II Domingo de Pascua (A): Santo Tomás Apóstol duda de la resurrección

“¡Señor mío y Dios mío!

La duda de Tomás es contrastada con la presencia de Jesús en cuerpo y espíritu. Jesús rompe los muros del miedo para traernos la paz y aclararnos la resurrección.


La duda de Tomás el mellizo
 

II Domingo de Pascua

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

 

¿Quién es el apóstol Tomás? 

Llamado “Tomás el incrédulo”, era judío y pescador de oficio. Según la tradición fue evangelizador en Siria, Edesa, fundó la primera comunidad cristiana de Babilonia; desde Muziris se embarcó para la India, donde una lanza lo atravesó e hizo mártir, en la actual Chennai, el 3 de julio del año 72. 

 

“Hemos visto al Señor”

Cuando te invitan a celebrar la Resurrección te puede sonar a misteriosa y desconocida. ¿No has visto al Señor? La resurrección generó dudas en los discípulos del mismo Jesús y en sus contemporáneos. Pero la duda al ser contrastada por el mismo Jesús encendió la mecha misionera y los ánimos de los seguidores de Jesús, por ello, es como un eslogan el : “Cristo ha resucitado ¡Aleluya!¡Aleluya!” (Christós anésti! Alithós o Kyrios! / Surrexit Dominus vere, alleluia!)

 

La actitud del Apóstol Tomás no se queda en la duda, sino que se embarca en un proceso de convicción. La actitud de Jesús fue la de ayudarles a sus discípulos a descubrir quién es y su presencia en el corazón de cada uno. Jesús va recreando/restaurando las vidas, va mostrándoles la paz y despertando la fe, la respuesta de quienes dudan como el Apóstol Tomás.

 

La resurrección y la paz

La paz es el primer fruto de la resurrección de Jesucristo. La paz mostrada en las manos y el costado de Jesucristo. Esta paz no puede quedarse en las huellas de la espada o la violencia. 

 

La paz no puede ser fruto de la crucifixión, tendríamos que crucificar a todos los líderes que no buscan la paz, aunque muchos lo verían pertinente. Jesús muestra sus heridas de ser humano y a la vez es el mismo Dios, capaz de traspasar los muros del miedo y decepción. Es decir, Dios ofrece la paz a pesar de la violencia, de todo tipo de ingratitudes y la posibilidad de retomar un camino de perdón. 

 

La resurrección y la creación

En la creación Dios sopla y hay vida, ahora Jesús sopla y dice que reciban el Espíritu Santo, es decir, los recrea en el espíritu para una nueva misión: perdonar pecados. El mismo que exhaló y murió en la cruz es ahora quien les alienta, les saca de sus muros, les muestra que cada uno es más grande que sus propios miedos.

 

El orfebre de la humanidad también da sentido a la existencia humana. Es capaz de mostrarles una nueva humanidad. ¿Cómo Jesús y 12 apóstoles pueden impactar en la humanidad? La confianza y seguridad infundida en sus seguidores continuará, con muchos obstáculos, pero sin límites.

 

En este mismo momento en alguna parte del mundo muchos están atacando a los cristianos, y muchos cristianos están celebrando la eucaristía. En esta nueva humanidad iniciada por Jesucristo sigue en su edificación, la cual se construye con cada acción de paz, con cada duda resuelta, con cada perdón que tú mismo puedas realizar.

 

La resurrección y la profesión de fe: “Señor Mío, Dios mío”

Ante nuestras dudas frecuentes y depresivas tenemos un “Mellizo”, el Apóstol Tomás que pasa de la duda a la profesión más elocuente: “Señor mío, Dios mío”. Y para comprenderle mejor a Tomás debes saber lo siguiente: Tomás es un judío piadoso, llamarle Dios (“Dios mío”) a alguien significaría blasfemar, y peor en un contexto en el que Jesús fue acusado de blasfemo. Esta frase, pronunciada sin estar convencido, sin la presencia y aceptación comunitaria, podría ser causal para lapidarlo.


Hay un gozo ya para quienes no necesitan de tantas pruebas para creer en la Resurrección. Son personas que no ven el fin de Jesucristo con la injusticia, sino que ven a Jesucristo como la fortaleza para superar todas las injusticias, la violencia, las difamaciones. Dios mismo es la fuente de esa gran alegría, “Felices los que creen sin haber visto”.

 

En conclusión, la duda te va asaltar en todo momento, pero la duda es peligrosa y pasajera. En cambio, Jesús te da el soplo de vida, el saludo de la paz, el hálito del Espíritu Santo directo a tu corazón. No temas ante las amenazas, pese a los grandes escándalos no te decepciones, Jesús te hace libre más allá de tus propias cadenas.

 

Palabra del papa Francisco

A pesar de su incredulidad, debemos agradecer a Tomás que no se conformara con escuchar a los demás decir que Jesús estaba vivo, ni tampoco con verlo en carne y hueso, sino que quiso ver en profundidad, tocar sus heridas, los signos de su amor. El Evangelio llama a Tomás «Dídimo» (v. 24), es decir, mellizo, y en su actitud es verdaderamente nuestro hermano mellizo. Porque tampoco para nosotros es suficiente saber que Dios existe; no nos llena la vida un Dios resucitado pero lejano; no nos atrae un Dios distante, por más que sea justo y santo. No, tenemos también la necesidad de “ver a Dios”, de palpar que él resucitó, resucitó por nosotros.

 

II Domingo de Pascua, 8 de abril de 2018


  

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. 

Pintura: 🎨

Duccio, panel de su retablo MaestàMuseo dell'Opera Metropolitana del DuomoSiena

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