IV Domingo de Cuaresma (A): Curación del ciego de nacimiento. “Creo, Señor”. Laetare

«¿Crees tú en el Hijo del hombre?»


Jesús sana a un ciego de nacimiento hoy, y celebramos el domingo de la alegría, Domingo Laetare, para este día se cambia el color morado por el rosa. El sentido es alegrarse por lo que viene “Alégrate Jerusalén”. Alégrate tú y abre los ojos a la fe. 

 

Curación del ciego de nacimiento
Cristo curando al ciego, por Nicolas Colombel, 1682


IV Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

 

«Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis; alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos» (cf. Is 66, 10-11).

 

Jesús el hombre, el Profeta y el Señor

La alegría del ciego es grande al ser curado. ¿Cómo no alegrarse con el milagro de la luz? Tú puedes comprender lo que significa pasar de la oscuridad a la luz, de ser dependiente a independiente, de llevar la culpa del pecado a ser libre, de tantos prejuicios a una verdad, del desconocimiento a reconocimiento, de la escucha a la proclamación. 

 

El poeta Jorge Luis Borges expresa la lucha interna profunda por saber quién es en su poema “un ciego”: 

No sé cuál es la cara que me mira 
cuando miro la cara del espejo; 
no sé qué anciano acecha en su reflejo 
con silenciosa y ya cansada ira. 

Pero pienso en las letras y en las rosas. 
Pienso que si pudiera ver mi cara 
sabría quién soy en esta tarde rara.

 

El sentido de la escucha de un ciego se conecta al sonido de las palabras que salen del corazón de los seres humanos. El ciego escucha a un hombre y allí radica la convicción de sus respuestas a la polémica que se expresan en tres momentos básicos para salir de donde estaba y reconocer a un Hombre, a un Profeta y al mismo Señor.

 

El ciego es encontrado por un Hombre llamado Jesús

El ciego es visto por un hombre que se apiada y se acerca. El ciego seguro lo interpretó como inusual. Además, el emplasto en los ojos de arcilla con saliva es como si el alfarero quisiera reparar su obra. El encuentro con el “enviado” ha debido ser conmovedor como para desplazarse hasta la piscina de Siloé. El hombre no ve todavía el panorama completo de Siloé = Enviado = Jesús. Hasta entonces, el ciego solo ha escuchado, ha obedecido y se ha lavado según le pide Jesús = Enviado = Siloé.

 

Lavarse: quitar las capas de arcilla de los ojos, maravillarse una nueva creación, encontrarse plenamente consigo mismo, con el mundo y con Dios. Lavarse es como destapar una cortina y ver a los que sólo escuchabas, los recursos de comunicación se han potenciado desde lo más íntimo.

 

Lo sorprendente es que el ciego no duda en sumergirse en la piscina de Jesús. No lo conoce ni lo ha podido ver. La polémica se genera con los que sí pueden ver, ven el fenómeno, pero no pueden ver al hombre sanador, no se alegran, sino que les vinagra su liderazgo mentiroso. El ciego ya no ve sólo lo que escucha o toca, y los ‘intocables’ son revelados en sus falsedades.

 

Lo difícil en la vida es obedecer a un desconocido. Eso lo aprendemos desde niños. La desconfianza va en aumento. La desgracia del pobre parece algo a lo cual nos acostumbramos. Se focalizan más en la cultura de la sospecha que en la celebración de los nuevos ojos. La fiesta de la familia por el logro del ciego está llena de temores, aunque tampoco pueden negar la claridad con la que ahora mira el ciego.

 

El ciego proclama “Profeta” a un hombre llamado Jesús

Ante una pregunta tendenciosa es buena la respuesta categórica. Cómo hacerles entender a quienes ven con los ojos del prejuicio, es peor con quienes ya tienen el objetivo de la desinformación.

 

El ciego tiene la capacidad de mirar más allá de sus palabras, ahora los puede ver en persona, sus malas intenciones, y no teme decir la verdad. Ante la evidencia no es posible hacerle cambiar su testimonio; entonces llega la violencia, lo expulsan, lo quieren siempre marginado. Esa es la incapacidad de identificar el verdadero tema. Lo básico no es manipular la opinión para ir contra Jesús, sino aceptar que Jesús es un profeta, ellos conocen ese lenguaje y no lo quieren aceptar porque nos les da la gana.


