Domingo V del tiempo Ordinario: Profetas y Pescadores de hombres
Tiempo Ordinario V – Ciclo C (Lucas 5, 1-11) 10 de febrero de 2013
"Remad mar adentro, y echad
las redes para pescar"
Lo grandioso de Dios es que se
vale de nuestras imperfecciones, como la de Isaías en un contexto litúrgico, la
de San Pedro Santiago y Juan en una faena de pesca cotidiana, la de San Pablo
en el camino a Damasco, de manera imprevista, como un aborto. Fortalece nuestra
incapacidad e indignidad con el fin de hacernos profetas y “pescadores de
hombres”. Isaías se siente impuro, Pedro exclama su indignidad y Pablo es un
persecutor del cristianismo. Es decir, con Dios, el miedo es cambiado por la
valentía, la indignidad por la gracia, el odio por el amor.
A esta experiencia San Pablo le
llama evangelio y escribe su carta maestra en la que se expresa el credo
fundamental del cristianismo primitivo, anuncia la muerte y resurrección de
Jesús. Esta experiencia de los testimonios de la resurrección va cambiar la
vida de manera real.
Eso hace la Palabra de Dios:
Cambiar la vida. Puedes objetar, tanto Isaías como Pedro lo hicieron pero con
esta experiencia miran de otra manera a la vida, al camino, a su existencia. En
la compañía de Jesús lo que parece imposible se concreta: después de intentar
pescar toda la noche no le logran y en el día los peces se alejan, pero con la
Palabra de Jesús (evangelio) la pesca es abundante; san Pablo es un judío
convencido, persigue a muerte a los cristianos y termina siendo el gran apóstol
del cristianismo.
La pesca abundante hace que su
interés no esté en los pescados ni en la venta, los apóstoles han descubierto y
vivido algo más profundo para su vida, por eso lo dejan todo para seguirle. Se encaminan a una nueva misión, para pescar a los
hombres en el mar de la vida y anunciar la salvación de Dios.
Jesús sentado en la barca va
apuntando posibilidades, remar mara adentro; lanzar las redes donde parece no
haber producción, donde está convulsionado por la desconfianza y el cansancio
de la noche, bregar en otras direcciones. La barca necesita de brazos humanos,
no es un trono de la cátedra, para combatir los miedos, debilidades, miserias,
pecados,… El conformismo y la individualidad. Pedro se confiesa pecador, pero a
Jesús no le importa, con paciencia espera que le siga. Grandes oportunidades
para desarrollar nuestra vocación.
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