Soy mayor y menor


Yo también lo soy


Yo soy el hijo mayor, el más cumplidor, el bueno, el que se ajusta a lo establecido, el que sigue las normas, el que no despilfarra la herencia (tampoco la comparte), el que se queda en casa, el que está lejos sin emprender viajes,…

También soy el hijo menor que: se mira autosuficiente, anhela vivir sin límites, busca el dinero fácil, no le importa las crisis familiares, emprende su camino, lo abandona todo, pone el valor económico sobre el afectivo,…

Soy el mayor y el menor, de vivencias extremas, de rutinas, de innovaciones, de hambrunas, de saciedad, de purezas e impurezas, de sentirse digno e indigno, de tenerlo todo y ser desposeído, del ciudadano y del extranjero, la ley y el espíritu… de hacer lo de siempre o de reescribir historias.

Ternura sin límites, el abrazo del perdón es más efectivo que un discurso preparado, celebras la fiesta del encuentro, de la vida, del regreso. Misericordia clamas a tu hijo que se excluye.

He pecado contra el cielo y contra ti. Contra los niños desnutridos, contra las mujeres abandonadas, contra los nevados, el agua, el aire, el cielo, el medio ambiente, los ríos, el mar, los manantiales,…

Documento de Aparecida:

“Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca la dracma, del padre que sale al encuentro de su hijo pródigo y lo abraza, no se trata sólo de meras palabras, sino de la explicación de su propio ser y actuar” (Documento de Aparecida 242).

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