Homilía y Reflexión

Homilía para "Reflexionar la vida terrena a la luz de la Sagrada Escritura"

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“Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”

Jesús no solo cura, también salva. Diez leprosos fueron sanados, pero solo uno regresó agradecido, descubriendo en Jesús al Salvador. La verdadera fe no se queda en recibir favores, sino que nace de la gratitud y se arraiga en el amor que transforma la vida. La pregunta queda abierta: ¿nos conformamos con ser curados… o buscamos también ser salvados?


Jesus Healing the Leper by Jean-Marie Melchior Doze

XXVIII Domingo del tiempo ordinario (C) 


Ser curado y no salvado

Durante la etapa más dura de la pandemia del Covid-19, cuando la muerte golpeaba con más fuerza, muchos no podían dar cristiana sepultura a sus seres queridos. Aun con el dolor en el corazón, se comprendía a quienes no reclamaban el cuerpo de un familiar por miedo al contagio. Aquella experiencia nos dejó una herencia: hoy somos más cautelosos para dar la mano o un abrazo fraterno. La prevención, necesaria en su momento, se convirtió poco a poco en hábito. Pero también, sin darnos cuenta, fue abriendo paso a otra pandemia silenciosa: la soledad; evitar a los demás.


Jesús y los leprosos

¿Qué escandalizó en la relación de Jesús con los leprosos?

Que no los saludaba desde la distancia de un altar, ni subido a una roca, ni desde la altura de su majestad divina. Jesús se acercaba. Escuchaba el grito de los leprosos y respondía. Era el Pastor que huele a oveja, el que no teme mancharse con la miseria de los suyos.

Cada uno de nosotros puede identificarse con aquellos leprosos y gritar: “Jesús, ten compasión de mí”. Y lo asombroso es que Él viene, escucha, habla contigo, te muestra un camino de sanación y después te deja libre. No te obliga a ser agradecido. Simplemente te devuelve la dignidad, te incluye.


¿Qué significa ser sanado por Jesús?

Significa recuperar la igualdad perdida, volver a ser parte de la familia, de la comunidad, de la asamblea. Es volver a tener lugar en la sociedad y ante Dios.

Los discípulos de Jesús también necesitaban aprender esto. Querían orar mejor, tener más fe, seguir al Maestro, pero muchas veces lo hacían de forma mecánica, sin comprender a fondo. El evangelio los coloca en camino, no desde Galilea hacia Samaria, sino al revés: primero Samaria, luego Galilea. Como si dijera: el verdadero camino del discipulado empieza en la periferia, en la tierra de los despreciados, en los que adoran a Dios en otro monte.

Así, los discípulos —y nosotros— estamos llamados a aprender de la fe confiada de los leprosos y de la gratitud inesperada del samaritano.


Nueve curados, uno salvado

La pregunta resuena: ¿Solo uno volvió agradecido?

Nuestro prejuicio rápido juzga a los nueve ingratos. Pero el texto nos invita a mirar más profundo. Jesús mismo, el único Salvador, caminaba espiritualmente solo, sus discípulos no comprendían bien su misión en Jerusalén. Los nueve cumplían la Ley, volvían a los suyos, seguían su tradición. Pero lo hacían desde prejuicios que, aun sanados, no les permitían reconocer al Salvador.

Solo uno rompió esquemas. Volvió sobre sus pasos, se arrodilló, alabó a Dios y reconoció en Jesús no solo a un sanador, sino al Hijo de Dios. Fue curado, sí, pero sobre todo fue salvado.

Y aquí se nos plantea la pregunta incómoda:

- ¿Somos de los que reciben favores pero se olvidan del Dador?

- ¿De los que han sido curados, pero no buscan la salvación?

- ¿O de los que, agradecidos, reconocen en Jesús al Salvador y abren la vida a su amor?


La lepra de hoy

Te suena: evitar a los demás, auto-referencia, corrupción,... La lepra no siempre es visible. A veces se manifiesta en heridas interiores: baja autoestima, soledad, depresión, incapacidad de creer en nosotros mismos. Otras veces somos nosotros quienes “leprosamos” a los demás con miradas que juzgan, con comunidades que marginan, con estructuras religiosas que prefieren la tradición muerta al soplo del Espíritu, o incluso, las que han perdido el mínimo espíritu original.

Lo triste es que, en el camino de Samaria a Galilea, los que se llaman creyentes muchas veces han ahogado el oxígeno de la fe viva bajo el peso de lo acostumbrado: “siempre se ha hecho así”. Jesús, en cambio, abre caminos nuevos.


Encontrarse con Cristo en la lepra

“Y le salieron al encuentro unos leprosos” (Lc 17,12). En otra ocasión, “Jesús tocó al leproso” (Lc 5,13). Él se deja encontrar en el umbral más oscuro del sufrimiento humano. Desde la cruz, nos invita a buscar su rostro en los enfermos, en los descartados, en quienes sufren.

San Juan Pablo II lo decía con fuerza: el ejemplo de Cristo debe animarnos a perseverar en la cercanía, incluso allí donde el miedo o los prejuicios levantan muros. Aunque nuestros esfuerzos parezcan inútiles, no debemos desistir. El grito de los leprosos —“¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!”— sigue resonando hoy en tantas formas de exclusión.

La pregunta final queda abierta para nosotros:

¿Queremos ser solo curados… o también salvados?

