V Domingo de Pascua (B): Jesús es la verdadera vid

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

La vid y los sarmientos es Dios y los seres humanos. Los sarmientos sin la vid se secan. Los seres humanos sin Dios vamos perdiendo la vida. Es Jesús que permanece en nosotros y a la vez nosotros necesitamos permanecer con Jesús.

 

Jesus es la vid
Cristo, la vid verdaderaicono griego del siglo XVI


V Domingo de Pascua

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

Permanecer

La permanencia nos lleva a una estabilidad, a un compromiso duradero, a la corresponsabilidad. Por ejemplo, los esposos permanecen casados y necesitan mantener nutrido su amor. Tú, necesitas permanecer con alegría y esperanza, y por ello, alimentas la confianza, el agradecimiento, el entusiasmo por hacer bien las cosas. A los padres les interesa permanecer vigilantes en relación a sus hijos, a sus necesidades, a sus obligaciones, a su educación, incluso, no respondiendo a todas las peticiones o correspondiendo a las edificantes y necesarias para la maduración de sus afectos y personalidad.

 

Especialmente, a lo que apunta el permanecer es a la relación. Aquella relación de Jesús con sus discípulos. Jesús es la vida; los discípulos son los sarmientos. El discípulo no puede quedarse enlazado a un tronco seco, ni a una tierra infértil. Sin la vinculación, sin la relación permanente, sólo queda la sequedad, la soledad, el sin sabor de la existencia, la insaciedad de los afanes. 

 

La vid

La vid es una planta leñosa, los frutos son las uvas. Cultivar la vid tiene tradición, un valor gastronómico, laboral, simbólico. Gracias a la vid que produce uvas puedes disfrutar de las pasas, del jugo, del vinagre, del vino, etc. A nadie se le ocurriría que los racimos de uva crezcan arrancados de sus troncos, separados de la vida. Una Copa de vino remite a su origen, no al barril, sino a la tierra, a su creador. Dios mismo envía a su hijo a esta tierra, sus raíces enganchadas en las profundidades de esta tierra entronan los frutos.

Cada sarmiento recibe oxígeno, energía, vida de la vid, y sólo así produce fruto. 

 

El cuidado de la vid

El creador hace recorrer la savia, y el símbolo de su fluidez es el fruto, abundante, bueno. El cuidado implica la poda, no como un daño sino como un procedimiento para mejorar los frutos. ¿Qué se suele podar? Los troncos que van muriendo, las hojas secas, todo rastro de peligro y atraso para el crecimiento del viñedo.

 

Hoy puedes podar: tu mal carácter, tu impaciencia, tus presunciones, tus momentos de soberbia, tus prejuicios, los abusos, los gestos de desconsideración, etc. Parecemos un viñedo con muchas ramas llenas de enfermedades, pesadas, mal olientes, secas; con troncos secos y obstaculizadores.

 

Palabras del papa Francisco

 Es verdad, la vida cristiana es cumplir los mandamientos (cf. Ex 20,1-11), y esto debe hacerse. La vida cristiana es ir por el camino de las bienaventuranzas (cf. Mt 5,1-13), y esto debe hacerse. La vida cristiana es llevar a cabo las obras de misericordia, como el Señor nos enseña en el Evangelio (cf. Mt 25,35-36), y esto debe hacerse. Pero es también más: es esta permanencia recíproca. Sin Jesús no podemos hacer nada, como los sarmientos sin la vid. Y Él —me permita el Señor decirlo— sin nosotros parece que no puede hacer nada, porque el fruto lo da el sarmiento, no el árbol, la vid. En esta comunidad, en esta intimidad del “permanecer” que es fecunda, el Padre y Jesús permanecen en mí y yo permanezco en Ellos.

(Homilía, 13 de mayo de 2020)

 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos»

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