TO, A: XVIII: “Denles ustedes de comer”. Multiplicación de los panes.
¿El pan en la mesa o en tu bolsa?
La multiplicación de los panes y los peces. Anónimo. Copyright de la imagen ©Museo Nacional Del Prado
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_ “¿Amigo, y esas bolsas qué contienen?
_ “Son alimentos para llevar a las periferias”
_ “¿vas a regalar alimentos, apenas tienes para ti?
_ “Al menos tengo para sobrevivir, pero hay gente que lo necesita más”
XVIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
De estos gestos solidarios, seguro tienes muchos que contar. Mis oraciones por quienes organizaron a sus amigos y con un gran corazón han llenado muchos estómagos vacíos, especialmente de niños y ancianos en lugares muy alejados. Jesús, pese a la tristeza porque Herodes ha matado a su Primo Bautista no se detiene y se compadece del pueblo.
Doña Teófila recibió una bolsa saludable, la elevó al cielo y dio gracias a Dios: “gracias Papá lindo por el pan que me regalas”.
Durante la pandemia los gestos de solidaridad han aumentado. Los gobiernos han ayudado con bonos familiares para sobrevivir a la pandemia. Aunque los bonos no llegaron a todos pusieron en evidencia la lejanía de las organizaciones estatales frente a la gente más necesitada.
De seguro, en tu mente y corazón o hígado te está revolucionando la sangre por tanta gente perversa: quienes se hicieron pasar por ‘paupérrimos’ pero su realidad es acomodada, las autoridades que reparten las ayudas con estrategia política, los administradores ambiciosos que sobrevaloran las canastas para quitarle el alimento a los más necesitados. En fin, los monopolios y los que hicieron dinero con la desesperación de los sufrientes.
Detrás de cada historia solidaria está un corazón lleno de amor y misericordia. Capaz de querer ayudar a superar el padecimiento de las miserias de los demás. El mísero está abatido por la enfermedad, la injusticia, la violencia, etc. De tras de cada acto misericordioso está Jesús tomando los cinco panes y los dos peces, alzando su mirada al cielo, pronunciando la bendición, partiendo a sus discípulos y ellos repartiendo a la gente.
El anciano Alcibíades, junto a su mujer Carito, trabajan para vivir, se desesperaron con la pandemia, porque las pocas ganancias que tenían ya no las ven. Entonces, han comenzado a gastar sus ahorros de jubilación. En realidad, no pasan hambre, pero deciden arriesgar y quieren seguir con sus trueques y negocios.
A esta historia, se agrega, la presencia de sus hijos, acostumbrados a encontrar comida siempre, a no preocuparse por los servicios ni por comprar en el mercado con su propio dinero. Sus hijos se han declarado insolventes. A don Alcibíades con Carito, les ha subido la presión, la comida debe estar a la mesa. El viejo sale al banco para tener dinero y repartir a la hora de las compras porque sus hijos están en su trabajo.
Algo que caracteriza a la multiplicación de los alimentos es la saciedad, la abundancia de corazón. Todos tenemos algo que dar, no hay insolventes en el amor. La abundancia se logra gracias a la sinceridad de los bienes. Necesitamos más del amor y del pan durante esta pandemia. Si superamos el ‘esconder los bienes’, la ‘obsesión por acumular’ y aprovecharnos de los otros, … entonces habrá abundancia. Doce canastos, doce tribus, el mundo entero puede saciarse con la misericordia de Dios y la solidaridad.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto.
Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Para profundizar:
Fuentes:
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