 

 Palabra del Papa Benedicto XVI

“Ante todo, nos permite pensar en dos grados de curación:  uno, más superficial, concierne al cuerpo; el otro, más profundo, afecta a lo más íntimo de la persona, a lo que la Biblia llama el "corazón", y desde allí se irradia a toda la existencia. La curación completa y radical es la "salvación". Incluso el lenguaje común, distinguiendo entre "salud" y "salvación", nos ayuda a comprender que la salvación es mucho más que la salud; en efecto, es una vida nueva, plena, definitiva.”

Benedicto XVI - Ángelus - Plaza de San Pedro - Domingo 14 de octubre de 2007

 

Evangelio según Lucas - Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

Pintura:

  • Jesús sanando al leproso

  • Jesus sana al leproso



“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”

La fe auténtica convierte lo imposible en posible y da sentido al servicio sin recompensa. Ser “siervos inútiles” es aprender a amar sin esperar, confiando en que Dios hace fecundo lo pequeño.
Jesús Servido

Cristo servido por ángeles. Coello, Claudio. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

XXVII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Lo imposible de la religión: “sin fe”

Acércate a Dios y atrévete a pedirle lo imposible. ¡Es tu oportunidad!
Jesús dice que basta una fe del tamaño de una semilla de mostaza para mover montañas. Parece absurdo: ¿quién podría ordenar a un árbol que se arranque y se plante en el mar? Sabemos que en el agua salada hay vida, pero no es el lugar natural de los árboles frondosos. Sin embargo, el Evangelio no habla de botánica, sino de confianza: la fe hace posible lo que parece inverosímil.

Un servidor que no espera recompensa

La misión del servidor es servir; la del amo ser servido.Cada uno cumple su papel sin conflicto. Pero enseguida surgen las objeciones: ¿no somos todos iguales?, ¿no debe el amo servir también?, ¿no sería justo recibir una recompensa?, (escribe si se te ocurre otras).
Estas preguntas revelan nuestra tensión interior entre el mérito y la gratuidad. Jesús nos propone otra lógica: servir sin calcular, amar sin esperar, trabajar sin reclamar.

Lo inusual, ¿tiene sentido?

Si al caer la noche sientes que has hecho lo que debías, y estás en paz con Dios, con los demás y con la casa común, entonces saboreas la alegría del deber cumplido.
El ruido de sentirte “siervo inútil” se apaga. Descubres que, aunque parezca poco, has respondido al llamado que Dios te confió.
De servicio en servicio, de gracia en gracia, aprendes a vivir sin esperar nada del amo… porque, en el fondo, ya lo tienes todo.

Siervos inútiles, inolvidables

Piensa en aquel día en que volviste cansado y tu madre, también agotada, te ofreció una cena caliente.
O en esa persona que te dio una palabra, un pan o un gesto, sin obligación ni recompensa. Fue un “siervo inútil” a los ojos del mundo, pero muy útil en el corazón de Dios.
Tal vez tú también lo has sido, cada vez que sirves desde la fe y confías que una pequeña semilla puede mover montañas. Que esa fe pequeña te puede llevar a gozar del Reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”

Un hombre rico ignoró a Lázaro: no compartió su pan, no alivió sus heridas, no lo miró como hermano. Lázaro fue su oportunidad de acortar distancias y ganar la vida eterna, pero su indiferencia cerró el futuro.

Lázaro y el rico Epulón

Lázaro y el rico Epulón. Bassano Leandro.

XXVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El cuadro de Leandro Bassano muestra a Lázaro, los perros le están lamiendo sus llagas, desde una esquina mira el resto del cuadro concentrado en la comida, la bebida, la música, con sus miradas en sus propios quehaceres, con vestimentas elegantes, ningún ojo se dirige a Lázaro.

Los ricos siempre negocian

La riqueza se protege y se multiplica, genera poder y abre puertas. El rico de la parábola quiso seguir negociando incluso después de la muerte: primero pidiendo un alivio personal, luego un favor para sus hermanos. No entendió que la vida eterna no se compra, se construye con compasión y justicia.

El rico es culpable de indiferencia

No es la riqueza en sí el problema, sino la indiferencia. Lázaro, el pobre, fue reconocido en la tierra y en el cielo. El rico conocía su nombre, pero lo usó solo cuando le convenía. El abismo que lo separaba de Lázaro era el reflejo de un corazón endurecido: entre su mesa llena y el hambre ajena, entre el egoísmo y la misericordia, entre el tormento y la paz.

Los abismos actuales

Hoy también hay abismos: entre ricos y pobres, entre educación de calidad y abandono, entre acceso a la salud y exclusión, entre quienes promueven la paz y quienes alimentan la guerra, entre quienes cuidan la casa común y quienes la destruyen por ambición. Todos nacen de la misma raíz: indiferencia, egoísmo y fe superficial.

El desafío

Lázaro tiene nombre. Es tu vecino, tu compañero de trabajo, el migrante que cruza la calle, la familia que no llega a fin de mes. No podemos resolver toda la pobreza del mundo, pero sí podemos superar el individualismo y compartir nuestro pan, nuestra escucha, nuestra fe. Esa es la forma de tender puentes donde hoy hay abismos.

Palabra del Papa Francisco

"Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico."

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2017


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:

“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

Pero Abrahán le dijo:

“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.

Él dijo:

“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.

Abrahán le dice:

“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.

Pero él le dijo:

“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.

Abrahán le dijo:

“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».


“Si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?”

Hoy un administrador está en crisis al saber que perderá el trabajo y la reputación (ya venida a menos), se ingenia humanizándose a base de actos de misericordia y justicia. Administrar todo el tesoro regalado por Dios es nuestro desafío personal. 