El ciego está un peldaño más en la lógica, en su testimonio. Ya no sólo lo sabe por experiencia sino por la polémica agnóstica. Como nueva estrategia de validación el afán de negación y del testimonio falso termina confirmándolo a Jesús como profeta.

 

El ciego proclama su Fe en un hombre llamado Jesús: “creo Señor”

El ciego responde a la polémica, a las preguntas fáciles de los fariseos. Ahora le cae una pregunta más difícil: ¿Crees tú en el Hijo del hombre? (Jn 9, 35).

 

El ciego ha regresado a la marginalidad, pues ha sido expulsado de la ciudad por no hacerles coro a las tendencias de dominio. La colonización de ideas y la adversidad es el pan de cada día, esa es nuestra lucha personal para vivir en paz. Y en ese contexto de “excluido” fue untado con barro, ahora es nuevamente abordado por Jesús para el paso imborrable, sacramental de su vida.

 

En el escenario de “descartable” Jesús ha vuelto a encontrarse con él. El ciego ha sido expulsado y maltratado públicamente, los ojos cómplices de sus paisanos y familiares se doblegaron al temor, pero el ciego mantiene la claridad del panorama polémico. Cuando tienes claro la luz que te trajo Jesús no hay oscuridad que lo cubra, no hay poder que lo apague. Pudieron matar al ciego pero la luz queda como testimonio de que Jesús viene y se centra en tu oscuridad. Así como a la Samaritana no la pudieron evitar AMAR, hoy al ciego no pueden bloquear el CREER.

 

Entonces, entran en juego la lejanía y la cercanía; Lejanía de quienes persiguen a Dios. Se genera un ambiente en el cual quieren negar el testimonio de la sanación por un Hombre, luego de la proclamación de un “profeta” y de la profesión de fe. El ciego tiene la oportunidad de negar a Jesús, de apostatar influido por los grupos de poder, pero sólo termina profesando y adorando con humildad al mismo Jesús, al enviado, al que ha ido detrás del ciego, de quien es expulsado.

 

En este domingo de la alegría incluye a los demás en tu oración y en tu proclamación de fe. Ayúdales a ser libres de los prejuicios inhumanos, y a gestionar sin miedo la capacidad de amar, y la convicción de que Jesús ha venido para hacer con tus ojos lo mismo que hizo el creador, para restaurarte con su saliva y barro. Eso mismo sucedió en tu bautismo: ver la gracia de Cristo, la libertad de los hijos de Dios, la alegría del gran amor, la razón de tu gran fe.

 

Palabra del papa Francisco

 

Mientras el ciego se acerca gradualmente a la luz, los fariseos al contrario se hunden cada vez más en la ceguera interior. Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad de Jesús. Ellos hacen todo lo posible por negar la evidencia. Ponen en duda la identidad del hombre curado; después niegan la acción de Dios en la curación, tomando como pretexto que Dios no obra el sábado; llegan incluso a dudar que aquel hombre hubiese nacido ciego. Su cerrazón a la luz se vuelve agresiva y desemboca en la expulsión del hombre curado del templo.

 

Ángelus del Papa Francisco, 4º Domingo Cuaresma, A: el ciego y los fariseos, 30 marzo 2014

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
«¿No es ese el que se sentaba a pedir?».
Unos decían:
«El mismo».
Otros decían:
«No es él, pero se le parece».
El respondía:
«Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó:
«Me puso barro en los ojos, me lavé y veo».
Algunos de Los fariseos comentaban:
«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
Otros replicaban:
«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».
Él contestó:
«Que es un profeta».
Le replicaron:
«Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
«¿Crees tú en el Hijo del hombre?».
Él contestó:
«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».
Jesús le dijo:
«Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es».
Él dijo:
«Creo, Señor».
Y se postró ante él.

Reflexiones del evangelio dominical para el tiempo de Cuaresma:

Pintura
Cristo curando al ciego, por Nicolas Colombel, 1682

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