Homilía y Reflexión

Homilía para "Reflexionar la vida terrena a la luz de la Sagrada Escritura"

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¿Son pocos los que se salvan?

En el evangelio de hoy alguien le pregunta a Jesús: “¿Son pocos los que se salvan?” La respuesta sorprende: Jesús no da una estadística ni un número. Él no habla de cantidad, sino de actitud. No dice “muchos” o “pocos”; dice más bien: “Esfuércense por entrar por la puerta estrecha”.

La pregunta, entonces, no es si serán muchos o pocos, sino: ¿estaré yo entre los que entran? ¿Seré de los primeros o de los últimos?

Cristo

Cristo y el joven rico (c. 1890) Heinrich Hofmann.

XXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Cantidad y eternidad

La puerta es estrecha, sí, pero el corazón de Dios es inmensamente ancho. Jesús nos invita a entrar, y Dios siempre espera con paciencia, con compasión, con misericordia. La eternidad no es como una salida de emergencia en medio de un incendio o un terremoto; no es una huida. La eternidad es un umbral, es el paso hacia la plenitud del amor de Dios.

Nuestra vida terrena es breve, frágil, limitada. Por eso, la eternidad se convierte en una oportunidad de plenitud: allí donde nuestro tiempo acaba, comienza el tiempo de Dios. Y nada puede limitar el amor eterno de Dios, salvo la dureza de nuestro propio corazón.

El olvido y la gratitud

El evangelio nos deja también una advertencia fuerte: algunos llamarán a la puerta y escucharán: “No sé quiénes son ustedes”. Son palabras duras, que parecen chocar con la infinita misericordia de Dios. Pero nos invitan a reflexionar: ¿acaso no hemos vivido como si Dios no fuera necesario en nuestra vida? ¿Cómo pedirle que nos abra la puerta al final si nunca lo buscamos en el camino?

El verdadero drama no es que Dios olvide nuestro nombre, sino que nosotros olvidemos el suyo. Quien vive sin Dios corre el riesgo de encontrarse un día sin lugar, sin comunidad, sin cielo.

El hoy de la salvación

Pero Jesús no nos deja en el miedo, sino en la esperanza. Somos capaces de pensar en la eternidad, en el cielo, en la vida futura… ¿y por qué no vivir ya hoy una “chispa de cielo”? Cada gesto de gratitud, de justicia, de solidaridad es una manera de ir entrando por la puerta estrecha.

Por eso, no posterguemos. La vida cristiana no se improvisa al final, se construye cada día en fidelidad y amor.

Conclusión

Hoy, al escuchar este evangelio, toca preguntarnos: ¿estoy caminando hacia esa puerta? ¿reconocerá Dios mi nombre cuando la toque? ¿Soy manso y humilde de corazón?

Pidamos a Santa Rosa de Lima, patrona de nuestra tierra, que interceda por nosotros para que vivamos con humildad, gratitud y confianza. Que, cuando llegue el momento, el Señor abra la puerta y nos diga: “Bienvenido, entra en la alegría de tu Señor”.


Palabras del Papa Francisco

"Que nos ayude en esto la Virgen María. Ella ha pasado por la puerta estrecha que es Jesús. Ella lo acogió con todo su corazón y lo siguió todos los días de su vida, incluso cuando ella no lo entendía, aun cuando una espada atravesaba su alma. Por eso la invocamos como la “Puerta del Cielo”: María, la Puerta del Cielo; una puerta que refleja exactamente la forma de Jesús: la puerta del corazón de Dios, un corazón exigente, pero abierto a todos nosotros."

