Aquella mañana no cantaron los gallos. Los fierros retorcidos, las bocinas y los llantos marcaban un nuevo amanecer en mi vida. Sólo queda decir, gracias, gracias, gracias,… no al destino ni al azar, sino a la vida y al rey de la vida.
Esta nueva oportunidad es como la última, así lo sentí y lo expresaban los mensajes de textos, las llamadas telefónicas, las palabras de mi madre, mi padre, mis hermanos y amigos (as),… este efecto hizo celebrar como si fuera mi cumpleaños, “nacer de nuevo” diría Jesús.
Cada mañana y cada tarde nos muestran los claroscuros de nuestra existencia. Cada momento es oportuno y único para la vida, para sembrar esperanza, unir corazones, perdonar ofensas, compartir el pan, regresar al amor verdadero, revisar nuestros proyectos,… Cada día es un tiempo de gracia.
El sentirse agradecidos irriga la fe, el amor. Cuando el corazón está seco lo que acontece es para responder a la gracia. Tenemos las últimas oportunidades: en el trabajo, los estudios, en una competencia, en la ley, en el amor y definitivamente en la vida.
Irriga tu vida, ama, apasiónate, canta, ríe, llora,… vive y ama, hoy es tu oportunidad. La última oportunidad es momento oportuno para la gracia.
Documento de aparecida
“(la iglesia)…Con su voz, unida a la de otras instituciones nacionales y mundiales, ha ayudado a dar orientaciones prudentes y a promover la justicia, los derechos humanos y la reconciliación de los pueblos. Esto ha permitido que la Iglesia sea reconocida socialmente en muchas ocasiones como una instancia de confianza y credibilidad. Su empeño a favor de los más pobres y su lucha por la dignidad de cada ser humano han ocasionado, en muchos casos, la persecución y aún la muerte de algunos de sus miembros, a los que consideramos testigos de la fe”. (Documento de aparecida nº 98)
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