III Domingo de Pascua (A): Los discípulos de Emaús. Lo reconocieron al partir el pan
“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”
Los discípulos de Emaús somos nosotros en el camino de fe. Jesús ilustra nuestro camino para iluminar nuestros corazones y misión de predicación.
III Domingo de Pascua
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)
Los discípulos de Emaús desconocen a Jesús durante el camino, pero sienten que su palabra les consuela, les da un panorama del sentido de la experiencia que viven. Una vez que lo reconocen expulsan las dudas y falsas promesas y emprenden una misión.
¿Quiénes son los discípulos de Emaús?
Uno de ellos es llamado Cleofás y el otro lleva tu nombre. Tú y Cleofás no son parte de los doce apóstoles, pero son seguidores de Jesús, experimentando su ausencia, desahogando tus frustraciones y también falseando los hechos.
Un camino sin fe
Los discípulos de Emaús regresan tristes, han perdido la fe y la esperanza en Jesús. Como tú y yo, nuestras tristezas radican en la poca confianza. Nuestro caminar sin fe corresponde a expectativas muy personales.
Cleofás, en el camino de regreso a Emaús, narra su versión personal de los hechos y le reprocha al forastero su desconocimiento de los hechos sobre la muerte de Jesús. Es decir, Cleofás y tú escucharon y siguieron a Jesús, pero no le conocieron; ahora lo encuentran y necesitan ser acompañados para reconocer al mismo Jesús.
Cleofás describe una derrota, una decepción. En el camino, el forastero también le reprocha su dureza de corazón y su cerrazón para comprender la Sagrada Escritura. El forastero era un extraño, sigue siendo desconocido a lo largo del camino. Es como decir que existe Jesús, pero no creer que es Dios; un pasado de decepciones y un presente sin fe.
Jesús reaviva sus corazones
El forastero en el camino escucha la experiencia de la iglesia primitiva y explica el sentido de aquellos acontecimientos. Durante la explicación sentían que sus corazones se reavivaban. Le invitan a la cena y allí reconocen al mismo Jesús en sus palabras de bendición del pan.
Jesús es capaz de acompañar en el camino de discernimiento de sus discípulos. Cleofás y tú, y yo, y nosotros, llevamos así a un Jesús resucitado, ya no al desconocido ni al que nos decepcionó. Las expectativas van más allá de la interpretación superficial de los acontecimientos.
Jesús traspasa los acontecimientos para revelarse como resucitado. Ya no sólo para liberar de la esclavitud de un determinado pueblo, sino para la liberación de la humanidad.
Palabras del papa Francisco
En la vida tenemos dos direcciones opuestas
De los dos viajes, el Santo Padre señaló que el primero, de día cuesta abajo, transcurre “en la tristeza”, mientras el segundo, cuesta arriba y de noche, lo hace “en la alegría”. ¿Por qué?
En el primero está el Señor caminando a su lado, pero no lo reconocen; en el segundo ya no lo ven, pero lo sienten cerca de ellos. En el primero están desanimados y desesperanzados; en el segundo corren para llevar a los demás la bella noticia del encuentro con Jesús Resucitado.
Esos “dos caminos diferentes de aquellos primeros discípulos”, precisó Francisco, “nos dicen hoy que en la vida tenemos ante nosotros dos direcciones opuestas”:
Está el camino de los que, como aquellos dos del principio, se dejan paralizar por las desilusiones de la vida y van adelante con tristeza, y está el camino de los que no se ponen a sí mismos y sus problemas en primer lugar, sino a Jesús que los visita, y a los hermanos que esperan su visita. Es decir, los hermanos que esperan que nosotros cuidemos de ellos.
(Regina Coeli, 26 de abril de 2020)
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35
Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;
iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Pintura 🎨
Los discípulos de Emaús o Cena de Emaús
(Cena in Emmaus)
Los discípulos de Emaús o Cena de Emaús (en italiano, Cena in Emmaus) es un óleo sobre lienzo pintado en 1602 por el artista italiano Michelangelo di Caravaggio. Tiene 140 centímetros de alto y 197 cm de ancho. Se conserva en la National Gallery de Londres. En 1606 el artista hizo una segunda versión del mismo tema, que se conserva en la Pinacoteca de Brera de Milán.
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