Administrador astuto

Grabado de la parábola por Jan Luyken
XXV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El administrador en crisis

El evangelio nos presenta a un administrador que, al descubrir que perderá su trabajo y su reputación, se ingenia un plan. No busca salvarse con más trampas ni con más poder, sino que empieza a humanizarse a través de gestos de misericordia y justicia. En medio de la crisis, opta por un cambio de rumbo.

Administradores deshonestos

A lo largo de la historia, hemos conocido demasiados ejemplos de administradores corruptos: desde quienes desangran el tesoro público hasta los “ladroncillos” en comunidades pequeñas. El gran pecado es siempre el mismo: robar lo que pertenece a los pobres y a los bienes comunes.

Robar no siempre significa meter la mano en una caja fuerte. También se roba cuando se manipulan los precios, se sobrevaloran proyectos, se busca favorecer a unos pocos a costa de muchos. Algunos aparentan ser hábiles: siempre tienen pérdidas hasta que sienten peligrar su puesto, y de repente aparecen mágicamente las ganancias. Sagaces sí, pero en la mentira, una política falsa y complicidad implícita.

La sagacidad del Evangelio

Por eso la parábola resulta desconcertante: ¿cómo un administrador tramposo puede servir de ejemplo? Jesús no alaba la corrupción, sino la sagacidad puesta al servicio de un nuevo horizonte. El administrador descubre que lo único que puede garantizar su futuro no es el dinero acumulado, sino las relaciones humanas, la misericordia, la amistad.
Jesús nos muestra que la sagacidad, la inteligencia práctica, debe ir unida a la justicia y a la solidaridad. El verdadero administrador es aquel que, en vez de encerrarse en la avaricia, se abre al perdón, al servicio, a la generosidad.

Dios, el verdadero Dueño

El Dueño de la parábola es Dios mismo, que nos ha confiado todo: la creación, la inteligencia, los sentidos, la vida, el prójimo, los bienes materiales y espirituales. La gran pregunta es inevitable:
¿Qué clase de administrador soy de lo que Dios me ha confiado?
¿Me mueven la avaricia, la ambición y el egoísmo, o la generosidad, la justicia y el servicio?
Un día el Dueño pedirá cuentas. Entonces no servirán las acumulaciones ni las excusas. Lo único que tendrá valor será la fidelidad en lo pequeño, la capacidad de haber administrado con justicia, la huella de misericordia que dejamos en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad.

Una pregunta para el corazón

Hoy el Evangelio nos deja una cuestión sencilla y al mismo tiempo radical:
¿Cuáles son los intereses que guían la administración de mi vida?
 

Palabra del Papa Benedicto XVI

"La lógica del lucro aumenta la desproporción entre pobres y ricos, así como una explotación dañina del planeta. Por el contrario, cuando prevalece la lógica del compartir y de la solidaridad, se puede corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo, para el bien común de todos.
En el fondo, se trata de la decisión entre el egoísmo y el amor, entre la justicia y la injusticia; en definitiva, entre Dios y Satanás. (…) Hoy, como ayer, la vida del cristiano exige valentía para ir contra corriente, para amar como Jesús, que llegó incluso al sacrificio de sí mismo en la cruz. Así pues, parafraseando una reflexión de san Agustín, podríamos decir que por medio de las riquezas terrenas debemos conseguir las verdaderas y eternas. En efecto, si existen personas dispuestas a todo tipo de injusticias con tal de obtener un bienestar material siempre aleatorio, ¡cuánto más nosotros, los cristianos, deberíamos preocuparnos de proveer a nuestra felicidad eterna con los bienes de esta tierra! ".

 

(Benedicto XVI – Celebración eucarística en la Plaza delante de la Catedral de Velletri en ocasión de la Visita Pastoral a la diócesis suburbicaria de Velletri-Segni, 23 de septiembre de 2007) 
 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pus mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.
Él le dijo:
“Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él contestó:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dijo:
“Aquí está tu recibo, escribe ochenta”.
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».

"Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él"


En una fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Papa Francisco advirtió recordando que “la cruz es un misterio de amor” y que no puede haber “Cristo sin cruz” ni “cruz sin Cristo”. La cruz de Cristo es el camino de salvación, a nadie le gusta el dolor, pero es parte del camino de la vida.

Nicodemo
Christ talking with Nicodemus at night (Christus onderwijst Nicodemus)


Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El amor crucificado es glorificado

La noche de la conversación

Al caer la jornada, bajo el amparo de la noche, puede abrirse un camino: una luz al final del túnel. Aunque el corazón cargue oscuridades, la intuición busca la verdad. La noche inspira a poetas y místicos; aclara conflictos, fortalece decisiones. Para Nicodemo, sin embargo, la noche es un manto de anonimato: le protege de las críticas de sus compañeros de culto. Descubrirlo en diálogo con Jesús sería leña para la hoguera de la marginación. Pero, en esa oscuridad, la prudencia es iluminada por la luz de Cristo.

La conversación sobre la salvación

Jesús ofrece una cátedra de salvación: ya no es una serpiente de bronce la que sana, sino una cruz; ya no es un animal sacrificado el que salva, sino el mismo Hijo de Dios. En consecuencia, el camino de la salvación es Cristo.

