II Domingo de Navidad (C): Nace la Palabra de Dios, fuente de Luz y de Verdad
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Seguimos todavía en el tiempo de Navidad. ¿Qué es Navidad? Sencillamente el nacimiento del Hijo de Dios, Jesús, lo que el Evangelio según San Juan dice: El Verbo/la Palabra eterna de Dios que toma carne y viene al mundo para traer luz y vida. Teológicamente se le llama el misterio de la Encarnación (cf. Juan 1, 1-13), la Navidad.
II Domingo de Navidad
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
Jesús es el centro de nuestra existencia: la Palabra Eterna
Todo lo que existe ha sido creado por Dios, Dios lo ha creado expresando su Palabra. Por ello, así como la palabra no puede estar separada del hablante; la Palabra es inseparable de Dios. Entonces, la Palabra es la expresión de Dios mismo, la Palabra es Dios.
En Navidad nace Jesús, el Verbo o la Palabra. En este sentido, nace la Palabra que es la Palabra de Dios, nace Jesús, nace Dios. Pero la palabra de Dios es eficaz desde la creación, Dios expresa su Palabra para llamar a Abraham, habla con Moisés, habla con los profetas.
Esta Palabra es eterna, es Jesús, es la Palabra de Dios, Jesús es Dios mismo, o Dios se comunica por medio de su Palabra. En este sentido, Jesús es Dios, Jesús es la Palabra eterna, Jesús es la Palabra creadora. Esto establece que Jesús, como el “Logos”, no solo revela a Dios, sino que es inseparable de Dios. Toda la creación fue hecha por medio de Él, afirmando que Jesús es la fuente de todo lo que existe.
Jesús nos hace sus hermanos – Filiación Divina.
El culmen de la creación es el hombre, lo más bueno, pero el regalo más grande de la navidad es que se da la filiación divina, es decir, Jesús como Hijo de Dios nos hace sus hermanos, nos da la oportunidad de ser hijos de Dios. Ser hijos de Dios implica participar de su vida divina, vivir como Cristo, con amor, justicia y verdad. Es un llamado a transformar nuestras vidas para reflejar nuestra identidad como hijos del Padre.
Jesús es fuente de luz verdadera
La luz es símbolo de verdad. Jesús mismo va afirmando en sus discursos que él es el camino, la verdad y la vida. Juan Bautista dirá que da testimonio de la luz, de Jesús.
Estábamos caminando por un túnel iluminado, pero se apagó la luz y se escucharon gritos, las reacciones son de defensa: no caerse, no chocar. Peor si antes te contaron alguna historia de fantasmas en ese lugar, tu cuerpo siente miedo. Por ello, la oscuridad termina siendo imagen de desequilibrio, de pérdida de camino en la vida, de pecado, de no saber autogestionar la propia existencia, de la pérdida de seguridad y dirección.
Pero esta oscuridad es también imagen de incredulidad, de la dureza de corazón humano, las tinieblas en el mar, la tempestad desequilibra la barca, la oscuridad en la crucifixión. Pero allí está Jesús, fuente de luz, estrella, lámpara, sol. La luz de Cristo no puede ser superada por la oscuridad. Por ello, debemos pedir a Jesús que sea fuente de luz para desterrar la mentira, lo superficial, aquello que nos evita vivir el amor, ser libres, auténticos.
Jesús es fuente de Vida verdadera.
Jesús llega a la vida de un pueblo, pero éste le rechaza. En nuestra vida corremos el riesgo de ser unos baluartes del rechazo. El rechazo parece simple, pero en la historia ha sido fuente de racismo, de una cultura del odio. El rechazo lleva a Cristo a la Cruz. El rechazo es visto por Jesús en el corazón de piedra, es la expresión de un corazón cerrado; también es el temor a lo diferente, en fin, es expresión de la profundidad del pecado humano.
Juan 1, 1-13 es una invitación a contemplar a Cristo como la Palabra eterna, la luz verdadera, y el dador de vida. Es una proclamación del misterio de la Encarnación: Dios hecho hombre para habitar entre nosotros y llevarnos a la plenitud de la vida divina. Al mismo tiempo, nos desafía a abrir nuestro corazón para recibirlo, ser testigos de su luz, y vivir como hijos de Dios.
Señor Jesús, Palabra eterna de Dios, ilumina nuestras vidas con tu luz verdadera. Danos la gracia de reconocerte, acogerte y vivir como hijos del Padre, llevando tu amor y tu verdad al mundo.
Palabra del Papa Francisco
“Detengámonos en silencio ante el belén para saborear la ternura de Dios que se hizo cercano, que se hizo carne. Y sin miedo, invitémosle a nuestra casa, a nuestra familia, a nuestras fragilidades. Vendrá y la vida cambiará. La Santa Madre de Dios, en quien el Verbo se hizo carne, nos ayude a acoger a Jesús, que llama a la puerta del corazón para vivir con nosotros”
(Ángelus, 3 de enero de 2021)
Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
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