"¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?"
En la noche Santa el pregón es la esperanza, el grito de vida, la alegría que sale de un corazón en el que encajaron las fichas de la fe. Dios es amor y vida.
Cristo resucitado: la plenitud del amor
La crucifixión y muerte de Jesucristo ha oscurecido la noche y las esperanzas de sus seguidores. Pero hay un amanecer, y es para todos. Muy temprano, las mujeres quieren hacer frente a la finitud del cuerpo con los aromas preparados, caminan y no encuentran algo que huela mal, pero quedan desconcertadas al ver al sepulcro abierto.
Entonces, las mujeres corren despavoridas, luego son tranquilizadas por los dos mensajeros. Ahora deben tener una mirada retrospectiva, recordar si encajan las palabras claves de Jesús. Ese mismo ejercicio se hace durante la Vigilia Pascual, una mirada de la historia de la salvación. Y así se arma el rompecabezas, con las miradas, gestos, palabras y todo lo que utilizó Dios para hacerse entender.
- Ser felices. La primera lectura es el relato de la creación. Es una reflexión teológica sobre el cosmos (no una explicación alternativa a la científica) creado de forma bella y armoniosa, según la voluntad de Dios. El hombre está en la cúspide de esta creación, aunque pronto será descubierto en su arrogancia y soberbia procurando ser más que Dios.
- Dios te da la vida. La segunda lectura narra la dramática escena de un padre (Abraham) que tiene que sacrificar a su único hijo (Isaac). Así, la humanidad va comprendiendo el valor grande de la vida, no a los sacrificios humanos, no a la guerra, no al aborto,…
- La libertad, la gracia. La lectura del Éxodo, nos presenta la liberación de la esclavitud en Egipto, el camino por el desierto para superar el culto a los ídolos, la melancolía de la esclavitud, la muerte a causa del egoísmo, el anhelo de encontrar una tierra que provea leche y miel, abundancia en la providencia del maná hasta el pan de vida. El paso de la esclavitud a la libertad, del pecado a la gracia.
- La fidelidad. La profecía de Isaías reafirma el fundamento del camino hacia la libertad: la relación de amor mutuo entre Dios y el pueblo.
- La fertilidad. También en el oráculo de la quinta lectura, tomado de nuevo de Isaías, Dios se ofrece para una relación en la que ama al hombre gratuitamente y para una nueva alianza que se extiende a toda la humanidad, superando los límites del nacionalismo religioso. El profeta reitera la intervención de Dios para la liberación del hombre a través de su eficaz Palabra.
- Justicia y paz. La lectura del profeta Baruc es una invitación del profeta a considerar la ley, la delimitación del espacio de relaciones correctas con uno mismo, con Dios y con los hermanos, como la ley para la vida. El profeta invita a la humanidad a conocerlo y aceptarlo, a recibir el don de la vida y a liberarse de la opresión y la muerte.
- Hay esperanza. Ezequiel también retoma el tema de la Nueva Alianza para la vida. Porque Dios dará al hombre un nuevo corazón. Un corazón de carne, no de piedra, para que, estableciendo una relación de amor renovado entre Dios y los hombres, éstos tengan la plenitud de la vida.
- Morir para vivir. Con la carta a los romanos pasamos de la promesa a la realidad. Es el bautismo, por el que "fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, también nosotros caminemos en una vida nueva" (Rm 6,4). La liberación que se había hecho necesaria a causa del pecado, por la que Dios venía trabajando desde la liberación de Israel de Egipto, para que fuera ocasión de bendición para todos los pueblos y para que se convirtiera en una liberación más profunda para toda la humanidad, en Cristo muerto y resucitado alcanza su plenitud: es la liberación del pecado y de la muerte.
- “Cristo ha resucitado” aleluya. Aleluya. Aleluya. Es el grito de victoria de esta noche. Al estar vivo todo tiene sentido, es realmente Dios, el proyecto de una sociedad nueva es posible para 12 hombres que han experimentado la vida con Jesús y y su aparente muerte. Todas las lecturas anteriores tienen sentido en el acontecimiento de la resurrección.
Ahora, la fragilidad del cuerpo, la caducidad, la muerte ha sido superada. El buen olor ya no es para los muertos, sino para los vivos, el aroma que se desparrama se llamará bautismo, testimonio, amor, perdón.
La resurrección es la liberación de la esclavitud, de la duda, del miedo, de la negación, de la resignación. Así, la vocación de todo cristiano es la vida, en abundancia, la vida eterna.
Palabra del Papa Francisco
"Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario”.
El Papa finalizó la homilía volviendo a los personajes con que comienza el relato evangélico de Mateo: las mujeres, “Abrazaron los pies que pisaron la muerte y abrieron el camino de la esperanza. Nosotros, peregrinos en busca de esperanza, hoy nos aferramos a Ti, Jesús Resucitado. Le damos la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida”.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 1-12
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.
Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos, Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.
Pintura: La mañana de la Resurrección, de Edward Burne-Jones, 1882.
Dos «ángeles» (u «hombres con vestiduras deslumbrantes»), Cristo resucitado y una de las mujeres (el evangelio de Juan especifica que María Magdalena) son representados en La mañana de la Resurrección, de Edward Burne-Jones, 1882.
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