V Domingo de Pascua (A): "Yo soy el camino, la verdad y la vida"

" Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto

Jesús responde a Felipe, a los discípulos y a cada uno de nosotros, especialmente cuando no iniciaos el Camino, no tenemos un Guía y no Vivimos.


Jesús es el camino

Les disciples Pierre et Jean courant au sépulcre le matin de la Résurrection


V Domingo de Pascua

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

“No se turbe su corazón”

Hoy Jesús tiene palabras de padre o de madre, ésas que salen con profundos suspiros y miradas al cielo. Así como una madre le pide a Dios por sus hijos o como un padre busca el bienestar de sus seres queridos, la alegría y la unión familiar. Pero también se asemeja a la plegaria de un hijo por su padre, madre, hermanos; es una oración con la fuerza de ser parte de una sola familia, la misma sangre, de la misma petición. Ambas son oraciones elevadas a Dios como parte fundamental de la misma persona, si esa persona sufre yo también sufro, si yo sufro mi madre sufre, si mi padre no está hay un vacío en mi vida, sólo Dios puede curar ese vacío, preparándote un lugar.

 

“Crean en Dios y también en mi”

No son dos oraciones separadas, no es que debes hacer una petición a Jesús y otra a Dios para ver cuál es más efectiva, no; es un único acto de fe; en el Padre Dios que amó a su pueblo y lo salva por medio de su Hijo; padre e hijo salvan a quienes aman. El Dios que habló en la zarza a Moisés es el Dios que habla ahora a sus discípulos: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9). Es decir, la fe vive, tiene fundamento, se proyecta y testimonia.

 

Esperanza. La propuesta de la continuidad de la fe, de su expresión divina, de su gran ternura; de su toque de esperanza tiene un efecto práctico. El cielo se vive desde la tierra, no se puede llegar a la vida eterna sin haber estado en la terrena.

 

Son palabras llenas de esperanza, como las de un migrante: “voy a trabajar para poder ayudar a mi familia, velar por la salud de mi madre, educar a mis hijos, darles otro horizonte de vida, algún día vendrán mis hijos”. “Cuando vaya y lesprepare un lugar, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy yo esténtambién ustedes”. Las palabras de Jesús o de Dios son una promesa de la que nos debemos agarrar para asegurarnos de la eternidad y para asumir el ser amados como hijos que no se quedan desamparados. 

 

La acción que cada ser humano necesita es la fe. ¿La fe es una acción? No sólo una acción, es la respuesta a aquello que decimos creer. La fe no es “creer en lo que no se ve”, el sentido actual de lo que no se ve es la nada y confesarse “estúpido” porque hay personas que no creen sin antes haber visto. Si eres un ser de fe entonces lo debes testimoniar con una acción permanente en la historia: “En verdad, en verdad les digo —dice el Señor—: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago (Jn 14, 12).

 
“Yo soy el camino y la verdad y la vida”

Las explicaciones pueden ser muchas del camino, la verdad y la vida. O haremos la misma pregunta de Felipe: ¿cómo podemos saber el camino?.

 

Camino, obviamente no puedes buscarlo con Google maps porque la metáfora es para ser orientado o conocer y evaluar si estás dando pasos firmes, he resuelto o he decidido emprender un camino: ser una persona auténtica con Dios y los hombres, avanzar en la formación de mi fe, ir corrigiendo mis defectos, moderando mi mal carácter, siendo más cuidadoso en el trato con los demás, leyendo partes de la Sagrada Escritura que iluminen mi vida, tener una dirección espiritual, etc. Pero el camino debe tener una guía, meta. No olvides que Jesús es el camino.

 

La verdad. Jesús guía en el camino, explica por medio de ejemplos lo que es la verdad. En el aspecto interno de la persona es la autenticidad, la transparencia, la seguridad. Se asocia a la libertad, moralmente quien dice la verdad se libera. En la luz más emocional es lo que despierta la alegría, el entusiasmo. Jesús ha llamado a los doce y les ha ido mostrando la verdad, él mismo se ha ido evidenciando; no tienen duda ya de que él es Hijo de Dios. Al hablar de las moradas en la casa de Dios Padre no está mintiendo, les está explicitando el camino a la meta: el cielo.

