VI Domingo de Pascua (B): Ustedes son mis amigos por siempre

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

La amistad es un don que viene de Dios. La amistad mal llevada puede alejarnos de Dios. Pero estamos destinados al amor de Jesús, y sin él la amistad no marcha.

 

Los amigos de Jesús


VI Domingo de Pascua

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

Ser amigos

“Soy tu amigo” es una confesión de sentimientos, de cercanía, alegría, confidencia, de preocupación o corrección. Cercanía, porque existe una comunicación directa, de conocimientos mutuo, es como la oportunidad para reírse de los errores y aciertos. Alegría, porque inspira buen clima, esa persona le pide a Dios que te bendiga, sabe el grado de importancia que tienes para su vida. Confidencia, porque existe la posibilidad de confesarse equivocado, débil, de llorar, renegar, siempre en un diálogo horizontal, donde ambos no son jueces ni abogados del mal. De preocupación y corrección porque puedes intuir los límites, dibujar horizontes en medio de las crisis, en los peores momentos buscas que esa persona sea mejor, más buena y santa. Pero este pequeño esbozo de amistad no está terminado, es lo que el cerebro humano puede proyectar.

 

La amistad es un desafío

En la amistad se ponen al servicio o en juego el interior de las personas. Para ser cercano es capaz de confianza; para ser alegre tiene dosis de libertad; para ser confidente, una madurez suficiente para distinguir sentimientos y circunstancias. Con el tiempo, sabes distinguir a las buenas amistades, a las de ocasión, a las que recurren a tu bondad, aunque hayas comprobado que no es mutua. Entonces hay amistades que mantienen la llama encendida, otras meramente recursivas, y las que quedan los buenos recuerdos. La amistad es siempre una oportunidad entre dos personas, lo interesante es que no cuesta dinero, tampoco se puede comprar, porque el interés oxida los corazones.

 

“Ustedes son mis amigos”

Esta confesión tiene un pasado de amistad, un ejercicio del amor puro, de la entrega a la voluntad, de la confianza en la providencia, de la alegría de sentirse amado, incluso de la convicción del sufrir por salvar a la otra persona a causa del amor.

 

En esta dimensión la amistad recobra fuerza, emprende camino, no se queda sólo en escuchar y comprender. Inicia todo un programa de vida. Se ve el futuro a todo motor. El amor recibido de Dios, la misma experiencia que ha tenido Jesús al ser amado por su Padre es la que experimentan los discípulos. La ventaja es que la amistad es de dos, cuando es de uno se corrompe, en la misma intensidad pone fuego en sus palabras de los apóstoles para salir y tener la alegría de contar sus experiencias, de dar testimonio de sus cambios de vida. 

 

No se trata de un privilegio en el que agachas la cabeza y te sientes indigno, eso sería corromper la amistad. Yo no quiero agachar la cabeza cuando me siento amado, ni sentir la obligación de corresponder, sino prender la chispa que lleve a mi corazón a gozar de sentirse elevado, trascendente, de esa alegría inagotable, del fuego de Dios que chamusca todas las dificultades.

 

Amar como Dios ama

El amor de Dios, respetar los mandamientos o los tips que Dios dio para vivir el amor, ser amados como ama Dios, permanecer en ese amor, para que esa alegría llegue a la plenitud, su permanencia se deba a saber amar de la misma manera, a no ser esclavos sino amigos, a tener la confianza y el conocimiento de ese misterio, así ya no hay amor escondido, ni secretos. Así, el amor es una marca, un sí o sí, del hombre, de los seres humanos que se reconocen prójimos, pero que se van al precipicio si no recurren a Dios, si no le dejan a Jesús ser corazón de la amistad.

 

  • Hoy escribe los nombres de tus amigos, preséntales en el corazón del mismo Jesús.
  • Pide por quienes fingieron ser tus amigos, por los que te defraudaron, por los que se alejaron, por los que están en la presencia de Dios.
  • Pide por quienes están llenos de egoísmo, por su soledad profunda, por sus llantos y presunciones, pero sobre todo porque tenga un corazón dócil con Jesús.
  • De manera especial, pide por las veces que no pudiste ser amigo, por tu amistad con Jesús. ¿Jesús me llamará para ser su amigo? ¿Yo quiero ser su amigo?  

 

Palabra del papa Francisco

«un don que el Señor conserva siempre» y que «él es fiel a este don». Mientras al contrario, «muchas veces nosotros no lo somos y nos alejamos, con nuestros pecados, con nuestros caprichos y muchas otras cosas». Sin embargo, «él es fiel a la amistad porque nos ha llamado a vivirla. Nos ha elegido por esto, para ser sus amigos: “Ya no os llamaré siervos —dice en el Evangelio (Juan 15, 9-17)— os llamaré amigos”. Y esta palabra la conserva hasta el final». Al respecto el Pontífice pidió pensar con atención en «cuál es la última palabra» que Jesús «dirige a Judas, precisamente en el momento de la traición». Y la respuesta es sorprendente: «“Judas, amigo”. Cuando precisamente Judas iba a entregarlo, Él le dice “amigo”, le recuerda esto. Porque Él es fiel». El Señor «no dice: “Vete porque tú te has alejado de mí. Vete”. ¡No! Él hasta el final es fiel a este don que nos ha dado a todos: el don de la amistad»

 

(Homilía, 14 de mayo de 2018)

  

 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».

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