Angelus, 25 de agosto de 2019


Permanecer en el amor de Cristo

Rosa, nace el 20 de abril de 1586, en Lima (Perú). Murió el 24 de agosto de 1617. Su cuerpo descansa en el Convento Máximo de nuestra Señora del Santísimo Rosario en Lima.
Rosa de Lima

Angelino Medoro: Retrato póstumo de Santa Rosa de Lima (1586-1617)

La humildad

Hoy, en la liturgia, San Pablo nos presenta a Jesús como el verdadero modelo de humildad: “Se humilló hasta hacerse obediente, hasta la muerte, y muerte de cruz”. Jesús, humilde y pobre, nos fortalece con su entrega. Ante el misterio de la encarnación y de la redención, no podemos menos que sentirnos pequeños. Y sin embargo, su humildad nos engrandece, su pobreza nos enriquece, su muerte nos da la vida. Estamos llamados a permanecer en el amor de Jesús.

Estamos llamados cada día a aprender de Él, a ser mansos y humildes de corazón. Porque Jesús tiene predilección por los pequeños, por los humildes… y en ellos se manifiesta su gracia.

Santa Rosa, testigo de la humildad de Cristo

Esa predilección se hizo visible en Santa Rosa de Lima. Ella permanece en el amor de su esposo Cristo. Desde su pobreza buscó siempre ayudar a los pobres. Inspirada en la fortaleza y el ejemplo de Santa Catalina de Siena, eligió consagrarse como terciaria dominica.

Hoy, es normal que una mujer tenga opinión pública, decida qué hacer con su vida. El rol de la mujer en tiempos de Rosa no pasaba del monasterio o del matrimonio. Rosa, como terciaria dominica, tenía incidencia pastoral, social, espiritual. 

 En medio de las dificultades de una familia numerosa, trabajaba con sencillez en el huerto, como tejedora, como cuidadora de niños. Todo lo hacía con amor, ofreciéndolo a Jesús, su Esposo, y a la Virgen del Rosario. La virgen del Rosario para los criollos estaba en el altar que hoy cobija las imágenes y reliquias de los santos peruanos, al centro Santa Rosa de Lima.

 Desde la pequeña ermita en el jardín de su casa elevaba oraciones y cantos por la conversión de los españoles y la evangelización de los pueblos originarios del Perú. En su hogar acogió a mujeres y niños, a esclavos y andinos, a ancianos y a madres embarazadas abandonadas. Malambo era la expresión de la miseria humana, el mercado no ha parado de negociar con las personas humanas.

Espíritu misionero y de servicio

Santa Rosa también alentaba a los frailes dominicos que partían en misión hacia la costa, la sierra y la selva amazónica. Su corazón misionero soñó incluso con un monasterio donde las mujeres peruanas pudieran consagrarse al Señor: aquel anhelo se concretó más tarde en el Monasterio de Santa Catalina.

Hoy, siglos después, su testimonio sigue vivo. Son muchas las mujeres -enfermeras, maestras, madres embarazadas- y también servidores del pueblo como la policía, quienes peregrinan a su casa buscando la intercesión de “Santa Rosita”, deseando aprender de su humildad y fortaleza. En Perú, muchas personas trabajan en muchos oficios, lo que popularmente se dice "mil oficios". Santa Rosa es la “mil oficios” dirigidos a asistir y acompañar a los menos favorecidos.

Que Santa Rosa de Lima nos inspire a vivir la humildad que nos abre al misterio de Cristo, el único que nos hace verdaderamente grandes. Que su ejemplo alimente nuestro caminar misionero, especialmente en el servicio a los más pequeños, los predilectos del Señor.

***
 “Retrato póstumo de Santa Rosa”, lienzo del artista italiano Angelino Medoro pintado pocas horas después del fallecimiento de la santa limeña, el 24 de agosto de 1617.

He venido a prender fuego a la tierra, 

¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!


El fuego del Evangelio es una llama que transforma y purifica. Su calor no solo une, también divide; es un tamiz radical que confronta la cultura del conformismo y desenmascara a los liderazgos manipuladores.

El prendimiento de Cristo, de Fra Angelico.

XX Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Estar divididos

Nadie quiere la división, ni en la familia ni en la sociedad. Y, sin embargo, la vivimos. Hay quienes llevan un fuego en el corazón y buscan la unidad, pero también hay quienes, con cuchillos en sus palabras y acciones, generan rupturas.