Nuestra mirada en la serpiente o en Cristo

Nicodemo comienza a descubrir los signos de la salvación. Tú y yo también conocemos esos caminos, pero el desafío es recorrerlos. Admiramos la tradición cristiana, valoramos sus signos, pero a menudo nos resistimos a disipar nuestras oscuridades. La noche permanece cargada de dudas, pesares y tristezas. Falta valentía para iluminar las sombras y vencer la pereza espiritual. El riesgo es terminar confiando más en la serpiente que en Cristo.

El amor y el rechazo

He escuchado a psicólogos describir a los narcisistas: hacen creer que aman para manipular, calculan cómo dominar, disfrutan del sufrimiento ajeno, se irritan con los éxitos de los demás y siembran discordias en los campos de la paz. Conscientes de sus maldades, incluso las celebran, pero niegan su condición. Juegan con el amor y el rechazo como si fuese un entretenimiento, pero es una jaula peligrosa e insuperable.

Quizás te preguntes si alguna de estas actitudes no toca también tu vida, o si reconoces en otros tales rasgos. El mundo, cada vez más narcisista, se regodea en la guerra, pierde la compasión, posee toda la información pero actúa como ignorante. Este mundo, amado por Dios, rechazó al Hijo de Dios; recibió el amor y sin embargo lo crucificó.

Si Dios no vino a condenar sino a salvar, ¿qué te impide ser hoy motivo de salvación y no de condenación?

Feliz cumpleaños Papa Leon XIV

Que sigan vivas las esperanzas, la oración por la paz, el amor a los pobres y siga construyendo puentes de diálogo. 70 años al servicio y esperamos siga festejando muchos años más.

Palabra del papa Francisco

"¿El Cristo crucificado, para mí, es un misterio de amor? ¿Sigo a Jesús sin cruz, como a un maestro espiritual que sólo me llena de consuelos y buenos consejos? ¿O sigo la cruz sin Jesús, cayendo en un masoquismo espiritual? ¿Me dejo llevar por este misterio de descenso, de vaciamiento total y de elevación del Señor?".

El Papa concluye invitándonos a pedir en la oración: "Que el Señor nos dé la gracia, no de entender, sino de entrar en este misterio de amor, con el corazón, con la mente, con el cuerpo, con todo el ser. Y entenderemos, aunque sea un poco".

Vaticano, 14 de septiembre dee 2017

 https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2017/documents/papa-francesco-cotidie_20170914_dos-tentaciones.html

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».


“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”

Se empieza voluntariamente, pero sin la motivación divina no se puede avanzar. Antes de iniciar, es necesario tener claro un objetivo y una meta: por dónde, cómo, cuándo y con quién caminar. En esa jerarquía, todo comienza con Jesús mismo. Hoy, Pier Giorgio Frassati será proclamado Santo por el Papa León XIV, un joven que nos motiva a ser mejores personas.

"De ti mismo no harás nada, pero si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces alcanzarás al meta" (Pier Giorgio Frassati)


Michelangelo - Creation of Adam (cropped)

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Año litúrgico 2024-2025 (Ciclo C)

La cruz del discípulo

Todos somos discípulos, sin duda, aunque con muchas postergaciones. No se trata de abrir controversias sobre el discipulado, pero en esta línea del Evangelio de Lucas, el verdadero discípulo tiene a Jesús a la cabeza de todas sus preferencias.

La importancia del padre, de la madre o de la familia debe ser, en cierto sentido, pospuesta. El mismo Jesús, en su vida terrena, no apartó a su madre, que lo acompañó fielmente con el corazón traspasado; junto a su Hijo y a los discípulos, también nos acompaña a nosotros. Ella es imagen de la verdadera discípula: con la cruz a cuestas, al lado de Jesús. Su ejemplo nos abre a la magnitud interior de la fe, al peso de la cruz y a la fuerza necesaria para cargarla, sostenidos por el amor a la justicia, a la paz y a la vida.

La cruz del discípulo puede expresarse en continuas renuncias: el servicio a los demás, el cuidado de los Cristos sufrientes, el estudio de la Palabra, el tiempo para la formación espiritual, la perseverancia en la oración y el deseo de profundizar en la fe y en la vida cristiana.

"Mamá, hay un pobre que tiene hambre, y papá no le ha dado de comer, quizá Jesús nos lo ha enviado" (Pier Giorgio Frassati)

Procrastinación espiritual

La vida espiritual puede ser escasa, aparente o dispersa. No es un momento romántico ni fantasioso, lleno de velas y aromas. La espiritualidad verdadera exige disciplina, voluntad y constancia. No siempre se recorre entre dulzuras; muchas veces está marcada por la sequedad, la ansiedad y el cansancio. Esa sensación de estancamiento y frustración solo puede sostenerse con los dones de Dios: sabiduría, paciencia, perseverancia, esperanza y fe.

"Prefiero llevar yo mismo los paquetes a los pobres, pues así puedo infundirles ánimos y darles esperanzas" (Pier Giorgio Frassati)

Terminar lo iniciado

Si quieres construir una torre, calcula antes los gastos; así evitarás que otros se burlen de tus ideales y, en cambio, te respeten por lo que eres y lo que logras. Ahora bien, si lo miras desde la ansiedad, la depresión o el trastorno por déficit de atención (TDAH), puede ocurrir que empieces con entusiasmo pero no concluyas. Seguir a Jesús implica ir más allá del entusiasmo inicial: se trata de la vida misma, de los sueños futuros, de las alegrías y de las cruces de la pasión.

