VII Domingo de Pascua (C): La Ascensión del Señor Jesucristo para desbloquear mentes
Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.
Ascensión, de la Resurrección a la Iglesia. Oraciones por los comunicadores en el día Mundial de las Comunicaciones Sociales.
John Singleton Copley, 1775.
VII Domingo de Pascua
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
¿Dónde está Dios? ¿a dónde se fue? Jesús antes de ascender al cielo, les lleva a Betania para bendecirlos. Los discípulos una vez bendecidos caminan hacia Jerusalén. Pero no debieron ir a Jerusalén, entonces, sólo el Espíritu Santo les podrá indicar el camino auténtico.
¿Dónde vive Dios?
Es una pregunta frecuente. Si se fue a lo alto es porque en su época Dios vive en los cielos. ¿Sabes dónde vive ahora? Aunque la pregunta es atrevida, tu respuesta tiene la punta del hilo, o dicho de otra forma, lo más interesante es que la divinidad de Dios no se desliga de la vida de las personas. Es una relación tan profunda que anula distancias, fortalece relaciones, limpia corazones, une lo humano a lo divino. Su arraigo en la vida de cada ser humano se plenifica por medio del Espíritu Santo.
¿Los discípulos no saben dónde vivir?
Los discípulos resultan testarudos, interpretan su camino como pecador arrepentido delante de una iglesia sin santísimo. El mismo Jesús les saca de Jerusalén para Betania porque después de la resurrección ya la Palabra, el Templo, las Leyes tienen como centro a Jesucristo. Pero los discípulos regresan de Betania a Jerusalén tratando de ser piadosos en el templo, bajo la seguridad de las normas. No se trataba de seguir sometiéndose al formalismo legal de un lugar, sino de anunciar al Resucitado, de testimoniar su Palabra, de ser libres para amar como Cristo amó, de buscar la justicia siguiendo al Justo.
El Espíritu Santo desbloquea las mentes
Aunque los discípulos han descubierto al Resucitado necesitan madurar en su fe. El Resucitado combatió la falsedad del culto, la hipocresía, la injusticia contra los débiles. Están atrincherados en su tradición, se quieren arraigar en la continuidad, sus mentes están bloqueadas y no tienen ojos para nuevos caminos. Este trabajo será del Espíritu Santo: desbloquear miedos, prejuicios, vendas.
En este domingo de la ascensión de Jesucristo, el mensaje para la vida es: mantener la unión con la dimensión divina de nuestra existencia, avivar la vida con la luz de la Palabra de Jesús, y pedir al Espíritu Santo que venga a quitarnos las oscuridades de fe y amor en nuestra vida.
En la Jornada de las Comunicaciones Sociales, una oración por los comunicadores que buscan siempre el auxilio del Espíritu Santo para busca la verdad, para ser profetas en sus propios contextos.
Palabra del Papa Francisco:
Intentar practicar una comunicación que sepa sanar las heridas de nuestra humanidad.
Dar espacio a la confianza del corazón que, como una flor frágil pero resistente, no sucumbe ante las inclemencias de la vida sino que florece y crece en los lugares más impensados: en la esperanza de las madres que rezan cada día para ver a sus hijos regresar de las trincheras de un conflicto; en la esperanza de los padres que migran entre mil riesgos y peripecias en busca de un futuro mejor; en la esperanza de los niños que logran jugar, sonreír y creer en la vida incluso entre los escombros de las guerras y en las calles pobres de las favelas.
Ser testigos y promotores de una comunicación no hostil, que difunda una cultura del cuidado, que construya puentes y atraviese los muros visibles e invisibles de nuestro tiempo.
Contar historias llenas de esperanza, teniendo en cuenta nuestro destino común y escribiendo juntos la historia de nuestro futuro.
Todo esto pueden y podemos hacerlo con la gracia de Dios, que el Jubileo nos ayuda a recibir en abundancia. Rezo por esto y los bendigo a cada uno de ustedes y a su trabajo.
Mensaje por la JM de las Comunicaciones Sociales. Roma, San Juan de Letrán, 24 de enero de 2025, memoria de san Francisco de Sales.
Evangelio según San Lucas 24, 46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
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