En la familia, la división deja cicatrices hondas que se transmiten de generación en generación. Por eso la gran pregunta es inevitable: ¿cómo evitar esas fracturas en tu hogar? ¿Qué gesto concreto podrías hacer hoy mismo para unir a tu gente?

Dividir

Jesús no habla de los que hieren por maldad o lanzan piedras de odio. La división que Él provoca es la del fuego del Evangelio, que quema el orgullo, el egoísmo, la mentira y la avaricia.

Los temas que nos dividen deben hablarse. Callarlos es comenzar ya el proceso de rechazo. Cristo, el Rey de las paradojas, nos ilumina con una enseñanza clara: decir la verdad y obrar con justicia. La verdad nos reconcilia con nosotros mismos, y la justicia nos abre al prójimo.

Bautismo

En el bautismo recibimos la gracia de ser hijos de Dios. Allí se hace presente la sangre y el agua que brotaron del costado de Cristo en la Cruz.

La Cruz es el signo del amor más grande que el mundo necesita, pero también revela la crueldad del ser humano: condenar a un inocente, manipular la fe, imponer intereses políticos. En la pasión aparecen la traición de Judas, la negación de Pedro, el miedo de los discípulos, la duda de Tomás.

Si miras tu vida, verás también momentos oscuros y cobardes. En tu familia, quizá recuerdes las veces que buscaste agradar más a los de fuera que a los de dentro, o cuando preferiste aparentar antes que mostrarte en tu verdad.

Necesitamos aprender a arder: a incendiarnos con la libertad del Evangelio. Pedir los dones de la prudencia para expresar con claridad y respeto nuestras opiniones en la familia. Orar para que Dios nos ayude a superar lo que parece insuperable.

Hay personas incapaces de examinarse a sí mismas, atrapadas en su egoísmo y soberbia. Pero la gracia del Evangelio puede quebrar esas resistencias.

En conclusión, El fuego del Evangelio y el amor de Dios nos ofrecen una estrategia paradójica: dividir para unir, entrar en conflicto para alcanzar comunión, decir la verdad para generar confianza.

Ese fuego no destruye: purifica, ilumina y nos hace capaces de amar con un corazón libre.

Palabra del Papa Francisco

"Jesús revela a sus amigos, y también a nosotros, su más ardiente deseo: traer a la tierra el fuego del amor del Padre, que enciende la vida y mediante el cual el hombre es salvado. Jesús nos llama a difundir en el mundo este fuego, gracias al cual seremos reconocidos como sus verdaderos discípulos. El fuego del amor, encendido por Cristo en el mundo por medio del Espíritu Santo, es un fuego sin límites, es un fuego universal. Esto se vio desde los primeros tiempos del Cristianismo: el testimonio del Evangelio se propagó como un incendio benéfico superando toda división entre individuos, categorías sociales, pueblos y naciones. El testimonio del Evangelio quema, quema toda forma de particularismo y mantiene la caridad abierta a todos, con la preferencia hacia los más pobres y los excluidos."
Angelus, 18 de agosto de 2019


Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

“Donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”

 El tesoro o la riqueza del cielo necesita de nuestro corazón, mente, vida; por ello se pide una actitud vigilante, cuidadosa, perseverante.


tesoro

Federico Barocci - The Institution of the Eucharist


XIX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

La frase de Jesús: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” va directa al centro de nuestra vida. El corazón, en su misteriosa centralidad, es el lugar donde se debaten las emociones que alimentan la mente y los gestos. Paradójicamente, está vinculado incluso con nuestro sistema digestivo: somos lo que comemos, y también lo que soñamos. A veces pensamos con el estómago y comemos con las fantasías de la mente. Nutrir mal el corazón es tan peligroso como nutrir mal el cuerpo; al contrario, un corazón bien alimentado da claridad a nuestros objetivos y firmeza a nuestros valores.

