Domingo de Pentecostés: Fiesta del Espíritu Santo

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

¿Qué es Pentecostés?

Es una fiesta cristiana que conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesucristo, 50 días después de la Pascua, Resurrección de Jesucristo.

 

Pentecostés de Tiziano

 Domingo de Pentecostés

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)


El término Pentecostés tiene raíces en el judaísmo y está relacionada con la festividad judía Shavout, celebrada 50 días después de la pascua judía o fiesta de la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Es decir, la Shavout recuerda la entrega de la Torá (los cinco libros de Moisés) en el monte Sinaí.

 

¿Qué significa Pentecostés para los cristianos? 

El nacimiento de la Iglesia porque los discípulos reciben el poder del Espíritu Santo para predicar el mensaje de Jesús por todo el Mundo. Hoy celebramos la renovación espiritual y el fortalecimiento de la fe. Realmente es importante para la reflexión y la oración: 

 

Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.


¿Por qué Pentecostés es una gran celebración?

Ponle atención a la siguiente analogía: un sembrador y la semilla. No te contaré la parábola de la semilla. Cuando la muerte parecía haber tenido victoria Jesús resucita y nos muestra una vida después de la muerte, una vida eterna. La resurrección de Jesús se ha celebrado durante 50 días. La semilla es preparada durante 50 días para germinar. Por ello, es el nacimiento de una iglesia, fundada en la resurrección de Jesucristo y acompañada por el Espíritu Santo. No es una fiesta de cosecha, el tiempo dedicado a la semilla muestra la calidad de su germinación. La cosecha está en la vida eterna. En esta vida, tenemos ya una planta que crece, enfrentando heladas y tempestades, pero también nutriéndose del agua, tomando color y sabor de los rayos de su sol, de sus estaciones lunares.

 

De acuerdo al evangelio cabe reflexionar en dos momentos de nuestra existencia:

«Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

-       Los discípulos estaban encerrados por miedo. Eso hacemos en nuestra vida, nos encerramos a la primera amenaza, nos refugiamos en aquellos estados que nos dan comodidad: en un grupo exclusivo, tras nuestras propiedades, en un blindaje tradicional, en nuestras reacciones violentas. Éstos y otros son refugios que nos protegen aparentemente, de enemigos imaginarios, de los grandes desafíos y de la autenticidad de vida.   

 

Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

-       El Resucitado les ha causado una alegría capaz de sacarles de sus refugios “seguros”, en el fondo eran: poca serenidad, escasa fe, comodidad, egoísmo, etc. Es decir, esta paz que les anuncia Jesús los desinstala de sus seguridades para enfrentar los riesgos, los temores, los prejuicios,…

 

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

-       El mayor reto de nuestra vida es comprendernos, respetarnos, solidarizarnos y ser justos. Los conflictos de las comunidades más básicas son a causa del egoísmo y la injusticia. Formar familia implica una donación hoy, mañana y siempre. Tener hermanos significa compartir y despilfarrar, pero se debe cuidar que entre hermanos no se rompa la justicia. Organizar y ser parte de una comunidad implica entender muchos idiomas, formas de comportarse, desinstalarse y ayudar a desinstalar el miedo y la comodidad. Los discípulos estaban ya cómodos, pero Jesús les da una misión que implica enfrentar las caras gruñonas y los grandes intereses de la gente.

-       El gran problema es que puedes encerrar tu casa con llave y grandes alarmas para sentirte seguro, pero todas estas seguridades no detienen a Dios, no puedes bloquear a Dios. ¿No te parece raro que existan personas dedicándose a la oración por horas, pero no quieren escuchar a Dios, ni un momento de silencio para sentir una pisca del amor y la alegría de Jesús? Es una existencia triste poner a Dios como excusa y no escucharlo; es más triste no revisar el envío que nos ha dado: escuchar / recibir el Espíritu Santo, perdonar pecados, … 

-       En este día, recordemos que Jesús se las ingenia para sacarte de tu aparente paz, de tu cenáculo, de tus miedos. Aquellas seguridades sin misión son castillos de arena; aquellos “cenáculos” seguros no siempre cumplen la misión de Jesús. Un ser humano sin espíritu seguro es un cadáver, una comunidad sin espíritu es una junta de seres filantrópicos. La paz que trae el Espíritu Santo es de salida, de amor a la misión, de la alegría carismática, de la necesidad humana para crecer junto a los otros, del sentido humano de ser cada día un servidor de Jesús, de una alegría que desinstale egoísmos. 

 

Terminemos con la oración / secuencia.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

 

Palabra del papa Francisco:

Espíritu Santo, Espíritu Paráclito, consuela nuestros corazones. Haznos misioneros de tu consolación, paráclitos de misericordia para el mundo. Abogado nuestro, dulce consejero del alma, haznos testigos del hoy de Dios, profetas de unidad para la Iglesia y la humanidad, apóstoles fundados sobre tu gracia, que todo lo crea y todo lo renueva. Amén.

 (Homilía, Pentecostés, 2021)

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Pintura:🎨

Pentecostés (1546), de TizianoSanta Maria della SaluteVenecia


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