Domingo de Ramos - A - 2011




El Domingo de Ramos es una solemnidad celebrada en todas las parroquias y en algunas con mayor religiosidad como el pórtico de la Semana Santa que culminará en la Vigilia Pascual.

La celebración se divide en dos partes: la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la eucaristía memorial de la muerte y resurrección de Cristo.

La entrada triunfal, escenificada muchas veces para hacer entender que la pomposidad no transporta al Rey de los judíos sino lo más popular y accesible. Esta estrategia lo han usado muchos políticos para acercarse al pueblo, aunque han terminado dándole retoques que de todas maneras es un vehículo privilegiado. Es decir, el ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén es propio de él y con un significado grande.

Los ramos, los mismos que darán la ceniza para marcar la vida, la victoria en el inicio de la cuaresma el 2012, son bendecidos para revivir y sentir la presencia de un Jesús liberador, salvador, reconciliador, misericordioso.

En la eucaristía, memorial de la salvación. Vida pasión, muerte y resurrección del Señor. Centro que alimenta la vida cristiana. Una vida sin eucaristía implica una interioridad sin alimento fundamental, seguramente se llene de comida chatarra y egocentrismo, pero no de vida auténtica.

Una gran pregunta planteada a Jesús es ¿Dónde quieres que te celebremos la pascua? Hoy la respondería, allí donde hay un muro que divide a los hogares, un prejuicio que mata el amor, un malentendido que ahoga la confianza, un disfraz que no os deja conocernos.

La Eucaristía es la historia de ayer y hoy, del mañana y siempre. Una historia que no nos “chifla” revivirla, va contra todo pronóstico psicológico.

Celebrar la Eucaristía es asegurarnos de que cabemos en el corazón de Dios, donar la vida, la certeza de que ninguna inversión del amor se perderá de modo definitivo.
La Semana Santa es eso: caber en el corazón de Dios. Si estás en su corazón eres amado (a), si eres amado ¿puedes hacer algo?



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