La gran insatisfacción —y la violencia— que vemos en el mundo nacen muchas veces de un corazón “indigestado” y un estómago fuera de lugar. Las intenciones corrosivas del ser humano han desviado el verdadero alimento del alma y del cuerpo. Lo vemos en la política, en algunas relaciones familiares, en modas y tendencias que deslumbran pero no alimentan. Incluso en el amor: algunos aman con el corazón, otros con el estómago.

Por eso, la vigilancia que propone el Evangelio de Lucas frente a la injusticia y la cultura de la exclusión es urgente. Debemos cuidar la pureza de lo que riega el corazón, el oxígeno que llega a la mente y lo que nutre nuestras metas diarias. Al despertar cada mañana, podríamos aplicar esta sabiduría: ¿a quién voy a llamar, o evitar llamar? ¿Qué puedo aportar a esta persona? ¿Alimento mi vida con la oración?

Hoy existen aplicaciones para casi todo: cómo generar riqueza, cómo administrar el tiempo… Pero ¿cómo ser ricos espiritualmente? La respuesta no está en fórmulas rápidas, sino en constancia, vigilancia y una fe que se fortalece incluso en la duda.

En el fondo, todos somos administradores de la vida que Dios nos confía, pero no podemos hacerlo solos. Jesús nos habla de buenos administradores: los que actúan con un corazón evangélico, y aquellos que, aunque lo proclaman, en realidad administran con un estómago hambriento e insatisfecho, buscando sus propios bolsillos.

Ante Dios, la verdad siempre queda al descubierto, incluso si nos creemos administradores “neutrales” o “agnósticos”. Jesús nos pide una vigilancia que evite caer en los extremos de la miseria o de la ambición, para que nuestro tesoro -y nuestro corazón- estén siempre en Él.

  • ¿Puedes poner dos ejemplos de los tesoros en tu vida?
  • ¿Cuáles son los tesoros que alimentan tu corazón? 


Palabra del Papa Francisco

Este es el verdadero tesoro del hombre. Seguir adelante en la vida con amor, con ese amor que el Señor sembró en el corazón, con el amor de Dios. Este es el verdadero tesoro. Pero el amor de Dios, ¿qué es? No es algo vago, un sentimiento genérico. El amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo, Jesús. El amor de Dios se manifiesta en Jesús. Porque nosotros no podemos amar el aire...

 

(Angelus, 11 de agosto de 2013)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

"Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios"

 

 Frente a esa obsesión por acumular, Jesús revela la única riqueza verdadera: una vida auténtica, una relación íntima con Dios.


Tesoros en el cielo
La parábola del rico insensato, Rembrandt, 1627.

XVIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

Codicia, herencia y juventud en busca de un futuro con sentido


Jesús enfrenta la codicia como una ilusión: una falsa seguridad que promete garantizar el futuro material, pero que en realidad oculta un alma vacía.


¿De qué sirve presumir ante los demás de lo que tienes, si tu corazón está lejos de lo que eres ante Dios?


La codicia: sutil, poderosa y destructiva

Escapar de la codicia no es fácil, especialmente cuando vivimos rodeados de valores artificiales y seguridades engañosas. Uno de los contextos donde más se evidencia es el reparto de herencias. 

El evangelio de hoy nos presenta la escena de un hermano que acapara lo que no le pertenece, que utiliza excusas para no compartir lo común, y encuentra éxito en el egoísmo. Disfruta el pan y la sopa que eran también para su hermano, y no le duele.

En estas situaciones aparecen dos palabras clave: justicia y sabiduría. La injusticia golpea los estómagos y los corazones. La necedad mina las decisiones y las perspectivas de futuro. Y cuando el reparto de una herencia es injusto y torpe, deja cicatrices imborrables, especialmente si el daño viene del propio hermano.


Un jubileo contra la codicia

Este domingo, mientras millones de jóvenes peregrinan en el Jubileo de la Esperanza, el contraste con la codicia global es abrumador. Jóvenes de todos los continentes, alzando sus banderas, caminando bajo el sol de Roma, no para acumular, sino para compartir la fe, pedir la paz y ofrecer sus ideales.