"Me gustaría ser viejo para ir al cielo más rápidamente" (Pier Giorgio Frassati)

La paz frente al conflicto

Busca la paz, porque pelear solo desgasta. En tiempos de Jesús, las guerras se calculaban antes de iniciarlas, procurando que fueran “ganables”. Hoy las batallas se libran con drones, inteligencia artificial e inversiones. Pero también existen guerras invisibles y profundas: orgullos, mentiras, soberbias y egos que matan al prójimo sin dejar rastro de lágrimas.

"La sociedad moderna se hunde en los dolores de las pasiones humanas y se aleja de tod ideal, de amor y paz" (Pier Giorgio Frassati)

Renunciar a los bienes

¿Cómo pedir renuncia a los bienes a quien vive solo para acumular: trabaja horas extras, sacrifica a su familia, come mal para ahorrar, no comparte e incluso roba con tal de no gastar?

El trabajo es justo y debe garantizar dignidad, pero hay valores más altos que las posesiones. La verdadera humanidad se descubre en la capacidad de compartir, en la sencillez y en la fraternidad. No se trata de promover la pobreza —eso sería lo más anticristiano—, sino de superar la obsesión por tener.

Cuando la vida se centra únicamente en poseer, se pierde el ser: no hay sal, ni luz, ni Dios. El Evangelio nos invita a pasar del “tener” al “ser”, colocando a Jesús en el centro. Así se descubre la alegría auténtica: sin coronas de esmeraldas, sin maquillaje, sin filtros, pero llena de luz y confianza.

"Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha por la verdad no es vivir, sino ir tirando" (Pier Giorgio Frassati)

Conclusión

Postergar a Jesús significa relegarlo de nuestra existencia. Y cuando lo anulamos, se resquebraja el fundamento de la creación, se desdibuja la imagen de Dios y se llenan de tristeza nuestros amaneceres y atardeceres.

Palabra del Papa Francisco:

El beato Pier Giorgio Frassati, que era joven, decía que hay que vivir, no sobrevivir. Los mediocres sobreviven. Vivir con la fuerza de la vida. Hay que pedir al Padre celestial para los jóvenes de hoy el don de la sana inquietud. Pero, en casa, en sus hogares, en cada familia, cuando ven a un joven que se pasa todo el día sentado, a veces mamá y papá piensan: «Pero este está enfermo, le pasa algo», y lo llevan al médico. La vida del joven es seguir adelante, estar inquieto, la sana inquietud, la capacidad de no conformarse con una vida sin belleza, sin color. Si los jóvenes no tienen hambre de vida auténtica, me pregunto, ¿adónde irá la humanidad? ¿Adónde irá la humanidad con jóvenes tranquilos y no inquietos?

(Catequesis, 13 de junio de 2023)


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:

“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».


Foto en: la creación (capilla Sixtina)


«Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.»

Jesús en el banquete de un líder fariseo.


La generosidad acompañada de arrogancia carece de verdadera humildad, y la humildad sin fe puede volverse inmisericorde en las relaciones. Para la generosidad de Dios no existen categorías de importantes y menos importantes: sólo la dignidad de ser hijos. Con su mirada profunda sobre la naturaleza humana, Jesús nos deja hoy perplejos.


SPAGNA – MADRID. Museo del Prado, Ultima Cena di Francesco Bassano, 1586

XXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Donde la humildad abre espacio y la generosidad no espera recompensa.

Sentarse a la mesa de la fraternidad

“Si quieres conocer a una persona, invítala a comer”. La mesa revela mucho más que modales: muestra nuestra historia personal, la relación con nuestros padres, el cuidado hacia los hermanos, la calidad de las conversaciones y el respeto hacia quienes sirven. Más allá de los gestos externos, lo que cuenta es cuánto valoramos a quienes están a nuestro lado.

En los Evangelios, la mesa es el escenario privilegiado de Jesús: allí expresa su alegría, tristeza y angustia, allí señala la traición y revela su amor. La mesa de Cristo no responde al protocolo social, sino a una mesa más íntima y profunda: la del corazón. Es una mesa con dimensión litúrgica, donde se celebra el amor interior, la verdad, la alegría y la generosidad de Dios.

Ser invitado a la mesa de la humildad

Al recibir una invitación solemos preocuparnos por la vestimenta, el regalo o el saludo. Pero Jesús nos invita a fijarnos en otra cosa: el puesto que ocupamos. El discípulo es, ante todo, invitado y servidor. No se trata de buscar el lugar preferencial, sino de asumir la actitud humilde de quien sirve.

En la vida social suele estar claro qué lugar ocupamos en una mesa o en el corazón de los demás, y muchas veces las invitaciones responden más al interés que a la generosidad. Sin embargo, quien vive con espíritu de servicio descubre la alegría interior que se enciende como luz de amistad.

El Evangelio nos recuerda que también somos invitados al banquete de los heridos: llevamos nuestras propias heridas y cargas. Este banquete, con sabor agridulce, no siempre encaja en la agenda de quienes tienen poder o recursos, pero es precisamente ahí donde se hace visible la ternura de Dios.


Invitar a la mesa de la generosidad

La clave no es solo a quién invitar, sino con qué intención. Jesús propone invitar por pura generosidad, sin esperar nada a cambio. Su enseñanza rompe con la lógica de los intercambios y los canjes de favores que dominaban las costumbres de su tiempo —y también las nuestras.

Lo peligroso es que, en ocasiones, los banquetes de los ricos se celebraban a costa del sacrificio de los pobres. Jesús denuncia esta lógica y nos invita a una generosidad que no discrimina entre ricos o pobres, sino que se fundamenta únicamente en la gratuidad.

