III Domingo de Cuaresma (B): La expulsión de los comerciantes del templo

 No conviertán en un mercado la casa de mi Padre

 

La expulsión de los comerciantes del templo es una provocación a la reflexión sobre la autenticidad del culto, la pureza espiritual, el compromiso con la justicia y la defensa de los marginados.

 

Expulsar a los mercaderes
Expulsión de los mercaderes del Templo, de Giovanni Paolo Pannini.

III Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

¿Jesús perdió la paciencia o fue cegado por la cólera o el celo religioso? Eso llevaría a justificar la violencia, algunos que suelen pecar de simonía deberían recibir unos cuantos chicotazos del mismo Jesús, y los ataques contra los templos sería como fuego de purificación. No es un Jesús “bravucón” que cual luchador callejero termina dialogando con las autoridades del templo. Justamente el diálogo le da su pleno sentido profético y el objetivo de este signo.

 
¿Qué es el templo judío?

Para los judíos, el templo era la morada de Dios; los que querían encontrarse con él, rezar y recibir sus dones tenían que ir a Jerusalén. Pero lo que debería haber alimentado una auténtica relación religiosa con Dios se había convertido en un comercio, como si el encuentro con el Señor estuviera determinado por una ofrenda material, más aún, por el "valor" de la ofrenda. De este modo, se deformaba el rostro de Dios y la relación con Dios y los hombres. 

 

En el momento de la purificación de Jesús se ofrecen dos pichones porque su familia no tenía dinero para una ofrenda más grande (buey, oveja). El Templo era el lugar donde se llevaban a cabo los sacrificios rituales, las celebraciones religiosas y las peregrinaciones durante las festividades judías. También albergaba el Arca de la Alianza y el Santo de los Santos, considerado el lugar más sagrado del judaísmo, donde se creía que residía la presencia divina.

 

El Templo de Jerusalén fue destruido por los romanos en el año 70 d.C., durante la Gran Revuelta Judía. Desde entonces, no ha sido reconstruido, y en su lugar se encuentra el Muro Occidental o Muro de los Lamentos, el único vestigio que queda del antiguo complejo del templo y un lugar de profunda importancia espiritual para los judíos de todo el mundo

 

Jesús es el templo

El evento, más allá de enfocarse en el acto violento es todo un signo. Si relees los textos de los cuatro evangelios (Mateo 21, 12-17, Marcos 11, 15-19, Lucas 19, 45-48 y Juan 2, 13-16) hay un detalle que te cambia el foco de meditación.

 

Si retrocedes el “video” de la lectura al inicio puedes imaginar a los vendedores sentados en sus puestos de venta y también a Jesús, haciendo un chicote, rodeado por sus discípulos que no serían pocos. Con la relevancia pública de sus palabras que trence un chicote en el mismo escenario se convierte en un signo consciente, programado, pedagógico. Sin duda, Jesús no está de acuerdo con la explotación de los pobres por parte de los comerciantes y líderes religiosos, era claro para el pueblo de cómo la corrupción había penetrado el culto.

 

Finalmente, “guerra avisada no mata gente”, los judíos no se encolerizan ni le arman un cargamontón, no permiten una batalla campal, al contrario le refutan sobre el templo. A Jesús le interesa mostrar que el templo verdadero es él mismo: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré

 

Jesús como templo está profetizando sus tres días, desde su muerte hasta la resurrección. Han decidido destruir el auténtico templo de Dios, crucificarlo, pero en tres días es restaurado y elevado al cielo. Jesús es “más grande que el templo” (Mt 12,6), es el único medio para encontrarse con Dios, el medio de reconciliación entre Dios y el hombre, el rostro vivo de Dios entre los hombres. 


La escena nos golpea la cara, tira al suelo nuestra obsesión por aquellas supuestas riquezas, expulsa a los animales víctimas expiatorias, … Es un golpe a nuestras preferencias, darle más importancia a la ofrenda que a la intención, a los físico que al corazón, al templo que a Dios, a las ventas que al ser humano,...

