III Domingo de Adviento (B):Alégrense porque está cerca el Señor

«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”

San Juan el Bautista nos anuncia la alegría de esperar la luz y la salvación. Necesitamos encontrarle el sentido profundo para la vida.


 

Juan Bautista
De Rafael Sanzio - 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2658156


III Domingo de Adviento

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

Domingo de alegría

En el domingo de la alegría el color litúrgico suele ser rosado, en referencia a una celebración anticipada de Navidad, Jesús ya está a punto de nacer. En una semana la virgen y San José estarán buscando un lugar para que nazca su hijo, los pastores se llenarán de alegría, las casas estarán iluminadas con luces, muchos intercambiarán regalos, estarán preparándose para recibir a las visitas, otros estarán con el corazón lleno de esperanza y fe en la presencia de Jesús el Salvador.

 

Hoy, San Juan Bautista también se alegra de anunciar la luz, el Verbo eterno de Dios. Su testimonio es clarificador, él no es la Palabra, es la voz que grita para que cada día las personas busquen a Dios, se perdonen entre hermanos, se amen y se respeten cada día más. 

 

La humildad y el amor

El Bautista tiene la sabiduría de hacer que sus contemporáneos mantengan los ojos expectantes, se alegren de que viene un Mesías. Para hacerles comprender usa la expresión “no soy digno de desatarle la correa de la sandalia” la cual podían comprenderla de dos maneras: primero, estar al servicio de Jesús ya es el mejor de los honores, no hay un servidor que se agote ante la gran generosidad del mismo Dios; segundo, soltaba el cordón de la sandalia al desposado que pretendía casarse con su "prometida"; así, el Bautista afirma que el esposo de la nueva alianza es Jesús y que él no tiene ninguna pretensión de ocupar su lugar.

 

Claridad de la razón de vivir

San Pablo tenía claro el sentido de la vida: la alegría, "Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres". E inmediatamente después añade el motivo: "El Señor está cerca" (Flp 4, 4-5). Esta es la razón de nuestra alegría. 

 

Es clara también la necesidad del amor. Por qué no pedirle a Jesús que traiga la paz en tu familia, en las fibras de tus desconfianzas. Este domingo podrías tener la alegría de acercarte a pedir que bendigan tu pesebre, tu niño de Belén. Pero si por problemas del tráfico o mucho trabajo no puedes, te recomiendo una oración, no vale cuando es por pereza.

 

Dios de la alegría y la misericordia,

Que con la humildad de José y el Sí de la Virgen María,

Nos mandas a tu Hijo único, Jesús,

para sanar nuestras heridas y mantener la esperanza.

 Dígnate bendecir nuestro pesebre,

Que cada imagen sean el anuncio de la Gran Noticia,

Del niño que está a punto de nacer, 

Que nazca en nuestra casa, sea la alegría de esta Navidad.

Bendice también cada corazón de este hogar,

A mi papá dale la mano de Padre,

A mi mamá regálale tu amor entrañable,

A mi hermana dale más entusiasmo y esperanza

A mi hermano ilumínalo en su vida y su fe

A mis sobrinos dales confianza y seguridad en tu existencia.

En la familia te pedimos todo,

Inspíranos para darlo todo, en tu amor

También necesitamos reconciliarnos,

Tener el valor de pedir perdón

Limpia nuestras lágrimas y penas,

Únenos por medio de la oración a quienes no están,

a nuestros padres, a nuestras familias y nuestros amigos. 

Te lo pedimos en nombre de Jesús, tu Hijo amado, que viene a dar al mundo la Paz.
Él vive y reina por los siglos de los siglos. 
Amén. 

 Palabra del papa Francisco

Palabra del papa Francisco

“Pero esto significa que también el creyente más grande atraviesa el túnel de la duda. Y no es un mal, es más, a veces es esencial para el crecimiento espiritual: nos ayuda a entender que Dios es siempre más grande de como lo imaginamos; las obras que realiza son sorprendentes respecto a nuestros cálculos; su acción es diferente, supera nuestras necesidades y nuestras expectativas; y por eso no debemos dejar nunca de buscarlo y de convertirnos a su verdadero rostro”.

Y citando a Henri de Lubac, el Pontífice afirmó que, a Dios «es necesario redescubrirlo a etapas… a veces creyendo perderlo». Así hace El Bautista: ante la duda, le busca una vez más, le interroga, “discute” con Él y finalmente le descubre.

“Juan, definido por Jesús el mayor entre los nacidos de mujer (cfr Mt 11,11), nos enseña a no encerrar a Dios en nuestros esquemas”

(ángelus, 11 de diciembre de 2022)

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
El confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
«No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Pintura 🎨

Virgen con niño


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