Así, las reuniones que nacen de un corazón humilde y generoso fortalecen la verdadera amistad. En cambio, cuando la intención es presumir, competir o criticar, se revelan falsos vínculos. Por eso, la humildad es para Cristo la actitud sabia y santa: la base del amor auténtico.


Conclusión

El Evangelio de Lucas nos recuerda que todos valen, que todos pueden ser invitados. De nada sirve buscar los primeros puestos si ello nos lleva a la arrogancia y a la falta de misericordia. Las grandes virtudes no se alcanzan por rodearse de los poderosos, sino viviendo la humildad, el respeto fraterno y la confianza en Jesucristo.


Palabra del Papa Francisco

“La humilde generosidad es cristiana. El intercambio humano, de hecho, suele distorsionar las relaciones, las hace «comerciales», introduciendo un interés personal en una relación que debe ser generosa y libre. En cambio, Jesús invita a la generosidad desinteresada, a abrir el camino a una alegría mucho mayor, la alegría de ser parte del amor mismo de Dios que nos espera a todos en el banquete celestial.”

Papa Francisco.Ángelus. Plaza De San Pedro. Domingo, 1 De Septiembre De 2019


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-14

En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:

«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:

“Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.

Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».

Y dijo al que lo había invitado:

«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».


SPAGNA – MADRID. Museo del Prado, Ultima Cena di Francesco Bassano, 1586

¿Son pocos los que se salvan?

En el evangelio de hoy alguien le pregunta a Jesús: “¿Son pocos los que se salvan?” La respuesta sorprende: Jesús no da una estadística ni un número. Él no habla de cantidad, sino de actitud. No dice “muchos” o “pocos”; dice más bien: “Esfuércense por entrar por la puerta estrecha”.

La pregunta, entonces, no es si serán muchos o pocos, sino: ¿estaré yo entre los que entran? ¿Seré de los primeros o de los últimos?

Cristo

Cristo y el joven rico (c. 1890) Heinrich Hofmann.

XXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Cantidad y eternidad

La puerta es estrecha, sí, pero el corazón de Dios es inmensamente ancho. Jesús nos invita a entrar, y Dios siempre espera con paciencia, con compasión, con misericordia. La eternidad no es como una salida de emergencia en medio de un incendio o un terremoto; no es una huida. La eternidad es un umbral, es el paso hacia la plenitud del amor de Dios.

Nuestra vida terrena es breve, frágil, limitada. Por eso, la eternidad se convierte en una oportunidad de plenitud: allí donde nuestro tiempo acaba, comienza el tiempo de Dios. Y nada puede limitar el amor eterno de Dios, salvo la dureza de nuestro propio corazón.

El olvido y la gratitud

El evangelio nos deja también una advertencia fuerte: algunos llamarán a la puerta y escucharán: “No sé quiénes son ustedes”. Son palabras duras, que parecen chocar con la infinita misericordia de Dios. Pero nos invitan a reflexionar: ¿acaso no hemos vivido como si Dios no fuera necesario en nuestra vida? ¿Cómo pedirle que nos abra la puerta al final si nunca lo buscamos en el camino?

El verdadero drama no es que Dios olvide nuestro nombre, sino que nosotros olvidemos el suyo. Quien vive sin Dios corre el riesgo de encontrarse un día sin lugar, sin comunidad, sin cielo.

El hoy de la salvación

Pero Jesús no nos deja en el miedo, sino en la esperanza. Somos capaces de pensar en la eternidad, en el cielo, en la vida futura… ¿y por qué no vivir ya hoy una “chispa de cielo”? Cada gesto de gratitud, de justicia, de solidaridad es una manera de ir entrando por la puerta estrecha.

Por eso, no posterguemos. La vida cristiana no se improvisa al final, se construye cada día en fidelidad y amor.

Conclusión

Hoy, al escuchar este evangelio, toca preguntarnos: ¿estoy caminando hacia esa puerta? ¿reconocerá Dios mi nombre cuando la toque? ¿Soy manso y humilde de corazón?

Pidamos a Santa Rosa de Lima, patrona de nuestra tierra, que interceda por nosotros para que vivamos con humildad, gratitud y confianza. Que, cuando llegue el momento, el Señor abra la puerta y nos diga: “Bienvenido, entra en la alegría de tu Señor”.


Palabras del Papa Francisco

"Que nos ayude en esto la Virgen María. Ella ha pasado por la puerta estrecha que es Jesús. Ella lo acogió con todo su corazón y lo siguió todos los días de su vida, incluso cuando ella no lo entendía, aun cuando una espada atravesaba su alma. Por eso la invocamos como la “Puerta del Cielo”: María, la Puerta del Cielo; una puerta que refleja exactamente la forma de Jesús: la puerta del corazón de Dios, un corazón exigente, pero abierto a todos nosotros."

Angelus, 25 de agosto de 2019


Permanecer en el amor de Cristo

Rosa, nace el 20 de abril de 1586, en Lima (Perú). Murió el 24 de agosto de 1617. Su cuerpo descansa en el Convento Máximo de nuestra Señora del Santísimo Rosario en Lima.
Rosa de Lima

Angelino Medoro: Retrato póstumo de Santa Rosa de Lima (1586-1617)

La humildad

Hoy, en la liturgia, San Pablo nos presenta a Jesús como el verdadero modelo de humildad: “Se humilló hasta hacerse obediente, hasta la muerte, y muerte de cruz”. Jesús, humilde y pobre, nos fortalece con su entrega. Ante el misterio de la encarnación y de la redención, no podemos menos que sentirnos pequeños. Y sin embargo, su humildad nos engrandece, su pobreza nos enriquece, su muerte nos da la vida. Estamos llamados a permanecer en el amor de Jesús.

