Jueves Santo
A su pies….
“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.
“Es un pisado” se suelen decir de la persona que se deja ‘dominar” o, mejor dicho, que dialoga o pide permiso a la persona con quien comparte el proyecto de su vida. Hay que saber los suficientes motivos de quien es capaz de amar hasta el extremo.
“No me dejo pisar” también es una frase frecuentemente pronunciada, inflado de orgullo y soberbia. Esto no quiere decir que no hagamos respetar nuestros derechos. El límite de la caridad es la misma caridad.
Hoy que Jesús deja el manto y se pone una toalla para secar los pies nos da esa muestra de servicio, con dignidad, yendo a la base, no se les mueve el piso para tumbarlos, sino para limpiarlos.
En la mesa, con el pan y la palabra. Nos espera Jesús con un gran deseo, prepara la mesa, parte el pan y el vino, si no llegas te busca, te lava las manos y los pies, te venda tus heridas,… todo empieza en la mesa y todo termina en ella
¿Cómo usas tu toalla? Algunas escenas de tu vida se pueden recrear: ayudas a cruzar la calle a un ciego, bañas a un abuelito en el asilo, limpias a un enfermo, escuchas a una persona desesperada, le dedicas tiempo a tu abuela,…
Hoy es el día en que los “padrecitos cascarrabias” se les brilla los ojos porque Jesús inventó la mejor manera de estar presente en el pan y en el vino consagrados, no un día, sino para siempre. Él es el modelo, fundamento, sentido, fuerza, alimento, columna del sacerdocio ministerial. De ahí que ministro signifique servidor.
Jueves Santo aviva la vida espiritual en la Eucaristía, en el ministerio sacerdotal, en el servicio.
“Tomad y comed…” “Tomad y bebed…” “Este pan y este vino son mi vida entera: mi cuerpo y mi sangre” “Comedlo y bebedlo a vuestra salud más plena”.
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