Adviento III, B, Gaudete: Juan el Bautista: “Allanen el camino del Señor”

“Tú, ¿quién eres?”

 Gaudete: la alegría

Virgen con el Niño, santa Isabel y san Juanito 1665-1670, ParísMuseo del Louvre


III Domingo de Adviento. Gaudete

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

 

La alegría de la autenticidad. “Llena eres de gracia”

“Soy una persona alegre, me gusta la sinceridad, lealtad, confianza, verdad, …” Estas respuestas maravillosas como la pregunta tienen su trasfondo dudoso y oscuro. ¿Quién podría compilar en pocas palabras lo que “es”? Yo atinaría a responder por lo ideal, por aquello que espero ser, por defender mi buena imagen, por ser atractivo y por mostrarme con valores. Entonces, tu gran alegría será cuando respondas a: “Tú, ¿quién eres?”.

 

La alegría de la misión. “Y cómo será eso” ¡La madre de Dios viene a visitarme!

Saber responder a: “Tú, ¿quién eres?” implica claridad de: “Tú, ¿qué haces?”. La misión de ser el “salvador” ya no existe, acepta, nunca lo serás. Sin embargo, alégrate, porque es clara la misión, además con acciones concretas, actuales, útiles, necesarias. Por ejemplo:  ¿Cómo podemos ser mejores hermanos? ¿Cómo desterrar el odio y el egoísmo de nuestras vidas?

 

La alegría de la humildad. “Aquí está la esclava del Señor”

La sociedad nos ha enseñado a recibir estímulos o premios motivadores, y por ello, cuando realizamos una misión nos gusta ser aclamados, mejor dicho: ¡valorados! Y es edificante reconocer a los servidores humildes. Juan Bautista, reconoce que él es solo la voz de la Palabra, un testigo de la Luz; un profeta íntegro en palabras y acciones, su “sencillez” motiva y cuestiona a su pueblo. Al Bautista los aplausos no le embriagan de poder ni se aprovecha de ellos para abandonar la sobriedad.

 

La alegría del conocimiento. “Todas estas cosas y otras las guardaba en su corazón”

La humildad no significa ignorancia, ni debilidad. Ilustra su fe, ilumina su razón. Para lograr sus objetivos emplea estrategias reales, se informa, lo asume, se apasiona. Esta es la gasolina que aviva el fuego, la convicción que le aleja de la mediocridad. Juan el Bautista dice “no soy digno de amarrar la correa de su sandalia” y Jesús dirá: “no hay un hombre más grande que Juan el Bautista” (cfr Mt. 11, 11-15).

 

La alegría de la fe y esperanza. “No temas María, el Señor está contigo”

Juan el Bautista no vivirá para ver los frutos de su predicación. Los profetas, los hombres amantes del bien común, no se interesan en la popularidad del mañana, sino en el futuro óptimo para sus compatriotas. Sólo la fe puede ayudar en este sentido del mañana. Estar convencido de las transformaciones sociales, de nuevas mentalidades, de superar los imperativos innecesarios y dañinos. Por ejemplo: los extremismos religiosos y políticos, la corrupción, las injusticias, la violencia. Tenemos claro, pero ¿Por qué no lo logramos superar? ¿Vivirás para ver, por ejemplo, que se cumplieron los objetivos del Milenio?

 

 

 

 

 Reflexión del Papa Francisco:

Para preparar el camino al Señor que viene, es necesario tener en cuenta los requisitos de conversión a la que invita el Bautista ¿Cuáles son estos requisitos de conversión? Ante todo, estamos llamados a rellenar los barrancos causados por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a los demás con los mismos sentimientos de Jesús, es decir, con esa cordialidad y atención fraterna que se hace cargo de las necesidades del prójimo. Es decir, rellenar los barrancos producidos por la frialdad. [...] El creyente es aquel que, a través de su hacerse cercano al hermano, como Juan el Bautista, abre caminos en el desierto, es decir, indica perspectivas de esperanza incluso en aquellos contextos existenciales tortuosos, marcados por el fracaso y la derrota, porque el centro de nuestra vida es Jesús y su palabra de luz, de amor y de consuelo ¡Es Él! ÁNGELUS 9 de diciembre de 2018

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
El confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
«No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.


👀Para profundizar 

👍Pautas para Homilía

👍Reflexión exegética

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👍Homilías breves


👀Pintura 

Virgen con el Niño, santa Isabel y san Juanito 
1665-1670, ParísMuseo del Louvre

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