Lo nuevo y el amor


Nuevo y extremo


Caminaba tratando de ver cada detalle en el supermercado. En cada área se exponen novedades y ofertas. Todo es nuevo y limpio. Una camisa de temporada, linda pero muy costosa. Un pantalón de marca, nuevo con tonada de viejo, demasiado costoso. Todo nuevo, en serie, y amontonado.

Mi espíritu consumista me dice interiormente: “compra” “compra”. Las expresiones de las personas van desarrollando el hábito de mirar y anhelar, de comentar ofertas, algunas sacrifican su presupuesto para “verse bien”. ¿Verse bien con el estómago vacío?

Verse bien, atractivo(a), solvente, presentable, ante quien dice ser el amor, ante los demás. De pronto sea una forma de sacrificarse por agradar a los demás, incluso el amor extremo puede llevar a realizar algo “ridículo”. Aunque no sepas cuándo en verdad te aman o amas, agota las esperanzas y las expresiones.

En el mismo supermercado caminamos ansiosos de las novedades. También piensas en la cantidad que ganas, en los límites de tu presupuesto mensual, en que no eres reconocido(a) en tu trabajo, en fin, más que el dinero es cómo actúas con los demás, si las relaciones te edifican y te hacen ser mejor persona cada día.

Si quisieras distinguirte por lo que vistes, sería difícil en el supermercado, todos llevan la misma ropa que tú, en la calle comentarás que tienes una camisa igual o no querrás cruzarte con alguien que tiene una prenda con el mismo color del montón. La característica no es lo que te cubre, sino lo que haces. San Martín de Porres no vivía a la moda, pero sí movía corazones a la caridad.

Cada día es una novedad, lo que haces lo hace nuevo, eres una buena nueva, un gran mensaje, una nueva forma de vivir la vida, la expresión humana que debería ponerse de moda, lo nuevo y extremo que podría solucionar el hambre y la pobreza, el mal y el individualismo: Amor hasta el extremo, siempre nuevo.



Voz en cuello:
“Bien común, dignidad humana, desarrollo sostenible, son los principios que tendrían que inspirar una visión económica inspirada por la ética”. (Lo ha revelado Benedicto XVI en el discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales).


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