III Domingo de Cuaresma (A): Jesús y la Samaritana. "no tendré más sed"

«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla»

El encuentro que tiene la Samaritana con Jesús ha revolucionado su vida, ha sido abordada para dar de beber al sediento y ella ha respondido con el manantial de su corazón. 

 

Jesús y la Samaritana


 III Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

 

Una mujer Samaritana


La Samaritana y Jesús nos ofrecen tres momentos que pueden dar luces a nuestra existencia, en el tiempo de Cuaresma.

 

1. Una mujer que enrostra los prejuicios

Si recuerdas tus primeros diálogos con tus colegas, tus jefes y nuevas amistades, caerás en la cuenta de las corazas que mantienes. En el fondo eres lo que eres y aunque tapes tus orígenes no puedes borrar tus tradiciones. Cuando se construye la identidad sobre prejuicios históricos es posible que termines odiando, mostrando poco respeto y descartando a las personas por su procedencia.

 

La Samaritana tiene los prejuicios a flor de piel, pero no deja de ser sutil e inteligente. Sale con el pie alzado para intentar ridiculizarlo al extranjero. Pero el extranjero no sólo está sediento, está cansado y hambriento, y rompe el hielo; sus esquemas sociales daban por sentado el evitarse. El extranjero, Jesús, le pide agua para beber; ella recibe un trato con palabras desde las entrañas divinas, está petición no lo esperaba y la Samaritana se estremece interiormente, pero le sigue enrostrando aquello que les divide.


La samaritana iba al pozo cuando no estaban los que la criticaban, evitaba a la gente para no ser juzgada, la violencia de los vecinos la excluía. Encontrarse con un hombre no la favorece en nada para su reputación, pero ella ya está cansada y se enfrenta al forastero. Jesús tiene las características de quienes la desprecian: hombre, judío, y rabino; pero Jesús la propone otro diálogo.


Mira tus prejuicios en el pozo de tu misterioso corazón, en tus penas y frustraciones, en tus corazas psicológicas y tus cobardías. Prejuicios de raza, de nivel social, de tradición religiosa, de cerrazón ideológica, etc. Esta cruda realidad, es más fría cuando la sufres, cuando eres migrante, cuando tienes limitaciones del idioma o del nivel social y cultural. Como también es vergonzosa la alienación de la exclusividad.

 

Compartir su agua en el fondo del pozo es también ser compasivo como Jesús es compasivo. El judío pide compartir del cuenco considerado impuro. Imagina compartiendo tu vaso con un sediento, con quien estás acostumbrada a ignorar. 

 

2. Una mujer que acepta errores

Esta no es una ironía, pero por lo general pocas admitirían todo lo que pone en el pozo de la sinceridad la Samaritana. Aceptar el barro en su profundo pozo interior; asentir que está más sedienta que el sediento de una vida con vida, de un culto con espíritu; reconocer a un judío más audaz e importante que el patriarca Jacob; aceptar que el profeta le ha descubierto su estado conyugal complicado; etc. Y, además, no sentirse resentida ni atacada sino tratada con misericordia.

 

La Samaritana experimenta un chequeo médico espiritual completo, le han salido las radiografías y análisis clínicos en poco tiempo y en su propio escenario, en su pozo, allí donde se siente protegida. Y no sólo acepta ante el pozo de la tradición o con la oferta de un manantial eterno, sino que se entusiasma y quiere contarle a todo el mundo, mostrarles a sus propios paisanos que su corazón ha sido restaurado; es como la primera mujer que “sí es profeta en su tierra”, porque quienes la escucharon creyeron en su testimonio.

 

3. Una mujer que logra retener a Dios

La Samaritana es una mujer de profundidad espiritual, pero de poco talante moral. ¿Te suena contradictorio? Se sabe la historia y enrostra los prejuicios religiosos al mismo Jesús, valora el monte de culto y el pozo y todos los signos espirituales; ante las preguntas incómodas no huye ni bloquea el diálogo, su sinceridad es una luz a su propia oscuridad.

 

La Samaritana representa también la rutina y el sin sabor de su pueblo. Sus palabras inflaman los corazones tristes y desesperados de sus paisanos. Por ello, los samaritanos le ruegan que se quede. Jesús les regaló dos días de su vida física y la eternidad de sus palabras. Esperaban a un Salvador y lo han descubierto gracias al testimonio de la Samaritana.

 

Sabes que es muy valiente la Samaritana porque anunciar una verdad en una comunidad que te juzga, te critica, desconfía de ti, te rechaza directa e indirectamente, … Tenía el manantial de amor auténtico y su fe se hizo grande, así estalló su predicación, así hizo que su pueblo también marginado retenga a Jesús dos eternos días.


En este día, el sediento de salvarte, te da la oportunidad de beber de su Palabra y ser salvado.

 

Palabras del Papa Francisco

Su sed de afecto y de vida plena no ha sido apagada por los cinco maridos que ha tenido, es más, ha experimentado desilusiones y engaños. Por eso la mujer queda impresionada del gran respeto que Jesús tiene por ella cuando Él le habla incluso de la verdadera fe, como relación con Dios Padre «en espíritu y verdad», entonces intuye que ese hombre podría ser el Mesías y Jesús —algo rarísimo— lo confirma: «yo soy, el que está hablando» (v. 26). Él dice que es el Mesías a una mujer que tenía una vida tan desordenada. 

La Virgen María nos ayude a recurrir constantemente a la gracia, a esa agua que mana de la roca que es Cristo Salvador, para que podamos profesar con convicción nuestra fe y anunciar con alegría las maravillas del amor de Dios, misericordioso y fuente de todo bien.

 Angelus, 19 de marzo de 2017

 

 


Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:
«Dame de beber».
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:
«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús le contestó:
«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
La mujer le dice:
«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?».
Jesús le contestó:
«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
La mujer le dice:
«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla».
Él le dice:
«Anda, llama a tu marido y vuelve».
La mujer le contesta:
«No tengo marido».
Jesús le dice:
«Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad».
La mujer le dice:
«Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad».
La mujer le dice:
«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».
Jesús le dice:
«Soy yo, el que habla contigo».
En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?».
La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
«Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?».
Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos le insistían:
«Maestro, come».
Él les dijo:
«Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis».
Los discípulos comentaban entre ellos:
«¿Le habrá traído alguien de comer?».
Jesús les dice:
«Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.
¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador.
Con todo, tiene razón el proverbio: uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado. Otros trabajaron y vosotros entrasteis en el fruto de sus trabajos».
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho».
Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
«Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».

Reflexiones del evangelio dominical para el tiempo de Cuaresma:


🎨 Pintura

Jesús y la samaritana

Siglo XVI. Óleo sobre tabla, 103 x 78 cm  

Depósito en otra institución

Procedencia: Colección Real (colección Isabel Farnesio, Palacio de La Granja de San Ildefonso, Segovia, 1746, nº 1099; La Granja, pieza de la tribuna, 1766, nº 1099; Palacio de Aranjuez, Madrid, pieza del oratorio y otras sueltas, 1794, nº 1099; Palacio Real, Madrid, pieza amarilla, 1814-1818, nº 1099)

2 Comments

  1. Gracias Padre Javier, por tan valiosos análisis y reflexiones que nos ayudan a fortalecer nuestra fé y esperanza. Dios lo siga colmando de bendiciones!

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  2. Lilly Vizcarra11/3/23, 15:07

    Gracias Padre Javier por tan valiosos análisis y reflexiones que nos fortalecen en el camino de la fé y la esperanza. Dios lo siga colmando de bendiciones!

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