 

Tú eres el templo, espacio sagrado de encuentro

Desde el momento de la creación, desde tu bautismo, desde siempre eres el templo de Dios. Entra en tu interior y dile a tu Padre que está en el cielo: “Padre nuestro…” 

 

San Pablo va incluir en la convicción de las primeras comunidades cristianas el sentido sagrado de cada cuerpo humano: "¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que no son suyos? Porque han sido comprados por precio; glorifiquen, pues, a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios". 1 Corintios 6,19-20)

 

Considerar al hombre como un templo, - un lugar espiritual, psicológico, emocional - un corazón disponible para el encuentro personal con Dios, supera toda idolatría: "¿Qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, seré su Dios y ellos serán mi pueblo". (2 Corintios 6, 16)

 

La presencia divina en el interior de cada persona debería alegrarte, y a la vez, motivarte. Los que comercian con lo sagrado llevan una vida seducida por la riqueza y venden lo invendible. La relación de amor que tuvieron con Dios la cambiaron por “30 monedas”, doble espiritualidad, doble moral. Una relación de profundo amor con Dios ¿Cómo vives y cuidas tu cuerpo? ¿Cómo cuidas el templo de Dios en tu prójimo?

 

De esta reflexión se desprende el cuidado de lo sagrado, puedes hacer una lista de todo lo que es sagrado para tu vida, las vidas y los corazones que cuidas en nombre de Dios. 

 

Te sugiero algunos “templos”: tu cuerpo, tu salud mental, tu corazón, tus intensiones, tu palabra, el respeto a los demás, el amor espiritual, el amor afectivo a una persona, el perdón, la confianza, etc.

 

Un buen día del cuidado de los templos vivos en cada ser humano. ¡Cuida tu templo!

 

Palabra del papa Francisco

La actitud de Jesús contada en la actual página evangélica, nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras ventajas e intereses, sino por la gloria de Dios que es el amor. Somos llamados a tener siempre presentes esas palabras fuertes de Jesús: «No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado» (v. 16). Es muy feo cuando la Iglesia se desliza hacia esta actitud de hacer de la casa de Dios un mercado. Estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer también de nuestra alma, que es la casa de Dios, un lugar de mercado que viva en la continua búsqueda de nuestro interés en vez de en el amor generoso y solidario. Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solamente para las comunidades eclesiales, sino también para los individuos, para las comunidades civiles y para toda la sociedad. Es común, de hecho, la tentación de aprovechar las buenas actividades, a veces necesarias, para cultivar intereses privados, o incluso ilícitos. Es un peligro grave, especialmente cuando instrumentaliza a Dios mismo y el culto que se le debe a Él, o el servicio al hombre, su imagen. Por eso Jesús esa vez usó «las maneras fuertes», para sacudirnos de este peligro mortal. Que la Virgen María nos sostenga en el compromiso de hacer de la Cuaresma una buena ocasión para reconocer a Dios como único Señor de nuestra vida, quitando de nuestro corazón y de nuestras obras todo tipo de idolatría.

  (Ángelus, 4 de marzo de 2018)

 


Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«Qué signos nos muestras para obrar así?».

Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».

Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Pero él hablaba del templo de su cuerpo.

Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.


Pintura:🎨

Expulsión de los mercaderes del Templo, de Giovanni Paolo Pannini.

En el Evangelio de Juan, esta es la primera de las tres veces que Jesús va a Jerusalén para la Pascua. En esta versión se recoge que durante la Pascua Jesús realizó un milagro no especificado, lo que causó que la gente creyera en él, pero Él no se fiaba de ellos, pues los conocía a todos. Algunos estudiosos han comentado que esta última declaración sobre conocer a todos los hombres retrata a Jesús como conocedor de almas y mentes (Brown et al. 955), por lo que Juan daría a entender la naturaleza divina de Jesús.



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Ciclo B

Sugerencias de reflexión en el camino a la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo

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