XXVII Domingo del tiempo ordinario (B): El matrimonio es para siempre
"Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre"
El flechazo al corazón se mantiene en una relación matrimonial, en la relación con Dios, basándose en la humildad, confianza, fidelidad, respeto, como un niño con sus padres.
Jerónimo Ezquerra. Los desposorios de la Virgen y San José. s.f.
XXVII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)
Decir que el matrimonio es para siempre parece ya una falacia. En una personalidad sin capacidad de compromiso puede parecer un desperdicio de oportunidades. En este texto existen dos protagonistas con los dones suficientes para sostener firme y fuerte una relación: la relación de Dios con los hombres y las relaciones matrimoniales.
Relación de Dios con los hombres
Todo el amor incondicional de Dios, su fidelidad, su ternura, su misericordia direccionan el camino de un matrimonio. Toda su profundidad y trascendencia están disponibles para cada persona y por lo mismo es importante valorarlo y respetarlo.
Los padres suelen pedir la bendición para sus hijos. En este caso los niños son imagen de humildad y confianza. El corazón limpio de un niño para relacionarse con su padre es el modelo moral para un esposo o una esposa. Así, Dios eleva el sentido del matrimonio, es digno no sólo por la norma, sino por ser el propósito del mismo Dios: unión de amor y compromiso muto.
Relaciones matrimoniales
Se unieron por amor, para toda la vida. En este punto radica la importancia de la catequesis matrimonial. Los novios suelen moverse en torno a las hormonas y la notoriedad pública, trampas futuras de violencia e infelicidad. Las preguntas que vengan en torno al divorcio ya son manotazos en la piscina de la decepción; en todos los casos son tristes, pero necesitan seguir la vida. El hedonismo, el relativismo, egoísmo, han convertido las relaciones en frías e irrespetuosas.
Los divorciados suelen decir que fue mejor así para evitar violencia y desacuerdos. Jesús lo define “Dureza de corazón”. En el fondo del corazón las aguas turbulentas han dejado barro y piedras, la podredumbre convierte al agua en insalubre. La lozanía de la juventud ha descuidado la inocencia de los niños, la fidelidad de Dios, la humildad de Jesucristo, el amor sagrado, el respeto humano.
La gran terapia matrimonial
Para las terapias matrimoniales hay un punto lanzado por Jesucristo: el corazón, el amor. El corazón palpitando en la fuente de la Creación de Dios: el hombre y la mujer están llamados a ser una sola carne, en una unión indivisible (Génesis 1, 27 y 2, 24). Más allá de que las parejas piensen en cuánto pierden o ganan por el contrato legal que han firmado o el qué dirán de la gente que los conoce, está el compromiso ante Dios.
Entonces, la unión de amor y compromiso mutuo tiene implicaciones, por ejemplo, el valor humano, los comportamientos sinceros, la transparencia económica, la corresponsabilidad en toda dimensión. Las palabras de amor verdadero alejan todo tipo de manipulación; pues ésta arrastra miedos, traumas.
Al respecto, al final de la película “romper el círculo” (“It end with us”), Lily Bloom (Blake Lively) está en la cama del hospital y con su bebe recién nacida en brazos, pregunta a su esposo que le pide la reconciliación: ¿Qué le aconsejarías a tu hija si te cuenta que su esposo la manipula, la golpea? El esposo responde: “Le pediría que lo deje inmediatamente”. Esta respuesta es un sí al divorcio civil. De acuerdo al psicólogo Farid Dieck, durante la trama del drama romántico hay “banderas rojas” lanzadas: él le confiesa su amor y evita que ella tenga una buena relación con su mamá, él bebe licor y se convierte en violento, ella justifica sus reacciones violentas, ella cree que puede cambiar y no presta atención a lo que le dice la propia familia. O rompemos el círculo o los patrones nos rompen a nosotros.
El matrimonio de acuerdo al plan de Dios es para la felicidad y la santidad. Pero, cada persona debe estar atenta a las “banderas rojas” lanzadas por los comportamientos. Hombres y mujeres evitemos la violencia y revaloremos el amor.
Palabra del papa Francisco
La ruptura de una relación conyugal genera mucho sufrimiento debido a la decepción de tantas ilusiones; la falta de entendimiento provoca discusiones y heridas no fáciles de reparar. Tampoco a los hijos es posible ahorrarles el sufrimiento de ver que sus padres ya no están juntos. Aun así, no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en Él un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una «casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 47).
(Carta del papa Francisco, 26 de diciembre de 2021)
San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
tú empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.
Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Se dirigen a ti porque saben que los comprendes y proteges.
También conociste pruebas, cansancio y trabajos.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz
y cantó llena de verdadera alegría por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios,
el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre.
Ayúdanos a comprender que no estamos solos en nuestro trabajo,
a saber descubrir a Jesús junto a nosotros, a acogerlo con la gracia
y custodiarlo con fidelidad como tú lo hiciste.
Obtén que en nuestra familia todo sea santificado
en la caridad, en la paciencia, en la justicia y en la búsqueda del bien.
Amén.
(San Juan XXIII)
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.
Pintura
Jerónimo Ezquerra
Los desposorios de la Virgen y San José s.f.
Óleo sobre lienzo
52,2 x 41 cm / CTB.2016.148.2
© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga
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