T.O. XIII C (Lc 9, 51-62) 27 junio 2010

“-Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas.”

El seguimiento que nos presenta hoy el evangelio pone en el tapete los riesgos de los seguidores de Jesús: el sentirse seguros e instalados, el vivir de las rentas del pasado, el vanagloriarse de lo que otros hicieron.

Más allá de tomar la iniciativa hay que estar dispuesto a dejarlo todo, innovar y seguir la gran meta: Jesucristo.

Seguirle es una aventura completa:

- Seguirle es emprender una empresa que no se basa en el dinero sino en el servicio.

- Jesús exige seguir renunciando a la obligación moral que tenemos de enterrar a los padres. Nos desconcierta para explicarnos que el servicio es el que da el sentido a la vida.

- Por último mirar el pasado es bueno, el problema es quedarnos contando historias, en el pasado, en las rentas de la fama, en los créditos, creyendo que todo tiempo pasado fue mejor. Lo nuevo, lo innovador, los nuevos caminos necesitan de Un gran guía Jesús.

Sin distractores podemos servir mejor y la aventura tiene sentido.

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