 

La vida. Jesús puede dar sentido a la existencia, el ser humano es libre se elegirlo. Es el que nos puede liberar de ser un ser vivo rutinario, como dice la canción “flaco, cansado y sin emociones”. Una vida sin Dios puede ser corrosiva para los demás, no tiene la chispa de la alegría, el humor, la ironía. Una vida sin Dios puede acostarse al dominio del prejuicio y el odio, es como someter la cabeza al qué dirán, depender de los demás y no asumir la responsabilidad de nuestras propias acciones.

 

Jesús en ninguna parte ha dicho que vivas mirando lo que hacen bien o mal los demás. Lo que sí pide es seguir al camino, la verdad y la vida. Es decir, el testimonio de fe es la medida del cristiano, cada día es un reto y una esperanza. Dios no abandona, manda su Espíritu para transformar corazones. Gracias a estas palabras de Jesús y a la venida del Espíritu Santo muchos seres humanos encontrarán el sentido de sus vidas, la alegría de su existencia, el entusiasmo por ser mejores seres humanos, la ilusión de los mejores padres, la satisfacción de los mejores, la sonrisa feliz de los mejores hermanos.

 

Palabra del papa Juan Pablo II 

 ¿Has descubierto ya a Cristo, que es el camino? 

Sí, Jesús es  para nosotros un camino que conduce hacia el Padre, el único camino. El que quiera lograr la salvación, deberá tomar ese camino. Vosotros, jóvenes, a menudo os encontráis en una encrucijada, sin saber cuál es el camino que debéis elegir, ni adónde ir; son muchos los caminos errados, como también las propuestas fáciles y las ambigüedades. No olvidéis, en esos momentos, que Cristo con su Evangelio, su ejemplo y sus mandamientos es siempre y sólo el camino más seguro que desemboca en una felicidad plena y duradera.

 ¿Has descubierto ya a Cristo, que es la verdad?

La verdad es la exigencia más profunda del espíritu humano. Los jóvenes, sobre todo, están sedientos de la verdad sobre Dios, el hombre, la vida y el mundo. En mi primera Encíclica Redemptor Hominis escribí: «El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo no solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo» (n. 10). Cristo es la Palabra de verdad pronunciada por Dios mismo como respuesta a todos los interrogantes del corazón humano. Es El quien nos revela plenamente el misterio del hombre y del mundo.

 ¿Has descubierto ya a Cristo, que es la vida?

Cada uno de vosotros desea ardientemente vivir su propia vida en toda plenitud. Vivís animados por grandes esperanzas y muy buenos proyectos para el futuro. No olvidéis, sin embargo, que la verdadera plenitud de la vida se encuentra sólo en Cristo, muerto y resucitado por nosotros. Solamente Cristo puede llenar, hasta el fondo, el espacio del corazón humano. Sólo El da el valor y la alegría de vivir, y esto a pesar de los límites u obstáculos externos.

Sí, descubrir a Cristo es la aventura más bella de toda nuestra vida. Pero no es suficiente descubrirlo una sola vez. Cada vez que se descubre, se recibe un llamamiento a buscarle más aún, y a conocerle mejor a través de la oración, la participación en los sacramentos, la meditación de su Palabra, la catequesis y la escucha de las enseñanzas de la Iglesia. Esta es nuestra tarea más importante, como lo comprendió tan bien San Pablo cuando escribió: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21).

 IV Jornada Mundial de la Juventud 27 de noviembre de 1988

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».

Pintura: 🎨
Les disciples Pierre et Jean courant au sépulcre le matin de la Résurrection, 1898, olio su tela, 82×134 cm, Museo d'OrsayParigi.

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