boda de caná

La boda


“…tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”

En medio de la boda y de la fiesta, Dios es nuevo. Se trata de una nueva relación de Dios con su pueblo, es el Dios de la fiesta, se nos revela acompañado de amigos, cercano, compartiendo incluso las preocupaciones familiares. Se pasa de la ley a la misericordia.

Muchos hemos asistido a las bodas de algún familiar y muchas veces hemos sido parte de la organización del gran acontecimiento para la nueva familia que da el sí definitivo ante Dios y ante la comunidad. Pone los nervios de punta a quienes se percatan que falta algo importante para representar la alegría y la felicidad de la nueva pareja.

En la preparación del matrimonio es un punto importante seleccionar los invitados. ¿Invitarías a Jesús y sus discípulos a tu boda? Es una boda sencilla en la cual se resalta la alegría que se está agotando y el milagro del invitado hace que esta llama de emoción no se apague en la fiesta del amor.

Este milagro se hace a petición de la Madre de Jesús. A usted le habrá pasado que cuando las mamás van a una fiesta familiar se acercan para ayudar, están atentas a lo que falta y según sus posibilidades colaboran. La Virgen María le comunica a Jesús que falta vino y aunque la respuesta no la entendería mucho, solo siguió confiada en que la alegría no se agote. Nos dice una frase: “Hagan lo que él les diga”. ¿Qué te dice Jesús sobre tu matrimonio?

Este es el primer milagro, en Caná, convertir el agua en vino, hacer que la vida se viva con alegría. La alegría que encuentra el novio con su esposa la encuentra Jesucristo con su pueblo. Isaías lo expresa así: “Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo”. (Is 62,5).

La boda es un salto a la total aceptación, a vivir el amor conyugal, fortalecer debilidades, tener un proyecto de vida juntos, hacer una historia nueva, estar juntos en las buenas y en las malas. En este sentido, destaca en tu matrimonio y en tu relación personal con Jesús: el invitarlo a tus eventos trascendentes y asegurarte de tener a la Virgen María para interceder por los momentos transformadores de tu vida y tu hogar. Hacer lo que Jesús te pide. No permitas que la alegría te abandone.

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