XXVII Domingo del tiempo ordinario (C): “Siervos inútiles, fe invencible”

“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”

La fe auténtica convierte lo imposible en posible y da sentido al servicio sin recompensa. Ser “siervos inútiles” es aprender a amar sin esperar, confiando en que Dios hace fecundo lo pequeño.
Jesús Servido

Cristo servido por ángeles. Coello, Claudio. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

XXVII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Lo imposible de la religión: “sin fe”

Acércate a Dios y atrévete a pedirle lo imposible. ¡Es tu oportunidad!
Jesús dice que basta una fe del tamaño de una semilla de mostaza para mover montañas. Parece absurdo: ¿quién podría ordenar a un árbol que se arranque y se plante en el mar? Sabemos que en el agua salada hay vida, pero no es el lugar natural de los árboles frondosos. Sin embargo, el Evangelio no habla de botánica, sino de confianza: la fe hace posible lo que parece inverosímil.

Un servidor que no espera recompensa

La misión del servidor es servir; la del amo ser servido.Cada uno cumple su papel sin conflicto. Pero enseguida surgen las objeciones: ¿no somos todos iguales?, ¿no debe el amo servir también?, ¿no sería justo recibir una recompensa?, (escribe si se te ocurre otras).
Estas preguntas revelan nuestra tensión interior entre el mérito y la gratuidad. Jesús nos propone otra lógica: servir sin calcular, amar sin esperar, trabajar sin reclamar.

Lo inusual, ¿tiene sentido?

Si al caer la noche sientes que has hecho lo que debías, y estás en paz con Dios, con los demás y con la casa común, entonces saboreas la alegría del deber cumplido.
El ruido de sentirte “siervo inútil” se apaga. Descubres que, aunque parezca poco, has respondido al llamado que Dios te confió.
De servicio en servicio, de gracia en gracia, aprendes a vivir sin esperar nada del amo… porque, en el fondo, ya lo tienes todo.

Siervos inútiles, inolvidables

Piensa en aquel día en que volviste cansado y tu madre, también agotada, te ofreció una cena caliente.
O en esa persona que te dio una palabra, un pan o un gesto, sin obligación ni recompensa. Fue un “siervo inútil” a los ojos del mundo, pero muy útil en el corazón de Dios.
Tal vez tú también lo has sido, cada vez que sirves desde la fe y confías que una pequeña semilla puede mover montañas. Que esa fe pequeña te puede llevar a gozar del Reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

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