IV Domingo de Pascua (C): La vocación del Buen Pastor

"Yo y el Padre somos uno"

“Yo y el padres somos uno” podría semejarse a In illo uno unum ("En el único somos uno") que es el lema del Papa León XIV. Hoy se pide por las vocaciones, por las santas decisiones y por las madres que son las primeras catequistas en la iglesia doméstica de la casa.

 

El buen Pastor

«buen pastor» en las catacumbas de san Calixto.


IV Domingo de Pascua

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

La unidad de Jesucristo con Dios Padre

La unión expresada por Jesús es el modelo fundamental para todo pastor. Pastor se entiende como la persona que cuida en sentido amplio de sus ovejas. Se encarga de ver lo que las alimenta y los peligros que las amenazan. Pero, todo lo que implica ser pastor está sostenido en la unión con Dios. El pastor puede ser muy inteligente, pero si su corazón no está inundado de fe, si Dios no le es fundamental, entonces, las ovejas se convierten en carne y piel. Es el gran peligro de un pastor sin fe y con poca inteligencia, desnaturalizar su misión de pastor, tergiversar la comunión, el sentido de libertad, y en definitiva, el amor del mismo Dios.

 

La ventaja del pastor es que Dios da la confianza de que nadie le pueda arrebatar de las manos a sus ovejas. Pero el pastor necesita de esas capacidades que las madres suelen comunicar en la crianza, en el hogar, para que su vocación sea firme, llena de fe, de amor y de servicio

 
La unidad en torno al Pastor

El Papa León XIV ha iniciado con el llamado a la Paz, al Diálogo, destacando su compromiso con una iglesia cercana y dialogante. Durante su homilía inicial manifestó su deseo de ser fiel administrador y llamó a que la iglesia se identifique por la santidad de sus miembros, no por sus edificios, alineándose así con el Papa Francisco. El papa León valiente y con fortaleza ante las guerras y los egoísmos invita también a no despegarse de la intercesión de la Madre, la Virgen María.

 

Mamá, las primeras pastoras de nuestra existencia.

En varios países se celebra el día de la Madre. Además, se pide por las vocaciones. Felicidades a las Madres. Y oramos por las vocaciones llenas de Dios y de amor por el servicio.

  

Las madres tienen la noble misión de ir identificando y haciendo descubrir a sus hijos la vocación que dará sentido a su vida. Cada madre, como la Virgen María, cuida a su hijo o hija desde su vientre cuidándose ella misma. El impacto de la madre es esencial para el desarrollo en el amor, la resolución de conflictos, el respeto a los demás, el significado de Dios en la existencia, … Las madres son las que escuchan las voces de sus hijos, identifican sus penas y alegrías, respetan sus límites, piden a Dios desde su corazón para acompañar a su hijo o hija. La madre puede testimoniar cada paso de la vida, la primera palabra, el primer gol, la primera fiesta, la primera… las madres suelen registrar en su corazón cada evento de sus hijos. Por ello, pedimos a la Virgen Madre que acompañe a las madres, que lleve al cielo a todas las mamás, y hoy se encargue de darles un gesto de su presencia y del amor que se merecen.

 

Palabras del papa Francisco

Las ovejas que escuchan y saben que son conocidas siguen: escuchan, se sienten conocidas por el Señor y siguen al Señor, que es su pastor. Y quien sigue a Cristo, ¿qué hace? Va donde va Él, por el mismo camino, en la misma dirección. Va a buscar a quien está perdido (cfr. Lc 15,4), se interesa por quien está lejos, se toma en serio las situaciones de quien sufre, sabe llorar con quien llora, tiende la mano al prójimo, se lo carga sobre los hombros. ¿Y yo? ¿Me dejo solo amar por Jesús y del dejarse amar paso a amarlo, a imitarlo? Que la Virgen Santa nos ayude a escuchar a Cristo, a conocerlo cada vez más y a seguirlo en el camino del servicio. Escuchar, conocerlo y seguirlo.

 

Regina Celi, 8 de mayo 2022

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre somos uno».

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