Estamos llamados cada día a aprender de Él, a ser mansos y humildes de corazón. Porque Jesús tiene predilección por los pequeños, por los humildes… y en ellos se manifiesta su gracia.

Santa Rosa, testigo de la humildad de Cristo

Esa predilección se hizo visible en Santa Rosa de Lima. Ella permanece en el amor de su esposo Cristo. Desde su pobreza buscó siempre ayudar a los pobres. Inspirada en la fortaleza y el ejemplo de Santa Catalina de Siena, eligió consagrarse como terciaria dominica.

Hoy, es normal que una mujer tenga opinión pública, decida qué hacer con su vida. El rol de la mujer en tiempos de Rosa no pasaba del monasterio o del matrimonio. Rosa, como terciaria dominica, tenía incidencia pastoral, social, espiritual. 

 En medio de las dificultades de una familia numerosa, trabajaba con sencillez en el huerto, como tejedora, como cuidadora de niños. Todo lo hacía con amor, ofreciéndolo a Jesús, su Esposo, y a la Virgen del Rosario. La virgen del Rosario para los criollos estaba en el altar que hoy cobija las imágenes y reliquias de los santos peruanos, al centro Santa Rosa de Lima.

 Desde la pequeña ermita en el jardín de su casa elevaba oraciones y cantos por la conversión de los españoles y la evangelización de los pueblos originarios del Perú. En su hogar acogió a mujeres y niños, a esclavos y andinos, a ancianos y a madres embarazadas abandonadas. Malambo era la expresión de la miseria humana, el mercado no ha parado de negociar con las personas humanas.

Espíritu misionero y de servicio

Santa Rosa también alentaba a los frailes dominicos que partían en misión hacia la costa, la sierra y la selva amazónica. Su corazón misionero soñó incluso con un monasterio donde las mujeres peruanas pudieran consagrarse al Señor: aquel anhelo se concretó más tarde en el Monasterio de Santa Catalina.

Hoy, siglos después, su testimonio sigue vivo. Son muchas las mujeres -enfermeras, maestras, madres embarazadas- y también servidores del pueblo como la policía, quienes peregrinan a su casa buscando la intercesión de “Santa Rosita”, deseando aprender de su humildad y fortaleza. En Perú, muchas personas trabajan en muchos oficios, lo que popularmente se dice "mil oficios". Santa Rosa es la “mil oficios” dirigidos a asistir y acompañar a los menos favorecidos.

Que Santa Rosa de Lima nos inspire a vivir la humildad que nos abre al misterio de Cristo, el único que nos hace verdaderamente grandes. Que su ejemplo alimente nuestro caminar misionero, especialmente en el servicio a los más pequeños, los predilectos del Señor.

***
 “Retrato póstumo de Santa Rosa”, lienzo del artista italiano Angelino Medoro pintado pocas horas después del fallecimiento de la santa limeña, el 24 de agosto de 1617.

He venido a prender fuego a la tierra, 

¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!


El fuego del Evangelio es una llama que transforma y purifica. Su calor no solo une, también divide; es un tamiz radical que confronta la cultura del conformismo y desenmascara a los liderazgos manipuladores.

El prendimiento de Cristo, de Fra Angelico.

XX Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Estar divididos

Nadie quiere la división, ni en la familia ni en la sociedad. Y, sin embargo, la vivimos. Hay quienes llevan un fuego en el corazón y buscan la unidad, pero también hay quienes, con cuchillos en sus palabras y acciones, generan rupturas.

En la familia, la división deja cicatrices hondas que se transmiten de generación en generación. Por eso la gran pregunta es inevitable: ¿cómo evitar esas fracturas en tu hogar? ¿Qué gesto concreto podrías hacer hoy mismo para unir a tu gente?

Dividir

Jesús no habla de los que hieren por maldad o lanzan piedras de odio. La división que Él provoca es la del fuego del Evangelio, que quema el orgullo, el egoísmo, la mentira y la avaricia.

Los temas que nos dividen deben hablarse. Callarlos es comenzar ya el proceso de rechazo. Cristo, el Rey de las paradojas, nos ilumina con una enseñanza clara: decir la verdad y obrar con justicia. La verdad nos reconcilia con nosotros mismos, y la justicia nos abre al prójimo.

Bautismo

En el bautismo recibimos la gracia de ser hijos de Dios. Allí se hace presente la sangre y el agua que brotaron del costado de Cristo en la Cruz.

La Cruz es el signo del amor más grande que el mundo necesita, pero también revela la crueldad del ser humano: condenar a un inocente, manipular la fe, imponer intereses políticos. En la pasión aparecen la traición de Judas, la negación de Pedro, el miedo de los discípulos, la duda de Tomás.

Si miras tu vida, verás también momentos oscuros y cobardes. En tu familia, quizá recuerdes las veces que buscaste agradar más a los de fuera que a los de dentro, o cuando preferiste aparentar antes que mostrarte en tu verdad.

Necesitamos aprender a arder: a incendiarnos con la libertad del Evangelio. Pedir los dones de la prudencia para expresar con claridad y respeto nuestras opiniones en la familia. Orar para que Dios nos ayude a superar lo que parece insuperable.

