I Domingo de Adviento (C):

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación

 

Jesús vendrá y nos debe alegrar, no tener miedo. El primer domingo de Adviento es una invitación a mantener la esperanza firme en Jesús que viene a liberarnos.

 

Virgen de la esperanza

Virgen de la Esperanza con ángeles músicos. Juan Sariñena (Aragón, 1545 - València, 1619)

© Museo de Bellas Artes de Valencia


I Domingo de Adviento

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

 

Iniciamos el primer domingo de Adviento. El tiempo de adviento sirve para ejercitar la esperanza, la fe y la caridad como preparación para celebrar mejor el Nacimiento de Jesucristo, la Navidad. Así, el misterio de la Encarnación cobra vida en nuestra existencia.

 

¿Cómo mantener la esperanza a pesar de que no podemos controlar la naturaleza?

Si le das una ojeada al mapa de desastres naturales y artificiales del planeta te sorprenderá, el Apocalipsis queda patentado, desde terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas, hasta zonas de riesgo biológico o acercamientos de asteroides a la Tierra. Es decir, los signos cósmicos pueden ser monitoreados, pero no controlados. Por ejemplo, la inundación más devastadora conocida es la del río Misisipi (1927) en Estados Unidos, el desborde del Río Amazonas en 1953, las inundaciones de la DANA en España (2024) entre otras generaron controversias sobre la prevención.

 

Ante estos fenómenos no podemos dejarnos arrastrar por la desesperación y el miedo. Es la oportunidad para fortalecer la esperanza. Los fenómenos traen consigo un cambio radical en el orden del mundo.  Entonces, si todo lo creado está bajo el dominio de Dios significa que debemos confiar en su promesa, leer los signos temporales y agradecer por el aire, el sol, el agua, la tierra, etc que Dios nos ha dado para ser administradores prudentes y respetuosos.Humildemente necesitamos prevenir los desastres en nuestras relaciones, especialmente con Dios.

 

¿Cómo mantener la esperanza en medio del caos humano?

Las catástrofes en realidad son imágenes de la maldad que corroe nuestro corazón. A propósito, el Documento Final del Sínodo de Obispos, publicado en octubre de 2024, señala las conversiones en las relaciones. Cómo evitar las relaciones catastróficas con uno mismo, con el prójimo y con Dios. Estas mismas relaciones pueden trastornar la relación con la naturaleza.

 

Ejemplos de ello los tenemos a la mano: nuestras relaciones turbulentas con las personas, la intolerancia, la falta de respeto. Las guerras. La clase política altamente capacitada para robar y matar, salvo poquísimas excepciones. Los sistemas educativos jalados a la ignorancia práctica. 

 

Lo inútil de todo ello es que las relaciones turbulentas tienen consecuencias más allá de las ojeras y la panza, el estrés, las enfermedades crónicas y en lo más profunda del alma la falta de paz, mucha amargura, dolor, impotencia. El caos se va generando porque el sujeto roto se va alejando progresivamente de Dios, de su familia, de sus amigos. La violencia solapada es como una pesadilla y se necesita más vigilancia en las palabras, las acciones, los gestos, las expresiones. Pero, la vida según el evangelio traspasa el autocontrol personal. Dios puede sondear el alma humana, sanar las grietas escondidas, restaurar el brillo opacado.

 

¡Mi alma espera en ti Señor!

Han comenzado a suceder estas cosas catastróficas, Jesús pidió a sus discípulos que levanten la cabeza porque se acerca la liberación. Así, mientras que otros tiemblan de miedo, los creyentes tienen razones para esperar con confianza. También se puede decir que nacerá el niño Jesús para liberarnos de las fuerzas opresoras, la fe para darnos la capacidad de vivir con esperanza activa, conscientes de que Dios está actuando incluso en medio de la crisis.

 

El llamado es a la vigilancia y a la oración. "Tengan cuidado, no sea que sus corazones se entorpezcan por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida".  Los momentos de oración son de gran intimidad con Dios, es un diálogo sincero y sanador. Dios escucha nuestras plegarias, nos acompaña en los momentos más turbulentos. 

 

La venida de Dios en esta navidad nos encuentre en medio de la crisis, pero con esperanza firme, con preocupaciones, pero no al margen del amor, con muchos desafíos pero sabiendo que contamos con su ayuda y presencia; en todo, Dios tiene la última palabra.

 

Palabra del papa Francisco

Es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón. Especialmente cuando sentimos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas. La oración despierta el alma del sueño y la centra en lo que importa, en el propósito de la existencia. Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. Ahora estaba viendo, en el programa “A su imagen”, una bella reflexión sobre la oración: nos ayudará verla, nos hará bien. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones. En Adviento, acostumbrémonos a decir, por ejemplo: "Ven, Señor Jesús". Solo eso, pero decirle: “Ven, Señor Jesús”. Este tiempo de preparación para Navidad es hermoso: pensemos en el pesebre, pensemos en la Navidad, y digamos con el corazón: “Ven, Señor Jesús, ven”. Repitamos esta oración a lo largo del día y el ánimo permanecerá vigilante. “Ven, Señor Jesús”: es una oración que podemos repetirla tres veces, todos juntos. “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”.


Ángelus, 28 de noviembre de 2021 | Francisco

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».


Pintura: 

Virgen de la Esperanza con ángeles músicos. Juan Sariñena (Aragón, 1545 - València, 1619)

© Museo de Bellas Artes de Valencia

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