III Domingo de Pascua (B): El resucitado Jesús come pescado

“¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón?”

 

El susto y la duda cobran sentido después de la Resurrección y también en el momento de profesar la fe: “… creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna, …”

 

pescado


III Domingo de Pascua

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)


Yo también parezco incrédulo

La duda del apóstol Tomás, el engaño de las 30 monedas de Judas, las tres negaciones de Pedro, la huida del discípulo amado, entre otros eventos grafican los bifocales de nuestra vida: por un lado, podemos decir que creemos en el Resucitado, pero por otro, vivimos como si triunfara la maldad o no habría esperanza en una vida más allá de la terrena.

 

Testimonio incompleto

No te culpo, tampoco me justifico, pero si los discípulos están hablando de haber tenido la experiencia de reconocer la voz, las oraciones, la presencia del Resucitado al partir el pan, después del instructivo camino a Emaús, y siguen dudando, entonces, ¿qué tienen nuestros corazones? Si el testimonio es el mejor argumento, creíble, entonces qué faltó, y otra vez, la pena de contar y hablar del resucitado, pero seguir con dudas profundas en nuestros corazones. El mejor argumento del testimonio hablado es la profundidad de la propia vida.

 

Una vida contra toda herida

Hacia 1369, la doncella de Jacobo Benincasa, ya había pasado 3 años de vida ascética, Jesús le pide dejar la celda e ir a almorzar con su numerosa familia. Lo cual significa adentrase en el servicio al prójimo,  socorriendo a los enfermos en el hospital y en las casas de ancianos ricos pero abandonados. Su fama de santidad ya era reconocida, a sus 22 años la consideraban una madre espiritual, mamma. Sin embargo, la historia recuerda a la vieja Cecca, enferma de lepra; a Palmerina, celosa de su virginidad y a Andrea, que apestaba su seno carcomido por el cáncer; ambas Mantellate (usaban el manto o capa negra de la fraternidad dominicana); a los renegados ladrones; al joven millonario y soberbio Nicolás de Toldi, entre otros. Pese a todas las oraciones y cuidados de la mística de Siena, la difamaron y se burlaron. Muchos formaron parte del juego demoniaco de poner a prueba su santidad. Cuántos momentos amargos pasó su madre Lapa con su última melliza de su difunta Juana. Catalina era un vivo testimonio de amor a Jesucristo por medio de los abandonados y asqueados de este mundo, y todos los sufrimientos ocasionados los ofreció por la sangre de Cristo en la Santa Cruz

 

La miseria profunda no era la lepra, ni el cáncer, tampoco las olas de violencia de las pequeñas repúblicas italianas, taladraban principalmente las guerras interiores en los corazones que recibían amor y atención, pero no dejaban de apestar a causa de sus heridas internas, del miedo y de las insinuaciones dudosas. Un día Catalina pasó su nariz por la herida hedionda del seno canceroso y luego, a cambio, Jesús hizo la transfusión de su sangre como única fuente de fuerza, valor y sabiduría. La joven Catalina había recibido el don de conocer el alma y pedir a su Esposo Jesús que sus sufrimientos sean a cambio de la conversión de sus difamadores y acompañarlos hasta el último hálito de existencia.

 

Abrir nuestro entendimiento

Después de comer un pez asado junto a sus pusilánimes discípulos, quienes ya han visto sus heridas como muestra de su realidad en el amor, les vuelve a repasar lo que ya está escrito y las enseñanzas exclusivas que les daba en el camino de su misión en esta tierra. Les recuerda que son testigos y, lógicamente, no dejarán de imitarlo hasta la muerte, hasta la sangre que sacia toda limitación y egocentrismo. 

 

Necesitamos una oración perseverante para que Dios abra nuestro entendimiento, corazón y cada gesto fraterno. El mundo lo necesita, mientras escribo esta reflexión llega una noticia triste: Irán ha lanzado drones y misiles a Israel. Tantas guerras incomprensibles. La vida ya no parece una creación de Dios sino un experimento de estrategias económicas, de estallar a pedazos la confianza y la esperanza de cientos de personas.

 

Pidamos al resucitado que traspase las paredes de los violentos, de los heridos, de los trémulos, … para evitar la destrucción de los seres humanos y del planeta. Dejar de creer en la Vida te hace capaz de buscar la muerte. Creer en la Resurrección implica emprender caminos, buscar el encuentro, germinar la unión, curar a los heridos, sufrir las injusticias, pero sin dejar la esperanza futura.

 

Palabra del papa Francisco

En un mundo de armas y pocos nacimientos, trabajemos por la dignidad de la vida. Seguir siendo una "comunidad abierta y atenta, dispuesta a acoger, escuchar y acompañar" al prójimo, "profética en el anunciar valientemente el Evangelio y deseosa de salir del propio círculo para ir al encuentro de los demás, especialmente de los que viven en las periferias existenciales de nuestro tiempo"

(Audiencia al Movimiento Scout Católico Italiano de Adultos. 13 de abril de 2024) 

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 35-48

 

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