ido a visitarlo, aún estaba en el vientre de mi tía Isabel, mi tío Zacarías está un poco más viejo que mi padre José. Mi madre cuenta que el día de mi consagración a Dios en el templo sucedió un episodio que le lleno de tristeza, pero especialmente de alegría: se encontró con el anciano Simeón y la viuda Ana, son tan ancianos como mis abuelos Joaquín y Ana”.

 

La Sagrada Familia Desde la anunciación, el nacimiento y ahora la presentación, va presentando los protagonistas de esta historia para subrayar la realidad de la historia de Jesús, pero también para encajar en la promesa de Dios que se hace hombre.

 

¿Quiénes son Simeón y la viuda Ana?


Simeón: Esperanza 

Estaba en la puerta del templo de Jerusalén, a la espera. Según el evangelio de Lucas (2,22-40) era justo y piadoso, había recibido una revelación del Espíritu Santo de que no moriría antes de ver al Mesías prometido. Este fue un momento significativo y profético en la vida de Simeón.

 

Simeón está alerta, a la espera, apenas vio al niño Jesús lo tomó en brazos y alabó a Dios. Simeón se convirtió en el primer poeta del camino en paz hacia la vida eterna. La contemplación de Jesucristo le da un sentido a todo lo vivido y la contemplación del Dios Padre está lleno de paz y alegría. Es un buen canto para rezar antes de dormir o cuando alguien ha partido para siempre. "Nunc Dimittis" o el "Cántico de Simeón" (Lucas 2:29-32).


En este cántico, Simeón reconoció a Jesús como la salvación de Dios, destinada a todas las naciones. También habló sobre cómo Jesús sería una luz para iluminar a los gentiles y la gloria de Israel.

 

La viuda Ana. La profetiza. 

En Lucas 2:36, se describe a Ana como "profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser" Ana era viuda. Había estado casada por siete años antes de enviudar, y después de eso, vivió en el Templo, dedicando su vida al servicio a Dios con ayunos y oracionesAna se acercó en ese mismo momento de la presentación de Jesús y dio gracias a Dios, hablando acerca de Jesús "a todos los que esperaban la redención en Jerusalén”.

 

Los ancianos, Simeón y Ana, muchas veces cansados, resignados a la muerte. Pero Dios, les ha impulsado por medio del Espíritu Santo y les ha dado una misión: esperar al salvador. Lo extraordinario de este episodio es que la espera desespere, y que la oración sea el gran medio de firmeza en la espera. Esperar para verle el rostro, incluso tomarle los brazos, hablarle, cantarle.


Simeón y Ana representan tanto la sabiduría como la larga espera llena de esperanza del Antiguo Testamento. Por fin son testigos de la culminación de la revelación de todo lo que los profetas y el pueblo de Dios llevan prediciendo desde hace más de mil años: la venida del Mesías.


Simeón improvisó un bellísimo himno de júbilo (cf. Lc 2, 29-32) —fue un poeta en ese momento— y Ana se convirtió en la primera predicadora de Jesús: «hablaba del niño a todos lo que aguardaban la liberación de Jerusalén» (Lc 2, 38).

 

Simeón y Ana, como José y María, Isabel y Zacarías, representan la gran tradición espiritual de Israel, llamados los pobres de Yahvé. Son los mansos, los humildes, los misericordiosos que esperan la salvación prometida por Dios. Y aquí es llevado al Templo por sus padres, "una luz para iluminar a las naciones paganas y la gloria de su pueblo Israel", como cantaría Zacarías, el padre del Bautista.

 

Quieras o no, perteneces a una familia. Tu historia puede ser la de la familia Clinton o la de Slim, la familia Ortega o los Rodríguez, la Quispe o la Silva. No importa de qué familia provengas, cada una tiene sus misterios. La Familia Sagrada tienen ese misterio que cambió la vida, el mundo, el sentido de ser feliz.

 

En este día especial podemos también presentar nuestra familia.

 

Dios de amor, hoy, junto a Jesús María y José,

ponemos en tus manos a nuestra familia, 

y también a cada miembro de nuestro hogar.

 

Hoy te quiero pedir por María, 

Cansada, pero siempre disponible a servir,

Frágil ya, por sus embarazos, desvelos,

Enjuga sus lágrimas y ayúdala en su agotamiento,

Alivia sus dolores, y que no pierda las esperanzas,  

A nuestra madre, dale ojos capaces de soñar.

 

Hoy, como hijos te pedimos por José,

También cansado, débil y desolado,

Sus años dedicados a proteger a sus hijos,

Sus esfuerzos para llevarnos el pan diario,

Dale la esperanza vigilante de Simeón

A nuestro padre hazle sentir el gran amor.

 

Que nuestra familia sea cuidada por ti Jesús

Con tu corazón capaz de llorar por un amigo,

Con tu palabra que consuela a las mujeres,

Con tus gestos de acogida a los obreros,

 

Jesús María y José, rueguen por nuestra familia. 

Amén

 

 

 Palabra del papa Francisco

El tiempo de la vejez no es un naufragio, una desgracia, un desastre. Simeón y Ana fueron testigos de ello, no cerrando los ojos ante su debilidad, ante el debilitamiento de sus fuerzas, sino encontrando en ese Niño una nueva compañía y energía. Simeón, después de tomar al Niño en sus brazos, pudo cantar el Nunc dimittis no con la tristeza de quien ha desperdiciado su vida y no sabe lo que le va a pasar.

 

¿Y qué dice san Lucas de los ancianos? Destaca más de una vez que eran conducidos por el Espíritu Santo. De Simeón afirma que era un hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel, y que «el Espíritu Santo estaba con él» (2, 25); dice que «el Espíritu Santo le había revelado» que antes de morir vería al Cristo, al Mesías (v. 26); y por último que fue al Templo «impulsado por el Espíritu» (v. 27). De Ana dice luego que era una «profetisa» (v. 36), es decir, inspirada por Dios; y que estaba siempre en el Templo «sirviendo a Dios con ayunos y oraciones» (v. 37). En definitiva, estos dos ancianos están llenos de vida. Están llenos de vida porque están animados por el Espíritu Santo, dóciles a su acción, sensibles a sus peticiones…


(Homilía. 2 de febrero de 2014)

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Pintura: 🎨

Sagrada Familia de Julius Frank.

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