Domingo V del tiempo Ordinario: Profetas y Pescadores de hombres


Tiempo Ordinario V – Ciclo C (Lucas 5, 1-11) 10 de febrero de 2013
 
"Remad mar adentro, y echad las redes para pescar"
 En la historia han existido muchos Imperios (Romano, Bizantino, turco, Carlo Magno, Español, Portugués, Napoleón, Británico, Japonés, Hitler, Americano,…) pero otro mundo al margen de la dictadura y manipulación siempre es posible. La “Palabra de Dios” tiene una fuerza transformadora  que hace a Simón (Pedro) y a los hijos del Zebedeo (Santiago y Juan), frente a muchos curiosos en el lago, dejarlo todo.
Lo grandioso de Dios es que se vale de nuestras imperfecciones, como la de Isaías en un contexto litúrgico, la de San Pedro Santiago y Juan en una faena de pesca cotidiana, la de San Pablo en el camino a Damasco, de manera imprevista, como un aborto. Fortalece nuestra incapacidad e indignidad con el fin de hacernos profetas y “pescadores de hombres”. Isaías se siente impuro, Pedro exclama su indignidad y Pablo es un persecutor del cristianismo. Es decir, con Dios, el miedo es cambiado por la valentía, la indignidad por la gracia, el odio por el amor.
A esta experiencia San Pablo le llama evangelio y escribe su carta maestra en la que se expresa el credo fundamental del cristianismo primitivo, anuncia la muerte y resurrección de Jesús. Esta experiencia de los testimonios de la resurrección va cambiar la vida de manera real.
Eso hace la Palabra de Dios: Cambiar la vida. Puedes objetar, tanto Isaías como Pedro lo hicieron pero con esta experiencia miran de otra manera a la vida, al camino, a su existencia. En la compañía de Jesús lo que parece imposible se concreta: después de intentar pescar toda la noche no le logran y en el día los peces se alejan, pero con la Palabra de Jesús (evangelio) la pesca es abundante; san Pablo es un judío convencido, persigue a muerte a los cristianos y termina siendo el gran apóstol del cristianismo.
La pesca abundante hace que su interés no esté en los pescados ni en la venta, los apóstoles han descubierto y vivido algo más profundo para su vida, por eso lo dejan todo para seguirle.  Se encaminan a una nueva misión, para pescar a los hombres en el mar de la vida y anunciar la salvación de Dios.
Jesús sentado en la barca va apuntando posibilidades, remar mara adentro; lanzar las redes donde parece no haber producción, donde está convulsionado por la desconfianza y el cansancio de la noche, bregar en otras direcciones. La barca necesita de brazos humanos, no es un trono de la cátedra, para combatir los miedos, debilidades, miserias, pecados,… El conformismo y la individualidad. Pedro se confiesa pecador, pero a Jesús no le importa, con paciencia espera que le siga. Grandes oportunidades para desarrollar nuestra vocación.
 

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