La juventud no vino a este Jubileo buscando placer, sino sentido. No agrandan sus graneros, agrandan su esperanza.
De ellos me quedo con:

  • su fe sencilla,
  • su deseo de encuentro,
  • su sacrificio bajo el calor del verano,
  • sus utopías que quieren sembrar cambios reales.


Gratitud y servicio: claves contra la avaricia

Un joven codicioso no agradece porque cree que todo es fruto de su esfuerzo. Pero la gratitud y la soberbia no pueden convivir. La ciencia lo confirma: el cerebro se vuelve más sano y feliz cuando se sirve a los demás, no cuando se encierra en sí mismo. No se trata solo de producir dopamina (placer), sino serotonina y oxitocina: las hormonas que generan felicidad, conexión, sentido.

La verdadera riqueza está en reconocer tus dones y ponerlos al servicio. Transformar el privilegio en responsabilidad, y la fe en acción.

Preguntas que duelen y salvan

¿Qué haces con lo que tienes?
¿Cómo llenas tu vida?
¿Cómo te presentas ante los demás… y ante Dios?

 

Palabra del Papa León XIV

“Queridos jóvenes, se aprende a elegir a través de las pruebas de la vida, y en primer lugar recordando que hemos sido elegidos. Este recuerdo debe explorarse y educarse. Hemos recibido la vida gratis, sin elegirla. No somos fruto de nuestra decisión, sino de un amor que nos ha querido”.

(Vigilia en Tor Vergata, Roma, 2 de agosto de 2025)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».

Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».

Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.

Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.

Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.

Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».

¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez?


El verdadero desafío no es solo saber pedir, sino discernir qué pedir, a quién y cuándo. Hoy, en una cultura donde pedir se ha convertido casi en un derecho automático, Jesús nos recuerda que la oración es mucho más que una solicitud: es un acto de confianza y de relación con un Dios que es Padre.

Padre Nuestro

Il Discorso della Montagna, dipinto da Carl Heinrich Bloch (1890)


XVII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

¿Qué padre daría una serpiente si su hijo le pide un pez?

En el evangelio de hoy, Jesús nos interpela con una pregunta muy concreta:
“¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez?” (Lc 11,11).

Pedir bien: la humildad del corazón necesitado

Pedir es un gesto humilde. Es reconocer que no todo depende de nuestras fuerzas. Pedimos porque carecemos, porque buscamos, porque sabemos que hay un don que viene de lo alto.

¿Qué pedir?

Pedir el pan de cada día. La paz del corazón. El perdón. El consuelo. La sabiduría para tomar decisiones. La humildad para reconocer nuestros límites.
Pedir no es solo presentar una lista de necesidades; es entrar en comunión con el Padre, confiar en su voluntad, y dejar que nuestra oración sea también escucha.

¿A quién pedir?

Jesús lo deja claro: a nuestro Padre que está en los cielos, que conoce nuestras necesidades antes de que las expresemos. Pedimos a Aquel que no da piedras ni escorpiones, sino pan y Espíritu Santo.

Como un niño que confía en las manos abiertas de su padre, así también nosotros podemos pedir sabiendo que seremos escuchados. Tal vez no recibamos lo que esperábamos, pero siempre recibiremos lo que realmente necesitamos.

El ejemplo del Beato Pier Giorgio Frassati

Cuando murió el Beato Pier Giorgio Frassati, la iglesia y el parque se llenaron de gente humilde, obreros y enfermos. Su padre, sorprendido, dijo: “No sabía que mi hijo era un santo”. Fueron los pobres quienes testificaron su santidad: lo recordaban por su generosidad, su oración silenciosa y su vida ofrecida.

Pier Giorgio no pedía grandes cosas. Pedía fe, pedía la voluntad de Dios. Subía a las montañas no solo por deporte, sino para rezar, para ofrecer su vida en las alturas, como incienso.

¿Y tú, qué le pides a Dios hoy?

