TO XX,A: Jesús cura a la hija de la mujer Cananea

 “ Ten compasión de mí, Señor Hijo de David ”


Jesús y la Cananea
Cristo y la mujer cananea. José de Ibarra. http://52.183.37.55/artworks/3868



XX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 


La noticia más relevante de la semana fue que Rusia produce el primer lote de vacuna contra COVID-19: el Spútnik V. El anuncio lo hizo el mismo presidente Putin, el 11 de agosto. Ante esta noticia se han generado reacciones cautelosas como las de la

 Organización Mundial de la Salud (OMS) y científicos, la mayoría considera que aún, la vacuna, necesitaba una revisión de seguridad rigurosa. 

 

Las opiniones diversas han dado lugar a una desconfianza, más que científica, territorial. En el imaginario colectivo parece ser que aceptaría una versión inglesa o americana con más confianza y a un precio mayor. 

 

De igual forma, me sorprendió una propaganda en los televisores de un bus urbano de Roma. El aviso comenzaba con la frase “no todo lo que viene de China es malo” y en seguida presentaba la tecnología del bus ecológico, los marcadores, los cajeros electrónicos y todo lo que funciona de maravilla en el mismo rubro.

 

Los grandes argumentos intentan derrumbar prejuicios. Aquellos influyen en las ventas, en la confianza, en la aceptación o no de sus pobladores. Los prejuicios nos pueden encapsular en nuestro confort. Pensemos en los años que se viene luchando para evitar el racismo en Norte América y en los diferentes pueblos.

 

En este mismo sentido, vayamos a una historia más cercana. De niño, tenía mucho miedo a ‘la muda’. Ella vivía junto al río. Los niños contaban que ‘la muda’ tenía un pacto con el diablo quien a cambio la hizo perder la fluidez al hablar. Ella pasaba por la puerta de la casa, saludaba y siempre reía, pero los niños la teníamos miedo. A veces pedía un pan y hacía bulla, entonces la gente le daba por solidaridad o para que no siga haciendo bulla.

 

Después de años, regresé al pueblo en vacaciones, y vi una mujer que se esforzaba por cargar a su bebé con una mano, mientras que con la otra llevaba su canasta de huevos y lechugas para vender en el mercado del pueblo. ‘La muda’ había sido violada. Sus familiares se avergonzaban del hecho y no querían denunciar. Con el tiempo, alguien la ayudó para denunciar al padre del bebé y poder recibir una pensión de alimentos. El ‘violador’ sintió que le perdonaron la cárcel porque sólo le pidieron responder por el bebé.

 

‘La muda’ como muchas personas son arrinconadas por los prejuicios, por los rumores perversos, por no asincerar los problemas reales. Hoy, sin duda, es innegable, todos somos personas con la misma dignidad ante Dios y la sociedad.

 

La genialidad de la mujer es sorprendente ante la desesperación. Sabe que viene de la periferia y quizá no la escuchen, entonces debe agudizar esfuerzos y argumentos. Los discípulos quieren quitarse el ‘problema’ y acallar sus clamores. Y Jesús les voltea el argumento, “ovejas descarriadas”.

 

Jesús ha venido por la gente que juzga a ‘la muda’, por los equivocados, prejuiciados. El mismo Jesús se siente impactado con el argumento de la mujer al poner en evidencia que las migajas también alimentan. Y aunque sea tratada como a “los perros” sabe que Dios trae la salud, y especialmente para aquella niña que espera en casa volver a la vida.

 

Y ahora cuántas personas está clamando “Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija (padre, abuelo, vecino)  tiene un virus muy malo”.

 

Podemos ponernos un desafío, “ser personas con fe y aplacar los prejuicios que nos dividen”.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.


Para profundizar

Comentario al Evangelio

Adorar en Espíritu y en verdad




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