Hay personas incapaces de examinarse a sí mismas, atrapadas en su egoísmo y soberbia. Pero la gracia del Evangelio puede quebrar esas resistencias.

En conclusión, El fuego del Evangelio y el amor de Dios nos ofrecen una estrategia paradójica: dividir para unir, entrar en conflicto para alcanzar comunión, decir la verdad para generar confianza.

Ese fuego no destruye: purifica, ilumina y nos hace capaces de amar con un corazón libre.

Palabra del Papa Francisco

"Jesús revela a sus amigos, y también a nosotros, su más ardiente deseo: traer a la tierra el fuego del amor del Padre, que enciende la vida y mediante el cual el hombre es salvado. Jesús nos llama a difundir en el mundo este fuego, gracias al cual seremos reconocidos como sus verdaderos discípulos. El fuego del amor, encendido por Cristo en el mundo por medio del Espíritu Santo, es un fuego sin límites, es un fuego universal. Esto se vio desde los primeros tiempos del Cristianismo: el testimonio del Evangelio se propagó como un incendio benéfico superando toda división entre individuos, categorías sociales, pueblos y naciones. El testimonio del Evangelio quema, quema toda forma de particularismo y mantiene la caridad abierta a todos, con la preferencia hacia los más pobres y los excluidos."
Angelus, 18 de agosto de 2019


Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

“Donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”

 El tesoro o la riqueza del cielo necesita de nuestro corazón, mente, vida; por ello se pide una actitud vigilante, cuidadosa, perseverante.


tesoro

Federico Barocci - The Institution of the Eucharist


XIX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

La frase de Jesús: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” va directa al centro de nuestra vida. El corazón, en su misteriosa centralidad, es el lugar donde se debaten las emociones que alimentan la mente y los gestos. Paradójicamente, está vinculado incluso con nuestro sistema digestivo: somos lo que comemos, y también lo que soñamos. A veces pensamos con el estómago y comemos con las fantasías de la mente. Nutrir mal el corazón es tan peligroso como nutrir mal el cuerpo; al contrario, un corazón bien alimentado da claridad a nuestros objetivos y firmeza a nuestros valores.

La gran insatisfacción —y la violencia— que vemos en el mundo nacen muchas veces de un corazón “indigestado” y un estómago fuera de lugar. Las intenciones corrosivas del ser humano han desviado el verdadero alimento del alma y del cuerpo. Lo vemos en la política, en algunas relaciones familiares, en modas y tendencias que deslumbran pero no alimentan. Incluso en el amor: algunos aman con el corazón, otros con el estómago.

Por eso, la vigilancia que propone el Evangelio de Lucas frente a la injusticia y la cultura de la exclusión es urgente. Debemos cuidar la pureza de lo que riega el corazón, el oxígeno que llega a la mente y lo que nutre nuestras metas diarias. Al despertar cada mañana, podríamos aplicar esta sabiduría: ¿a quién voy a llamar, o evitar llamar? ¿Qué puedo aportar a esta persona? ¿Alimento mi vida con la oración?

Hoy existen aplicaciones para casi todo: cómo generar riqueza, cómo administrar el tiempo… Pero ¿cómo ser ricos espiritualmente? La respuesta no está en fórmulas rápidas, sino en constancia, vigilancia y una fe que se fortalece incluso en la duda.

En el fondo, todos somos administradores de la vida que Dios nos confía, pero no podemos hacerlo solos. Jesús nos habla de buenos administradores: los que actúan con un corazón evangélico, y aquellos que, aunque lo proclaman, en realidad administran con un estómago hambriento e insatisfecho, buscando sus propios bolsillos.

Ante Dios, la verdad siempre queda al descubierto, incluso si nos creemos administradores “neutrales” o “agnósticos”. Jesús nos pide una vigilancia que evite caer en los extremos de la miseria o de la ambición, para que nuestro tesoro -y nuestro corazón- estén siempre en Él.

  • ¿Puedes poner dos ejemplos de los tesoros en tu vida?
  • ¿Cuáles son los tesoros que alimentan tu corazón? 


Palabra del Papa Francisco

Este es el verdadero tesoro del hombre. Seguir adelante en la vida con amor, con ese amor que el Señor sembró en el corazón, con el amor de Dios. Este es el verdadero tesoro. Pero el amor de Dios, ¿qué es? No es algo vago, un sentimiento genérico. El amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo, Jesús. El amor de Dios se manifiesta en Jesús. Porque nosotros no podemos amar el aire...

 

(Angelus, 11 de agosto de 2013)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

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Hola, soy Javier Abanto. Escribo reflexiones, vivencias y anécdotas. Publico artículos de teólogos y poetas. Estudie teología y comunicación. Desde el 2005 me dediqué a la docencia universitaria y a la gerencia de emisoras de corte cultural y religioso. La vida necesita de alegría y esperanza. Necesitamos a Dios en nuestra vida.
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¿Qué es "Luciérnaga"?

"Luciérnaga" Surge para expresarme de manera sencilla. Las luciérnagas remiten a mi origen rural - andino. Son visibles al caer la noche y hacen volar la imaginación con sus luces intermitentes, propias y naturales.

Luciérnaga se dirige a las personas de buena voluntad que buscan vivir con justicia y paz. Necesitamos del humor y la alegría. Y, sin duda, el mundo necesita de Dios.

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Javier Abanto Silva
javierabantosilva@gmail.com

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