Tal vez ni tú mismo sepas que caminas hacia la santidad. Pero puedes empezar pidiendo con sinceridad y confianza. Pide lo que edifique tu alma.
Pide no lo que te engrandezca, sino lo que te haga más libre, más sencillo, más capaz de amar.

Y si aún no sabes qué pedir, simplemente abre tu corazón y di:
“Señor, que se haga tu voluntad en mí”.

Palabra del Papa Francisco

Jesús rezaba como reza cada hombre en el mundo. Y, sin embargo, en su manera de rezar, también había un misterio encerrado, algo que seguramente no había escapado a los ojos de sus discípulos si encontramos en los evangelios esa simple e inmediata súplica: «Señor, enséñanos a rezar» (Lc 11,1). Ellos veían que Jesús rezaba y tenían ganas de aprender a rezar: “Señor, enséñanos a rezar”. Y Jesús no se niega, no está celoso de su intimidad con el Padre, sino que ha venido precisamente para introducirnos en esta relación con el Padre Y así se convierte en maestro de oración para sus discípulos, como ciertamente quiere serlo para todos nosotros. Nosotros también deberíamos decir: “Señor enséñame a rezar. Enséñame”. 

Catequesis sobre el Padre Nuestro

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11, 1-13

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo:
«Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».

Y les dijo:
«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:

“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:

“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.

¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».

"Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas; solo una es necesaria. 

María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada" (Lc 10,41-42).

Martha y María
Jesús en casa de Marta y María 
 

XVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

En esta escena evangélica, aparecen dos mujeres que no son identificadas por su rol tradicional de esposas o madres. No están acompañadas de un varón que “garantice” su lugar en la sociedad. Sin embargo, el evangelista Lucas les da nombre, rostro e identidad. María es la oyente contemplativa; Marta, la anfitriona activa. María desafía los moldes convencionales; Marta, en cambio, responde a las exigencias del deber. María parece una sinvergüenza esperando que la sirvan, pero Martha se está perdiendo el alimento eterno.

Lo que se pone en juego es la libertad interior, la autenticidad y la capacidad de escuchar. Jesús, maestro de libertad, rompe protocolos: permite que dos mujeres lo reciban en su casa sin la mediación de un varón. Afuera, los discípulos murmuran, tal vez perplejos ante una escena que trastoca lo esperado, acostumbrados a la cultura de la sospecha.

María y Marta ya no son definidas por sus atributos sociales, sino por su capacidad de relación con Jesús. Es esa cercanía con el Maestro la que las hace únicas. Su libertad nace de la fe: solo quien confía plenamente en Dios se atreve a vivir con espontaneidad, a romper esquemas, a priorizar lo esencial.

La actitud de María, que parece despreocupada, es en realidad una lección para nuestros tiempos de relaciones débiles y prisas constantes. Ella ofrece al huésped lo mejor: tiempo, atención, escucha. Marta, por el contrario, aunque movida por el amor, cae en la trampa de la hiperactividad. Su laboriosidad termina sofocando el encuentro, bloqueando la relación, anulando la comunión.

El Buen Samaritano y la verdad que no queremos mirar

“Señor, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”

“¿Y quién es mi prójimo?”

 

Las preguntas del maestro de la ley a Jesús suenan legítimas, pero ocultan una intención: justificarse, salir bien parado, mantener intacto su esquema de valores.

Jesús no le responde con teoría, sino con una historia que incomoda y desarma. Una historia que hoy, dos mil años después, sigue cuestionando nuestro cristianismo y nuestra humanidad.

 

Buen Samaritano
La parabola del buon samaritano illustrata dai bambini.


XV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

Caminar de largo: una costumbre peligrosa

La parábola del Buen Samaritano no es una lección moralista. Es una denuncia a todas las veces que caminamos de largo frente al dolor ajeno.
Los rostros modernos de los que “pasaron de largo” son muchos:

·      Gobiernos que expulsan inmigrantes pobres y cierran fronteras.

·      Comunidades que excluyen por raza, clase o religión.

·      Iglesias que clasifican quiénes son "más dignos" y quiénes no.

