T.O. XIX,A: “Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”. Jesús camina sobre las aguas

Puedes caminar sobre las aguas

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_“¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”.

_ Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».

_ “Ven”.

_ Pedro: “Señor, sálvame”.

_ “Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?”.

_ Comunidad: “Realmente eres Hijo de Dios”.

 


XIX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 

 

Sin duda, el Hijo de Dios es el salvador de todos los que están en esta barca. Así lo reconocen. El que parecía fantasma ha traído la calma, y les pide no dudar, aumentar la fe, aunque la barca esté lejos de la tierra y los fenómenos naturales la descontrole. Jesús, domina incluso aquellos vientos y aguas peligrosos.


En la riqueza


 Margarite era una estudiante activista. En la cátedra de deontología los estudiantes desarrollaban reportajes de casos referidos a la temática de los sílabos. Margarite, se mostró interesada, pero llegaba a clase sólo para no ser suspendida por inasistencias. Ya hacía prácticas en un canal local y parecía ya haber logrado el éxito.


Un día, en el salón presentaron los casos de amor, de los conflictos maternos de una joven, del cuidado de los ancianos. Margarite se enfureció tanto contra dos compañeros defensores de la vida. Ella pensaba, por ejemplo: las mujeres pobres no deben tener hijos, los ancianos deben ser puestos en un lugar para no estorbar, las jóvenes embarazadas deben ‘interrumpir su embarazo’, etc.


En realidad, la parte deontológica era lo que menos le interesaba. Los años han pasado, algunas veces aparecía en las redes mostrando la gran vida, su rebeldía y sus ‘transformaciones’.


Un día se enamoró, comenzó a convivir, viajó. En sus últimos mensajes expresa su agradecimiento a la vida, al amor, quiere tener un hijo y pide la protección de Dios para sus familiares ante el temeroso Covid19.


En la pobreza

 

¿Qué pasó? Me alegró mucho leer su reconciliación con la vida, con el amor. Además de sentir en sus escritos el temor a perder a los que ama, su impotencia de no poder nada contra el Covid19. Ella, ha comprendido que su barca está más segura con Dios que con sus argumentos ideológicos. 

 

Y te comparto esta experiencia, no con el ánimo de juzgarla, sino para hacerte notar los miedos, los prejuicios, la baja autoestima. Todos esos temores que ventean y balancean nuestra vida nos hacen gritar fuerte y, a veces, con insultos. Con frecuencia, es un grito ensordecedor, pero poco comprendido, incapaz de gritar al estilo de Pedro: “Señor sálvame”. ¿Cómo reconocerlo? Cómo pedirle que te ayude si te lo han borrado de tu corazón, si te han anunciado un Dios castigador, un Dios de las nubes, un Dios fantasma.

 

En todo tiempo:


Ante, la crisis mundial, el miedo a la muerte, a la enfermedad y los propios conflictos, vale la pena escuchar: “¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”. Seguro, llenos de dudas. Pero no podemos llegar hasta Cristo sin su mano salvadora. Como no podremos tener la suficiente paz y tranquilidad para enfrentarlas tempestades si no permanecemos unidos en la oración auténtica de una comunidad: “Realmente eres Hijo de Dios”. Con Jesús, con fe podremos caminar sobre las aguas y desafiando a los vientos. ¡Ánimos,...!

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33

Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».


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