Valorar la amistad
Quizá sea
el menos indicado para escribir sobre la amistad, pero estoy saciando mi
egoísmo o mi egocentrismo porque quiero reflexionar sobre mis amigos y amigas. No
quiero contar las amistades. Sólo decir algo, de pronto sea un merecido
homenaje a las pocas amistades.
La indisciplina puede hacer perder tiempo
importante para darle mayor relevancia a las relaciones. Es conocido el caso de
quienes acumulan títulos, ganan mucho dinero, se compran la mejor ropa, viajan
y comen hasta saciarse. Pero son personas solitarias, dan poca importancia a la
amistad. Aparentan éxito y se exigen en los negocios o en los estudios para
compensar sus fracasos en otras áreas.
Amar nunca es una mala inversión, tampoco se
pierde, aunque la experiencias sean dolorosas en algunos casos; la construcción
cotidiana del amor significará firme caminar por las puertas de la libertad y
el “éxito”. ¿Cómo no valorar a una persona cercana a quien puedas llamar y
contarle tus problemas? ¡Lo bien que se siente ser bienvenido en una casa
aunque caigas de improviso! ¡Qué emoción tener personas con quienes compartir
actividades recreativas! ¿Cómo no agradecer a Dios por las personas que se
preocupan de manera práctica cuando estás enfermo o con otras necesidades? Es muy
conocida la escena en la que Jesús llora por la muerte de su amigo Lázaro.
Cuando hablo de amistades no me refiero a los
amoríos, aventuras o parejas despreocupadas e inescrupulosas. Darse tiempo para
ellas no significa sumergirse en un torbellino de fiestas, salidas y cientos de
contactos, así el tiempo cronológico no daría espacio para celebrar el kairológico.
Las profundas amistades se construyen con el tiempo, va más allá del
espectacular celular, pasa por apagar el televisor para dialogar. Las amistades
sienten que son edificadas y con un vaso de agua son felices, optimistas; pero las
voraces, necesitan del cigarrillo, licor, sexo y comida, angustias,
contradicciones, sufrimiento,…
Jesús, nuestro amigo, decía que quien pierde la
vida la encuentra; es decir nos podemos encontrar en aquello que estamos
dispuestos a perder. Sí, por ejemplo el tiempo con las amistades. El símbolo
por el que nos caractericemos sea por el amor, también es idea vivida por Jesús.
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