Agradecimiento a Dios por la salud de mamá Mila.



Viaje a la fe

Dios ha sido bueno con nosotros y estamos alegres (Sal 125).

 






El salmo 125 supongo que grafica la alegría que hemos experimentado en la familia al primer signo de vida de mamá Mila después de aquel jueves 15 de enero que sufrío una trombosis pulmonar con paro respiratorio y derrame cerebral parcial. Dios alegría y esperanza nuestra se convierte en aquella sangre que dinamiza nuestro pulmón, corazón y cerebro.
La alegría en los ojos es brillante y notorio en unos cuerpos calavéricos despues de varios días en estado de coma, con un 20 % de probalidades de vida. Es la alegría que causa a los israelitas el regreso del exilio en Babilonia tras el edicto del rey persa Ciro en el año 558 a.c. El clima jubilar despues de pasar pruebas y peligros aflora en los labios cantos de alegría. Es una prueba nítida de la existencia eficaz y poderosa de Dios presente y activo en nuestra historia: “El Señor ha estado grande con nosotros” (v. 3).
Los médicos actuaron con diligencia sin pronosticar que la fe superaría sus diagnósticos. El Señor ha sido bueno con nosotros, hagamos una lectura de los hechos o del cuadro médico:
-         El viaje fue tranquilo, nos divertimos, soñamos, en algún momento lloramos. La decepción y las heridas pasan por una mirada renovadora e inteligente, todos queremos ser felices y llevamos nuestra propia cruz. En esta experiencia Dios nos quiere en el momento oportuno.
-         Mamá y papá en sus más de 40 años de matrimonio deciden, a su estilo, estar o no. Ese día decidieron pasar directamente a la encañada, pero también el corazón les jaló a quedarse y almorzar con la familia. Si continuaban su viaje la historia sería muy triste.
-         Se desmayó en el terminal de la E.T. Diaz, con curiosos y desesperación, se presentó un médico y diagnosticó un paro respiratorio lo cual fue suficiente para sacar el punche de Elsa y llevarla al hospital. Sin las palabras del médico se habría pensado en un ligero desmayo de los varios que sucedieron.
-          El taxi les llevó al hospital, el Seguro Social habría sido más lento por la congestión vehicular. En el hospital se encontraban varios médicos, los necesarios para ayudar y conocidos para recordar.
-         Decidieron entubarla pese a llegar sin signos vitales. Solicitaron las famosas ampollas para diluir los trombos. Aunque el tiempo se vencía pero lograron conseguirlas. El peligro de la hemorragia cerebral fue superada y aunque estábamos esperando la noticia final no la queríamos ni pensar.
-         Ese día mostraron la capacidad para hacer grandes cosas en unión. Fue una gran revelación de la calidad de familia que tenemos.
-         Ese momento personas desconocidas, como buenos samaritanos, nos ayudaron a levantarnos, nos infundieron esperanza, no nos sentimos solos. Conseguir cama en el Seguro Social no es fácil, adecuaron la cama en Trauma Shock y en esa decisión difícil nadie sacó cuerpo para trasladarla con firmeza.
-         Encontrar profesionales que ayudaron y daban aliento de vida. Una enfermera que sufrió el mismo cuadro y con su cuerpo de cristal se fortaleció para cuidar a las madres que ella en su momento no pudo salvar. Aquellos que nos botaron de la sala y los que entendían nuestra angustia nos han enseñado que Dios ha estado grande con nosotros.
-         Cada minuto, coordinación para no quitar la mirada, alertas a la medicina. Desde nuestra invasión de las bancas en la sala de espera como madre obsesiva orábamos y esperábamos manifestaciones de vida.
-         Ha sido la ocasión para que papá y mamá vayan aceptando la edad, asumiendo un nuevo rol. Para saber que nuestros proyectos egoístas tienen un tronco que cualquier intento de desvinculación nos hace perder piso porque nos desnaturaliza.
Muchos signos seguramente obviados en esta pequeña oración de agradecimiento. “Por algo será” ¿Cómo dar esperanza y motivar a la fe a muchas personas que a diario lloran la impotencia de no salvar a sus seres queridos?
En este contexto, recuerdo que un 18 de enero el Papa Francisco se encontró con miles de jóvenes en los patios de la Pontificia Universidad de Santo Tomás en Manila, Filipinas, sin imaginar que la las lágrimas de una niña le haría cambiar el discurso preparado y darle una respuesta que fue como un bálsamo para las penas.
“¿Por qué Dios permite que pase esto, si los niños no tienen la culpa? ¿Y por qué nos ayudan tan pocas personas?” El Papa dijo que no tiene respuesta racional pero que cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta y a llorar, podemos entender algo. Se refirió a la compasión mundana porque sólo lleva a sacar una moneda del bolsillo, esa no vale para nada, pues Cristo mismo lloró porque entendió nuestros dramas.
Nos hace falta llorar, seguramente CREER. “Queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados; pero, aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades, no sabemos llorar”.
Muchos lloran sólo por dinero y ambición. “Ciertas realidades de la vida se ven solamente con los ojos limpios por las lágrimas. Los invito a que cada uno se pregunte: “¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, un niño abusado, un niño usado por una sociedad como esclavo?”. ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más?
“Jesús, en el Evangelio, lloró. Lloró por el amigo muerto. Lloró en su corazón por esa familia que había perdido a su hija. Lloró en su corazón cuando vio a esa pobre madre viuda que llevaba a enterrar a su hijo. Se conmovió y lloró en su corazón cuando vio a la multitud como ovejas sin pastor. Si ustedes no aprenden a llorar, no son un buen cristiano. Y éste es un desafío. […] hoy nos han planteado este desafío.
Sin duda, en aquellos momentos nos dimos espacio para llorar, para orar, para fortalecer la fe. Este corazón agradecido y creyente no desmaye en el egoísmo. La vida es más que la acumulación individualista, más que el opio de la decidía.
Quiero agradecer a cada uno de la familia, de los amigos, de los amigos que preguntaban y visitaban a “doña Milita”. A todos los que nos acompañaron con sus oraciones. Aunque mamá Mila dice que no recuerda nada pero sí vio la cantidad de niños bailando como pastorcitas de navidad, sí, es una señal de miles de ángeles que se unieron a nuestras oraciones. Por es, el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

0 Comments