XVIII Domingo del tiempo ordinario (B): Jesús es el pan de vida

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás»

 

En el pan se expresa la providencia divina, se traza una ruta desde hoy hacia la eternidad, Dios se ocupa de nosotros, nos regaló inteligencia y libertad para convertir la maldad en bondad, la muerte en vida. Jesús es el pan de vida que se hizo alimento eterno para quienes comulgan su cuerpo y su sangre.

 

Pan de Vida


Biblical illustration of Gospel of John Chapter 6


XVIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

“Como Dios manda”

Actuar "como Dios manda", y especialmente si se sabe lo que manda, su mensaje, su propuesta de vida. La fuerza de la historia contada, del testimonio en boca de los demás superan la levadura del like; generan identificación, cambio, etc. Si conoces lo que manda por qué no lo haces.

 

Muchas personas realizan obras buenas cada día, merecen ser felicitadas. Cada quien sabe si hace obras de misericordia “como Dios manda” o, de manera personal, hace las cosas por empoderar su nombre, mostrar sus méritos, sentir orgullo de sus obras, ser admirado, sentirse inalcanzable, compararse para destacarse. La cultura del selfi y la de la historia destacada es la obsesión por ser importantes, no relevantes, es la tentación de perderse un diálogo, un trato humano con los “beneficiarios”, pocas veces se fotografía la interacción humana. 

 

Las obras de la fe

Actuar “como Dios manda” tiene el detalle de la Fe. Jesús les responde claramente: “La obra que Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado. Es decir, si actúas bien con el objetivo de una autoayuda, un consuelo y orgullo personal, te estás perdiendo la oportunidad de disfrutar de la abundancia de alegría en la fe, en la confianza y providencia de Dios. El actuar en nombre de Dios, con la confianza de que Dios se comunica en ese momento, en esa realidad. Dios se comunica en el silencio y nunca para la soledad. Dios se manifiesta en las miradas y no en el maquillaje. 

 

Dios te está dando la oportunidad de testimoniar cómo superar la indiferencia, y a los demás, la oportunidad de sentir que Dios no los ha olvidado. Dios muestra de cómo el interés del pan se debe cambiar por la fe. Es como que la confianza, la fe, y el compartir de los corazones realizan el milagro de la abundancia; y lo más grande no es el pan sino la capacidad para dejarse guiar por el mismo Dios.

 

El pan popular

La ciencia del marketing ha copiado muchos signos cristianos. Lo mismo han hecho los políticos, el pan y el circo traducido en hambre e ilusionismo. Jesús les aclarará que el pan que les regaló les sació el hambre del día, pero no de la vida.


El pan al margen de la fe genera hambre. El pan en nombre de la fe sacia el hambre, despierta fraternidad, motiva solidaridad, ilumina la fe, alegra los corazones y la vida interior de manera milagrosa. Jesús les encara y les dice que no le siguen por los signos de la presencia de Dios sino porque así consiguen su pan. Hacer los deberes de oficio podrían ser un milagro si se complementan con la convicción de un Dios presente y activo en la historia. El salario es digno, pero si se convierte en el único motivo del “qué hacer”, pierde espíritu, fe, amor, alegría, estímulo, testimonio. El vacío equilibrado por el orgullo no podría ser igual al sentido de los actos fortalecidos por Dios.

 

El pan de vida

Los judíos conocen bien su historia de liberación, Dios los liberó de Egipto y para cruzar el desierto les alimentó con el maná, con codornices y los guió hacia una tierra donde manaban leche y miel. Jesús, es el maná, el verdadero pan, el que sacia la sed y el hambre, nos libera de la esclavitud de la ambición (querer el pan ajeno), del egoísmo (comer el pan sin compartir), de la gula (comerse el pan del hermano). 


La teología de la providencia es una respuesta a quienes acumulan el pan, no lo comen ni lo comparten; llenan la vida de cosas y no de alegrías, de estrés y no de esperanza; la libertad a quienes aseguran el futuro en un banco y no en el amor y la bondad de ser mejores personas, la seguridad en un código y no ante el cielo.


Lo ilógico del compartir es que rompe el encanto del tener por el tener, pero da la posibilidad de grandes alegrías. El Santo cura de Ars no tenía riquezas, incluso se dice que no tenía facilidades académicas, pero tenía tiempo, escucha, paciencia para compartir.


Santo Domingo tenía todo para acumular riqueza, de familia noble, altos estudios, inteligente,…  pero prefirió ser mendicante, la santidad le sedujo. El objetivo de su vida es el servicio a Jesús, predicando su palabra. Al final de su vida pedía morir a los pies de sus hermanos, allí estaban las chispas de la predicación, en sus hermanos germinaba la esperanza, murió en brazos de sus hermanos que entonaban la Salve, sostenido por la Madre de Dios. 

 

Palabra del papa Francisco.  

“Jesús se revela como el pan – afirma el Papa – es decir lo esencial, lo necesario para la vida de cada día. No un pan entre muchos otros, sino el pan de la vida. En otras palabras, nosotros, sin Él, más que vivir, sobrevivimos: porque solo Él nos nutre el alma, solo Él nos perdona de ese mal que solos no conseguimos superar, solo Él nos hace sentir amados, aunque todos nos decepcionen, solo Él nos da la fuerza de amar y perdonar en las dificultades, solo Él da al corazón esa paz que busca, solo Él da la vida para siempre cuando la vida aquí en la tierra se acaba”.

 

(Ángelus, 8 de agosto de 2021)

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 24-35

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:
«La obra que Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

Le replicaron:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer “».

Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron:
Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

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