XXV Domingo del tiempo ordinario (A): Parábola de los trabajadores de la viña
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
La parábola de los trabajadores de la viña nos enseña sobre la justicia y la generosidad divina, así como la importancia de no envidiar las bendiciones de los demás.
XXV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)
En el reino de los cielos, las recompensas no se basan en el tiempo de servicio o en los méritos humanos, sino en la gracia y la generosidad de Dios. También enfatiza, la parábola, que Dios tiene el derecho de ser generoso con aquellos que se acercan a Él en cualquier momento de sus vidas, sin importar cuánto tiempo hayan servido o cuán buenos sean.
El patrón de la viña
El patrón de la viña no es el patrón de la esclavitud. Espera y busca. En esta viña necesitas tener esperanzas y acciones, esperar y buscar. Dios es el esperado y también el buscado. Tú también eres el esperado y el buscado.
A toda hora te espera tu padre o tu madre, quien te ama te espera siempre. Nuestras vidas se fundamentan en una dimensión espiritual, en el mismo Dios, Padre, empleador, patrón de viña. Dios tiene el criterio para salvarnos aunque no sea coherente con nuestros criterios.
Dios conoce lo profundo del corazón, es contracultural y desproporcionado al manifestar su gracia. ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
La justicia de la misericordia es desproporcionada
La justicia del amor parece una paradójica injusticia. Paradójica porque el corazón tiene la urgencia de amar y lo primero que hace es juzgar, medir, condenar. Sus expectativas en una justicia proporcional son removidas amargamente por una justicia del amor, por la misericordia.
Quieres ganar algo proporcional a tus esfuerzos, pero no es justo envidiar la suerte de otra persona. Detrás del esfuerzo hay también una tristeza y desesperación que hacen sonar los estómagos de los desempleados. El trabajo en la viña también es generosidad y nos queda ser agradecidos. El sol quema menos en el trabajo que en la desocupación incierta de un parque.
La proporcionalidad lógica o la justicia, el justo medio, no se da comparándote con otro obrero. Todo ello se da en una relación personal y real con el mismo patrón. Que el patrón haga trabajar más o pague más, en la línea de la justicia, son ya asuntos en los que no entran los gremios; la generosidad es un acto libre.
La justicia de la misericordia está regalada para todos y por ello debería ser motivo de alegría la misericordia de Dios con “los últimos”. Lo que pudo estallar en aplausos de alegría, bombeó amarguras y reclamos.
El pan de cada día y la salvación
Queremos recibir el pan de cada día, ya sea por justicia o por misericordia, pero nunca por codicia o injusticia. Algo parecido sucede con la salvación, por misericordia desproporcionada y contracultural. En esta viña, al final del día todos reciben pan; en la viña de Dios, al final de la vida, todos reciben la salvación.
Suena escandaloso que con dinero o sin dinero terminamos en una tumba. Más escandaloso para quienes creían tener el monopolio del cielo, que al final de la vida tanto los pecadores que se arrepienten en la juventud como los que llegan a la vejez reciban la misma salvación.
No es la única escena escandalosa, ¿acaso no es contracultural decir que las prostitutas (pecadoras) llegarán antes al Reino de los cielos?; a la mujer encontrada en adulterio: “yo tampoco te condeno, vete y no peques más” (Jn, 811); al buen ladrón: “hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23,43).
En esta lógica, de ir contra la cultura con el afán de preservar el valor fundamental de un Dios amoroso y generoso, de un hombre igual en dignidad y derechos; sería interesante meditar la sugerencia del papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante: sobre la libertad de elegir si migrar o quedarse y a imaginarnos cómo podemos apoyar y acompañar a las personas que se enfrentan a esta dura decisión.
Oración por el migrante y refugiado
Palabra del Papa Francisco
Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación. Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades. Es un esfuerzo que comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer. Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común.
(Mensaje Del Santo Padre Francisco para la 109ª Jornada Mundial del Migrante Y del Refugiado 2023)
Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo:
“Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido».
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
“Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.
Le respondieron:
“Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo:
“Id también vosotros a mi viña».
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
“Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
Pintura 🎨
Pintura de la parábola, de Patrick Paearz de Wet , mediados del siglo XVII
La Parábola de los trabajadores de la viña, también llamada Parábola de los obreros de la viñao Parábola del patrón generoso, es una parábola de Jesús que aparece en el capítulo 20, del Evangelio de Mateo del Nuevo Testamento.
Jacob Willemszoon de Wet, o Jacob Willemsz. de Wet el Viejo (Haarlem, c. 1610 - Haarlem, 1675 o 1691), fue un pintor holandés, cuyas obras estuvieron influidas en gran medida por Rembrandt.
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Parábola de los viñadores, pintada por Jacob Willemszoon de Wet, mediados del siglo XVII
De Wet enseñó a varios pintores, el más famoso de los cuales fue Paulus Potter. Otros alumnos fueron:
Jacob de Wet II, su propio hijo
Jan Vermeer van Haarlem el Viejo (no confundir con Vermeer de Delft)
https://www.wikiwand.com/it/Jacob_de_Wet
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