·      Influencers que enseñan a ocultar el sufrimiento, porque “nadie tiene tiempo para tus dramas”.

Mientras tanto, el prójimo sigue tirado al borde del camino, herido por la indiferencia, el egoísmo, el clasismo y la frialdad.

 

¿Quién es mi prójimo… o mejor dicho: qué hago por él?

La pregunta “¿quién es mi prójimo?” hoy no es tanto una duda, sino muchas veces una excusa para evadir responsabilidad.

Después de siglos de cristianismo y de la proclamación de los Derechos Humanos, no saber quién es el prójimo es una trampa mental para no actuar.

Lo que Jesús propone no es buscar una definición, sino una actitud:

“Haz tú lo mismo y vivirás.”

El prójimo no es el que piensa como tú, ni quien te cae bien.
El prójimo es todo aquel que necesita ser amado, acogido y sostenido.
La clave no está en identificarlo, sino en convertirte tú en un verdadero prójimo.

El costo del amor verdadero

El samaritano no solo tuvo compasión.
Se manchó, se detuvo, tocó las heridas, sacó dinero, pagó por un desconocido, aseguró su futuro.

¿Estás dispuesto a hacer lo mismo?
¿A renunciar al juicio, al cálculo, a la comodidad?

Jesús no pide que sientas lástima. Pide que actúes con amor encarnado.
Y ese amor cuesta: tiempo, esfuerzo, dignidad, dinero, descanso.
Pero solo ese amor te pone en camino hacia la vida eterna.

Una historia que desestabiliza al orgulloso

Quien hizo la pregunta a Jesús quedó, probablemente, herido en su orgullo.
La parábola del Buen Samaritano derriba la balanza moral de los “buenos”, de los religiosos que cumplen pero no aman, de los que saben mucho pero no se manchan por nadie.

La invitación no es a admirar la parábola, sino a encarnarla.
A dejar de preguntar quién lo merece, y ponerse al servicio de quien lo necesita, sin condiciones.

Preguntas que valen la pena repetir hoy

¿A quién ayudé esta semana?
¿De qué dolor ajeno me hice cargo?
¿Estoy dispuesto a actuar como el Samaritano… incluso por alguien que no conozco?

La parábola no necesita explicación, sino conversión.
No es solo un texto, es un espejo.

Y tú, ¿sigues preguntando quién es tu prójimo… o ya empezaste a serlo?

Palabras del Papa Francisco

"Esta parábola es un regalo maravilloso para todos nosotros, y ¡también un compromiso! A cada uno de nosotros, Jesús le repite lo que le dijo al doctor de la Ley: «Vete y haz tú lo mismo» (v. 37). Todos estamos llamados a recorrer el mismo camino del buen samaritano, que es la figura de Cristo: Jesús se ha inclinado sobre nosotros, se ha convertido en nuestro servidor, y así nos ha salvado, para que también nosotros podamos amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado, del mismo modo."

(Audiencia General, 27 de abril del 2016)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».

Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».

El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».

Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».

Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».

Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.

Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.

¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».

Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».

Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».

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luciérnaga
Hola, soy Javier Abanto. Escribo reflexiones, vivencias y anécdotas. Publico artículos de teólogos y poetas. Estudie teología y comunicación. Desde el 2005 me dediqué a la docencia universitaria y a la gerencia de emisoras de corte cultural y religioso. La vida necesita de alegría y esperanza. Necesitamos a Dios en nuestra vida.
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¿Qué es "Luciérnaga"?

"Luciérnaga" Surge para expresarme de manera sencilla. Las luciérnagas remiten a mi origen rural - andino. Son visibles al caer la noche y hacen volar la imaginación con sus luces intermitentes, propias y naturales.

Luciérnaga se dirige a las personas de buena voluntad que buscan vivir con justicia y paz. Necesitamos del humor y la alegría. Y, sin duda, el mundo necesita de Dios.

Gracias por leer y compartir, no olvides comentar.

Javier Abanto Silva
javierabantosilva@gmail.com

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